Una zumbante amenaza para los pinos 

Su rápido avance pone en peligro a las 35 mil hectáreas de pinos con que cuenta la provincia de Córdoba. La avispa barrenadora de los pinos es una plaga que ocasiona la muerte de los árboles y la destrucción de la madera. 
 

Un adulto macho, de unos 4 cm. de longitud


Las larvas de Sirex son cilíndricas de color crema con un  a espina en el extremo del abdomen.
Miden hasta 3 cm.


Un arbol muerto con orificios de salida de los adultos. La fotografía fue tomada en el campo 
Las Guindas, de la UNRC
 
 

Larva      Adulto hembra      Adulto macho
 

Su presencia provoca un impacto negativo en la economía local y regional y afecta la comercialización forestal. 
Disminuir a niveles económicamente aceptables la población de la también llamada avispa de la madera, apuntando a un manejo integrado de esta plaga que permita convivir con su presencia, es el objetivo central de un equipo de investigación de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que descarta la posibilidad de erradicar este mal de la zona. 
Un monitoreo realizado para determinar la distribución de la plaga y el daño ocasionado en forestaciones del sur del Valle de Calamuchita refleja que entre los pinares de 18 a 22 años hay más de un 13 por ciento de ataque y un 10 por ciento entre los pinos de entre 7 y 10 años. 
En el marco de este estudio, realizado por las ingenieras Adlih López y Marcela Demaestri, de la cátedra de Zoología Agrícola, con la colaboración de Esteban Zupan, alumno avanzado de Ingeniería Agronómica, se determinó que la plaga está llegando hasta los árboles que están mejor posicionados, lo cual revela la gravedad de la presencia de este insecto que cumple su ciclo en la madera de varias especies de pino y de otros géneros de coníferas. 
Sin embargo, la investigación revela que aún no hay daños en la zona de Punilla, ya que la avispa todavía no se habría introducido, lo cual es alentador y permite tomar medidas de precaución. 
“Dividimos todo el valle de Calamuchita, que es donde están los pinares, en zonas y empezamos a trabajar”, explica la ingeniera Demaestri, en referencia a este estudio de campo, al tiempo que agrega que “los datos recogidos fueron relevados del campo La Guindas -de propiedad de la UNRC- y de la zona de Alpa Corral”. 
La dispersión de esta plaga, cuyo nombre científico es Surex Noctilio, es inevitable, sobre todo en zonas con especies altamente susceptibles, como es el caso de la provincia de Córdoba donde la gran mayoría de los pinos -31 mil hectáreas, casi el 90 %- pertenecen al tipo Pinus elliottii, el cual ocupa un tercer lugar en la preferencia de este insecto, luego del Pinus radiata o insignis -predilecto de la avispa, se ubica por encima de los 900 metros, y del cual hay menos ejemplares en estas zonas- y del Pinus toeda -que se ubica en las partes más bajas y de los cuales en Córdoba hay unas tres mil hectáreas-. 
El Pinus elliottii se caracteriza por tener más resina que los otros, lo cual les es desfavorable a la hembra a la hora de oviponer (poner los huevos). Sin embargo, es el que mayor cantidad de ataques registra, por ser el más abundante en la región. “A mayor cantidad de resina, ésta ejerce presión y se hace más difícil que la larva entre y circule”. 
La dispersión de la avispa está dada, por un lado, por su capacidad natural de avanzar de 30 a 50 kilómetros por año y, por el otro, por la posibilidad de introducirse en lugares distantes a través del transporte de maderas. 
Entre los árboles, que van de dominantes a codominantes pasando por intermedios, hasta llegar a suprimidos, según su estado y desarrollo, los suprimidos son los más propensos a ser atacados por la plaga del Sirex. 
En este sentido la ingeniera  Adlih López afirma que en esta zona "están dadas una serie de condiciones, ya que están las especies que les gustan a las abejas, hay forestaciones con mal manejo, todo lo cual favorece la propagación de insecto", aunque subraya que "tenemos la ventaja de ser una región que está separada de otras zonas de forestación. Casi es imposible que la avispa venga sola a la región. Es decir que al ser una zona geográfica aislada es más fácil de bajar el nivel de población y manejarla. Si es que nos aseguramos de no tener infección externa. 
Al respecto,  los investigadores reclaman mayor rigidez en las medidas de control del paso de la madera. "Porque a la avispa nos la introdujeron de otro lado", aseguran, al tiempo que insisten en la necesidad de que se tomen medidas de controles sanitarios de entrada y salida. 
El estudio realizado por los universitarios, tuvo en cuenta la diferencia entre orificios de emergencia (huecos en el tronco), que indican ataques de años anteriores, y las oviposturas (colocación de los huevos), que dan cuenta de ataques actuales o recientes.  De acuerdo con esto, se comprobó que el mayor porcentaje de emergencia se observa en árboles ubicados en posición intermedia (71,43%) y suprimidos (28,86%) y no en los dominantes. Si embargo, cobra relevancia el dato de que estos últimos se determinaron oviposturas, lo cual muestra una tendencia de avance de la plaga sobre árboles mejor posicionados. 
Según los investigadores universitarios, las zonas más comprometidas por la presencia de la avispa barrenadora de los pinos es Alpa Corral, donde hay gran cantidad de esta plaga y menos manejo se realiza por parte de los productores, y el norte de la provincia de córdoba, donde hay focos de infección aún mayores. 

El ciclo biológico 
Luego del apareamiento en la copa de los árboles, el ciclo biológico, que se cumple a lo largo de un año,  comienza cuando las hembras realizan perforaciones del diámetro de un alfiler para colocar sus huevos a través de la corteza, a la vez que inyectan las esporas -células reproductoras- de un hongo, del cual se alimentará la larva, y una sustancia tóxica para la planta que la irá debilitando, junto con el hongo, hasta causarle la muerte. 
A cabo de dos semanas ocurre la eclosión y las larvas comienzan a desarrollarse. Forman túneles en la madera para alimentarse del hongo. Así, se van acercando a la corteza y se transforman en pupas, estado inmóvil en el que permanecen a lo largo de unas tres semanas, tiempo en el que van tomando forma de adulto para luego emerger. 
Estos insectos mayores, cuya longitud varía entre 1 y 4 centímetros, salen de este modo hacia el exterior de la planta, donde pasaron por los estados de larva y pupa, generalmente a mediados de la primavera y en verano. Su salida deja en el árbol orificios perfectamente circulares, de 0,4 a 0,8 centímetros de diámetro y su vida fuera de la planta puede variar de 3 a 15 días, lapso en el que se vuelven a parear para dar continuidad al ciclo. 
"El proceso comienza cuando la avispa revolotea, llega a la plantación, elige un árbol, generalmente árboles que están decaídos o codominantes (dominados por otros). Primero hace unas perforaciones, para lo cual cuenta con un ovipositor, que es como una espina con la que agujerea la corteza; así es como mete el huevo, pero a la vez en el mismos orificio puede introducir el mucus tóxico y la espora del hongo. Es decir, que introduce un hongo que siempre lleva consigo. De esta manera es como introduce el hongo y los huevos y estresa la planta", explica detalladamente Demaestri. 
El proceso continúa, el hongo comienza a desarrollarse y la larva que nace de ese huevo también empieza a desarrollarse y a alimentarse del hongo. 
La larva se cría dentro del tronco del árbol, va  haciendo galerías, siguiendo al hongo. De este modo el insecto pasa los estados de huevo, larva y pupa, dentro del tronco, y cuando emerge ya es un adulto.  

Equipo de Investigación: 
Director:  Ing. Agr. Adlih López 
Fac. de Agronomía y Veterinaria  / Cátedra de Zoología Agrícola 
Tel: (0358) 4676192  / Email:alopez@ayv.unrc.edu.ar