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El artista Héctor Otegui fue investido como Doctor Honoris Causa de la UNRC

20 de Noviembre de 2014 - Nativo de Pergamino y riocuartense por opción es un excelso exponente del arte de la pintura, de la escenografía, de la plástica y de la restauración. Fue discípulo de Libero Pierini y comenzó su formación allá por 1940. Hoy con más de 90 años recibió la máxima jerarquía que la Universidad otorga a personalidades de reconocido prestigio destacadas por su ética trayectoria y proceder.

En una emotiva ceremonia que tuvo lugar este jueves en el aula mayor el artista riocuartense Héctor Otegui fue investido con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Héctor Otegui destacado pintor, escultor, restaurador y escenógrafo recibió tal distinción de manos del rector Marcelo Ruiz quien presidió la ceremonia junto al vicerrector Javier Salminis y otras altas autoridades de los decanatos y secretarios del Rectorado.

El artista fue investido como Doctor Honoris Causa por Resolución 236/14 del Consejo Superior de la UNRC en mérito a su vasta obra en favor de la educación del arte y a propuesta del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Humanas y a solicitud de los estudiantes de la carrera de Lengua y Literatura Gabriel Andrés Parejo Cavaignac y Mariana Sesin, quien tuvo a su cargo el laudatio a Héctor Otegui.

Previo a la ceremonia fue recibido por las autoridades universitarias y de las facultades en el Rectorado donde firmó el libro de los visitantes ilustres. En tal ocasión el Maestro Otegui añadió el siguiente texto: “Estoy muy agradecido por este premio ha sido una sorpresa que una Universidad me haya querido premiar. Me siento muy halagado. Aconsejo a la gente que pinte”.

Posteriormente Otegui y las autoridades se dirigieron al aula mayor donde lugar tuvo lugar una entrevista en vivo con la participación del periodista Javier Lucero. Algunas de las principales ideas que expresó el artista se reproducen a continuación.

- Los lugares que más me gustaba pintar era en la Estancia El Durazno donde mi papá me llevaba de muy niño incluso conocí a la viuda de Olmos. Es un lugar hermoso donde no hay cemento porque hoy vemos lamentablemente cemento por todo lado, sin naturaleza. También me gustaba pintar en Alpa Corral y Las Albahacas y Río de los Sauces y siempre andaba buscando lugares naturales que no hay en la ciudad.

-Buenos los maestros de la escuela primaria ya me habían hablado de la belleza de los colores y del uso de en la pintura, a mí me gustaba la pintura pero no era bueno para la matemática. Estaba en sexto grado cuando Río Cuarto no había ni veredas en las calles todavía estaban las vías de un tranvía que funcionaba en la ciudad. He sido muy afortunado en descubrir la pintura desde niño.

-Me llamaba la atención que cuando pintaba los niños me miraban. Una vez un portugués que tenía un almacén en Lavalle y Pringles me preparo el salón y allí empecé podemos decir con la pintura. Como docente primero con los niños y en el año 1972 empecé con la gente mayor. -Luego empecé con la escenografía y el propio Juan Filloy me sabía corregir algunos modelados de escenografías. Lo he hecho hasta hace poco a esto también.

-Mire nadie es más que otro todos tenemos nuestros problemas pero también nuestro cuarto de hora de felicidad. Yo trabajé para enseñar a los niños pobres y otras veces he trabajado para los ricos, en Chile, en Perú, en Méjico y aprendí que todos tenemos nuestros grandes problemas pero también momentos de felicidad.

-Claro el sueldo del maestro no alcanza. Las esculturas eran más caras. La escultura la descubrí con algunos maestros que tuve y amigos que me ayudaron a dar los primeros pasos. Íbamos al río y ellos me pedían que les hiciera una escultura sobre la costa de una mujer desnuda –dijo entre risas-. Ya trabajé con distintos maestros que enseñaron a hacer los moldes y a hacerme en los distintos secretos de la escultura.

-Hay que urbanizar si se quiere pero poner jardines, flores, balcones con macetas. Hay que llenar de jardines el Boulevard Roca, Plaza Racedo y otros lugares públicos que tiene la ciudad. Vemos por ejemplo una ciudad como Brasilia una ciudad llena de rectas y curvas en las construcciones pero con pocos espacios verdes para pasar un buen momento, tomar un descanso de los problemas.

-Una obra de estilo abstracto puede verse como grupo de pinturas esparcidas con colores sobre un lienzo pero para mí esos colores me pueden sugerir un amanecer y esa obra ya no es más abstracta. En algún momento en Río Cuarto había una puja entre los figurativos, a los que pertenezco, con los abstractos pero hoy tenemos que aceptar que los tiempos cambian y los estilos también. Hay que aceptar los cambios en el tiempo.

-Yo tuve una infancia pastoril en medio de la naturaleza hoy los niños no pueden aprovechar esta naturaleza porque además de ir a la escuela tiene que prepararse para otras exigencias de la vida actual como aprender inglés y le queda poco tiempo para jugar. Yo viví en una época donde en Río Cuarto había que hacerse curar el empacho porque había dos médicos que no alcanzaban para todos. A mí me sacó el empacho una india me dio un brebaje muy amargo y me salvó y acá me tiene.

-Siempre me gustó el arte la poesía. A los 16 años le regalé un poema (Fragmentos de luna) a mi madre, ella se emocionó y me dio una cachetada pero me no creía que yo lo hubiera escrito, tampoco la maestra que me dijo mentiroso y en el próximo examen me hizo rimar unos versos.

El acto protocolar

Una minutos después de concluida la entrevista comenzó el acto protocolar donde el rector Marcelo Ruiz hizo entrega del diploma y de la resolución que acreditan al Maestro Otegui como Doctor Honoris Causa de la UNRC. Durante el acto hicieron uso de la palabra Estela Maris Juárez alumna del taller de pintura del Maestro y el laudatio estuvo a cargo de Mariana Sesin. En la ceremonia la caricaturista Magalú hizo entrega a Otegui de una caricatura que ella realizó mientras se desarrollaba la entrevista, también el Maestro Otegui hizo entrega de uno de sus cuadros a la UNRC.

Compartieron el estrado en la ceremonia junto a Héctor Otegui y el rector Marcelo Ruiz, el vicerrector Javier Salminis, el decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria Guillermo Bernardes, la decana de la Facultad de Ciencias Humanas, Gisela Vélez, la decana de la Facultad de Ciencias Económicas, Susana Panella, el decano de la Facultad de Ingeniería, Leonardo Molisani y el vice decano de la Facultad de Ciencias Exactas Marcelo Fagiano.

Laudatio a Héctor Otegui

Mariana Sesin tuvo a su cargo la laudatio de este nuevo Doctor Honoris Causa de la UNRC. Sostuvo en parte de su discurso: “Consideramos que ser profeta en su patria por elección donde ha dejado y deja hasta hoy como podemos ver tantas huellas de su paso, de esas que se ven en los paseos de nuestra ciudad en forma de esculturas y en las paredes de tantos espacios en forma de metáforas pintadas. Y también de las otras de las huellas menos visibles esas que hacen las diferencias entre centenares, vaya saber sino miles de chicos de este lugar del sur a los que les cambio la manera del ver el mundo”.

Agregó: “A través de los colores del crayón don Héctor Otegui brindo futuro a tantos y tantas. Les enseño con el ejemplo más solidario a habitar este mundo para construir uno mejor. Esto demuestra que las huellas menos tangibles no son las menos importantes y ese es lo esencial de don Héctor, el hacer de un genio creador, que algunos desarrollan de manera individual y muy egoístamente, en él es algo que se comparte haciendo mates en el taller o las risas con todos. Esa chispa que se hace social en su manera de hacer arte aportando a nuestra identidad cultura, aportando su luz que se transforma en faro rompiendo moldes en un taller que se llena de jóvenes con ganas de aprender y este maestro eterno con ganas de enseñar. Desde el ejemplo parece decirnos permanentemente que el arte se construye con todo lo que quieran ver y hacer”.

Mariana Sesín destacó que el Maestro “Otegui es un artista comprometido con la sociedad, un persona de nuestro terruño que nos ha representado de la mejor manera por el mundo entero, que es un orgullo para todos nosotros y para toda la comunidad. El Maestro Otegui es un ejemplo pleno de vitalidad y siempre con palabras que atrapan o invitan a la sonrisa. En el pago chico en el barrio donde construye mundo, los pinta, los describe, los moldea. Héctor Otegui se merece la máxima distinción de este acá, su lugar, pero además se merece el más cálido de los abrazos porque frente a tanto reconocimiento sigue siendo tan sencillo por tener la humildad de los grandes maestros, que se caracterizan por su sabiduría y su capacidad para transmitirla y por la atención que se es capaz de prestar a sus discípulos”.

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