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Comunicado

Situación en la Universidad Nacional de la Rioja. Consideraciones del Rectorado de la UNRC

24 de Septiembre de 2013 - Desde el Rectorado de la Universidad Nacional de Río Cuarto expresamos nuestra preocupación por la situación que atraviesa la Universidad Nacional de La Rioja (UNLAR), cuyo Rector Tello Roldán, ocupa ese cargo por un período de más de veinte años.

Los contenidos de las denuncias efectuadas por funcionarios que han renunciado -como así también por la dirección de la Asamblea interclaustro allí conformada- evidencian hechos de suma gravedad institucional para una institución pública, como lo es el cercenamiento de derechos elementales.

El martes pasado, día del 42º aniversario de la UNLAR, alumnos y docentes con apoyo de distintos sectores y organizaciones sociales, marcharon para pedir la “democratización de la universidad, el pago anual de docentes y garantías en la calidad educativa”, según se releva en varios medios (Página 12 del 20 de septiembre del corriente año). Se agrega además que “Los docentes denunciaron, además de los despidos (cerca de 70 docentes), que la universidad les paga por su trabajo de marzo a junio y de agosto a noviembre, y sólo algunos llegan a cobrar parte de su sueldo en julio, diciembre, enero y febrero“. La última marcha en La Rioja capital del día domingo 22 de septiembre con cerca de siete mil personas demuestra una vez más la preocupación de la población por la gravedad de los acontecimientos.

Nos pronunciamos a favor de universidades con estabilidad laboral, con elecciones directas, con representación interclaustro (los cuatro y hasta incluso el quinto claustro de las organizaciones sociales) y con decididas y claras políticas institucionales que promuevan escenarios de participación, que alienten los debates y producciones en torno al conocimiento con perspectiva crítica, con fuerte vocación por lo público y con compromisos con las necesidades de nuestros pueblos.

Los caminos indicados por la Reforma del ‘18 en Córdoba, la gratuidad de la educación universitaria del ‘49, las universidades que soñaron Paco Urondo, Darcy Ribeiro, Adolfo Puiggrós o Varsavsky, para citar algunos intelectuales, no son precisamente la de las precarizaciones y las del sostenimiento de privilegios de minorías. Nuestras universidades, formando parte de un sistema educativo nacional, deben ser profundamente democráticas, con pensamientos y prácticas emancipatorias, que acompañen los procesos populares de nuestra América Latina y no reductos de tipo feudal.

Iniciamos un camino que nos está permitiendo salir de las duras huellas que nos dejaron las dictaduras cívico-militares, en particular la última del ‘76, como así también estamos revertiendo las políticas neoliberales de mercantilización de la etapa menemista, tan cara a nuestro pueblo, a nuestro campo público, en particular al sistema educativo y a las propias universidades. Sólo con caminos populares cambian las huellas trazadas por las minorías privilegiadas de nuestra Argentina.

La autonomía de las universidades no fue pensada como autonomía respecto de las necesidades de nuestros pueblos, para alejarnos de los proyectos nacionales emancipatorios, populares, sino todo lo contrario.

La situación en la UNLAR debería resolverse a través una profunda política de democratización.