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Los
estudiantes secundarios y el
comportamiento
participativo
La mayoría
de los estudiantes de los últimos años de la escuela secundaria
entienden que participar es opinar o ser parte de acciones programadas
por otros. Los jóvenes
afirman que en muy pocas situaciones han demandado, solicitado o participado
en la toma de decisiones.
Al decir
de los adolescentes, la familia, los clubes y la iglesia son sus lugares
de participación. Pareciera que la escuela no estaría brindando
la formación en habilidades y actitudes para una participación
real; ni generando espacios donde los estudiantes pudieran desarrollarlas.
Un equipo de investigación
de la UNRC llegó a estas conclusiones en el marco de un estudio
acerca de la contribución de la escuela de nivel medio a la formación
de comportamientos participativos reales.
“Nuestro supuesto es que
la escuela, en tanto institución que tiene como misión social
la formación del ciudadano, tendría que estar formando para
la participación”, explica la licenciada Gladys Schwartz, directora
de este trabajo de investigación sobre significación de la
realidad social y comportamientos participativos de los estudiantes de
la escuela media.
En cuanto a los resultados
obtenidos, la licenciada Schwartz interpreta que “esto mostraría
que los adolescentes valoran los espacios sociales que se organizan en
torno a las relaciones afectivas, el tiempo libre y las creencias religiosas
como los lugares que fuera de la escuela posibilitan su participación”,
Asimismo, señala
que “también al identificar a otros actores sociales -amigos, compañeros,
familiares- que comparten esos espacios, vuelve a aparecer lo afectivo
como el elemento que nuclea las actividades participativas” y agrega: “llama
la atención que en ninguno aparece el partido político como
espacio de participación”. De esto se desprende que el concepto
de participación sigue siendo el de opinar y ser parte de acciones
que programan otros.
Al respecto, los docentes
e investigadores sostienen que no hay reconocimiento de la participación
como solicitud o demanda a partir de necesidades e intereses no satisfechos
en lo social, ni hay una actitud crítica de la realidad social que
podría estar generando necesidad de movilizar la organización
de espacios y asumir comportamientos participativos reales.
A partir de este estudio,
los investigadores entienden que los adolescentes en general no asumen
comportamientos participativos reales, sino que delegan en otras personas
la acción de participar y también la de decidir, actitud
que es interpretada como delegación sin mandato o no participación.
“Consideramos que estos
comportamientos están generados fundamentalmente por la comprensión
o la significación que el sujeto tenga de su realidad social. Y
de la capacidad que posea para organizarse y para asumir esos comportamientos
participativos”, dijo Schwart, a la vez que agregó que “una significación
integrada, con una mirada histórica, pluralista y crítica
de la significación social remitirían a comportamientos participativos
reales”.
En relación con los
espacios de participación, se distinguieron los que se generan en
el ámbito de la escuela y aquellos de los que los adolescentes disponen
en la sociedad. Como resultado, se pudo apreciar que los estudiantes consideran
a la escuela, en su totalidad, como un ámbito de participación
más importante que el salón de clase propiamente dicho.
Las tareas que se realizan
fuera de las clases son valoradas por los jóvenes como espacios
que promueven la participación; la mayoría restringidas a
un número limitado de estudiantes y desarrolladas en tiempos muy
acotados, por su escasez a lo largo del calendario escolar, tales como
las olimpíadas, los torneos, los talleres y los trabajos prácticos.
Participación y
significación
En el marco de este estudio,
se piensa cruzar la variable participación con la de significación.
El objetivo es ver cuáles son los comportamientos participativos
y correlacionarlos con la significación de la realidad social.
Según lo explicado
por Schwartz, esto se realiza “desde el supuesto de que cierto tipo de
significación movilizaría comportamientos participativos
reales”.
Se intenta ver en distintas
instituciones, con diferentes culturas escolares, cómo se estaría
construyendo las significación de la realidad y los comportamientos
participativos de los estudiantes.
De esta manera, se toma
la cuestión de la cultura escolar como una variable determinante
en la construcción de comportamientos y conceptualizaciones o significaciones.
“Nuestra preocupación
fue la escasa participación en los ’90”
“Nuestra preocupación
fue la escasa participación que se manifestó en la sociedad
argentina en la década del ’90. Algo que se veía tanto en
los partidos políticos como en la iglesia y en las organizaciones
sociales, prácticamente en su totalidad”, comenta Gladys Schwartz,
al tiempo que agrega “nos empezó a inquietar lo que estaba pasando
con los adolescentes, en particular los estudiantes del nivel medio”.
En este sentido, afirma
que “realmente se es ciudadano si se puede participar en la toma de decisiones,
pero para participar incluso en las decisiones políticas, y no solamente
materiales y del mundo simbólico, es necesario una serie de conocimientos
y de habilidades”.
Al preguntársele
acerca de esta falta de participación que originó la investigación,
la licenciada Schwart señaló que las elecciones internas
de los partidos políticos fue uno de los indicadores, junto con
la escasa participación en la constitución en ese momento
de los órganos de gobierno y de las organizaciones cuya administración
no son rentadas”.
“Veíamos que la gente
se había reconcentrado en sus tareas individuales y personales y
había poco interés por participar en las tareas comunes”.
El Estudio
Los investigadores, primero,
elaboraron un marco teórico y luego a partir de esa conceptualización,
abordaron los comportamientos participativos en los adolescentes. Para
ello, se conformó un instrumento de recolección de información,
que fue aplicado a estudiantes del nivel medio de tres instituciones escolares.
Al respecto, Schwartz
explica que “esto nos llevó a ver las culturas escolares que estaban
caracterizando a cada una de esas escuelas, porque -asegura- no todas forman
a los alumnos de la misma manera”. Por eso, se consideró la cultura
escolar como una de las variables que estaban incidiendo en la posibilidad
de desarrollar comportamientos participativos en la institución.
“La cultura escolar -sostiene
la licenciada Schwartz- son aquellas cualidades relativamente estables,
que hacen que la organización tenga un perfil determinado y que
estarían posibilitando o dificultando el desarrollo de comportamientos
participativos y de habilidades para asumirlos”.
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