30º Aniversario
“El Jardín Maternal es mi vida”
24 de Octubre de 2016 - El Jardín Maternal “Rayito de Sol” de la Universidad Nacional de Río Cuarto está celebrando 30 años de vida. Su directora, Lilian Morosini, fue protagonista de todos sus días, desde 1986, cuando abrió sus puertas a la comunidad universitaria. Recordó los momentos más felices y los más difíciles que le tocó vivir. La efectivización laboral de las maestras que trabajan allí después de una lucha de 25 años y la explosión de la Planta Piloto fueron dos de esos hechos que marcaron su vida
Geográficamente, el Jardín Maternal “Rayito de Sol” no se encuentra en el corazón de la Universidad, pero en su interior resuenan los latidos de la vida, y desde allí, desde ese lugar donde germina la fantasía, el campus se ilumina con el resplandor de más de un centenar de las estrellas más preciadas.
El Jardín Maternal “Rayito de Sol” está cumpliendo 30 años de vida. No es menor, como tampoco lo es su misión de ser custodio del futuro.
Su directora, Lilian Morosini, fue testigo y protagonista de cada momento en el transcurso de estos 30 años, desde su creación, cuando formó parte del primer grupo de seis docentes. Será por lo mismo que confiesa: “El Jardín es mi vida”.
Sus brazos cobijaron a cientos de niños, muchos de ellos ya son hombres y mujeres, graduados e incluso docentes de esta Universidad, que ahora la vienen a ver al Jardín Maternal para confiarle sus propios hijos.
Después de 30 años recorridos, Lilian se emociona con algunos recuerdos. Como cuando trajo a su propio hijo al Jardín hace ya 21 años, o cuando la explosión de la Planta Piloto le impuso a cada maestra un reto a su templanza, o cuando comenta que después de 25 años de contratos provisorios lograron la tan anhelada efectivización en sus cargos en 2005.
Lilian reconoce que su tiempo para jubilarse está más cerca de lo que le gustaría; por eso admite que no se quiere ir. Sabe que muchas cosas se lograron en estos 30 años, pero también sabe que algunos anhelos todavía esperan. Por ejemplo, la ampliación del Jardín, para cubrir la gran demanda que hoy deja a muchos docentes, nodocentes y alumnos de la Universidad sin lugar para sus hijos.
A 30 años de aquella valiosa creación, vale destacar que hoy el Jardín Maternal “Rayito de Sol” de la Universidad Nacional de Río Cuarto pasó del aquel plantel inicial de seis docentes a las actuales 25 “seños”, que poseen cargos de maestras maternales, en el nivel preuniversitario. Y de las primeras cuatro salas -lacatario y maternal 1, 2 y 3- a las actuales cinco salas -lactario 1 y 2, maternal 1 y 2, y sala de 3 años-.
-¿Qué significan para usted estos 30 años?
Es un camino recorrido junto a todos mis compañeros, a los que trabajaron aquí en su momento y a los que trabajan ahora. Es haber pasado situaciones difíciles y haberlas sorteado con éxito. Hemos llegado hasta este momento en el cual podemos decir que sabemos quiénes somos y dónde estamos parados. Sabemos que somos un Jardín donde se asiste al niño para su desarrollo personal y social y sabemos también que asiste al padre que trabaja dentro de la Universidad.
-¿Estuvo en el Jardín Maternal desde que comenzó a funcionar?
Estoy en el Jardín desde que se creó. Fui una de las primeras maestras. Pero yo ingresé en febrero del año 1980 a la Universidad para trabajar como nodocente administrativa en la Facultad de Ciencias Humanas, donde comencé a estudiar Educación Inicial, que en ese momento de llamaba Pre-escolar. Cuando las autoridades de la Universidad resolvieron crear el Jardín Maternal, buscaron maestras jardineras con título y, por ese entonces, yo era la única que lo tenía dentro de la planta nodocente. Así fue como me trasladaron aquí.
Con el tiempo, tuve que renunciar a la planta nodocente para poder seguir siendo maestra del Jardín, pero como esa era mi vocación cambié la estabilidad de la planta permanente por un contrato para ser docente. Pero no lo dudé, era lo que quería. Era mi vocación. Yo quería ser maestra.
-¿Qué recuerdos tiene de aquellos primeros días del Jardín?
Esto era un lugar muy chiquito. Era el Pabellón “A”, donde funcionó un tiempo el Rectorado de la Universidad. Empezamos con 25 niños y éramos 6 maestras. Había dos salitas, la de Lactarios y la de Maternales. Recuerdo que teníamos muy poquitas sillas y muy poquitos juguetes, pero teníamos tantas ganas que todas esas carencias las fuimos sorteando.
-¿En qué momento asume como directora del Jardín?
La primera directora fue Elsa Benítez, apenas se creó el Jardín, quien ejerció el cargo durante seis años, y después asumí yo hasta el día de hoy. Hace muchos años que estoy en la dirección.
-¿Y cómo fue creciendo el Jardín desde aquellos días hasta lo que es en la actualidad?
Primero teníamos 25 niños en todo el Jardín, pero las necesidades de muchos docentes, nodocentes y también alumnos de la Universidad hicieron que nos viéramos en la necesidad de pedirles a las autoridades la construcción de nuevas salas, para ofrecerles más posibilidades a los miembros de la comunidad universitaria. Así fue que con el tiempo se abrió la Sala de Tres, también se fueron dividiendo los Lactarios de acuerdo a la edad cronológica de los niños. Teníamos la idea de que el Jardín debía contener a los niños de acuerdo con su edad. Por eso pudimos abrir distintas salas, para que cada niño pudiera estar con su par.
-A usted le tocó ser maestra pero también ser mamá.
Me tocó ser maestra, me tocó ser mamá y también directora. Para mí es mi vida este Jardín. A pesar de que no fui su maestra, yo traía a mi hijo aquí todos los días y lo hacía con mucha alegría porque sabía que acá estaba muy bien cuidado. Él se quedaba ocho horas. Hoy ya tiene 21 años, pero siempre que puede vuelve a visitar el Jardín, porque tiene muy gratos recuerdos de sus maestras, de este lugar, de la comida. Me emociono mucho hablando de esto…
-Me imagino que por el Jardín han pasado muchos niños que hoy son docentes o incluso autoridades de la Universidad.
Sí. Han pasado niños que fueron alumnos míos y que hoy son docentes y padres que traen a sus propios hijos al Jardín.
-En estos 30 años han pasado muchas cosas ¿Cuál ha sido tal vez el momento más difícil que le tocó atravesar como directora del Jardín?
Hemos tenido suerte, porque no tuvimos que atravesar por momentos muy duros. Las autoridades, quien más quien menos, siempre nos apoyaron. Lo que nos costó mucho, pero finalmente llegó en 2005, fue nuestra efectivización dentro de la Universidad. En esa lucha tuvimos el apoyo incondicional del rector Oscar Spada, del rector Leonidas Cholaky y del profesor Roberto Rovere, que en aquel momento era secretario general. Pertenecer a la planta permanente de la Universidad fue un hito para nosotras las maestras porque estuvimos 25 años como contratadas y no podíamos salir de esa situación. Sentíamos que teníamos estabilidad porque contábamos con el apoyo y la palabra del rector, pero un contrato es un contrato y tiene un término. Fue una lucha de todo el personal docente de este Jardín y eso quiero destacarlo.
Otro momento muy crítico fue cuando sucedió la explosión de la Planta Piloto. Los que estuvimos aquí, primero, creíamos que era un temblor. No nos dimos cuenta en un primer momento lo terrible que estaba pasando. Con ese hecho, tomamos verdadera dimensión de lo importante que es que los papás estén en la Universidad. Gracias a Dios, tuvimos el apoyo de toda la comunidad, que nos ayudó a sacar los niños. Hacía muchos años que no hacíamos simulacros de evacuación en el Jardín, así que en el momento de la explosión hicimos lo que pudimos y por instinto. Pero fue ese instinto el que nos llevó a salir por las puertas de emergencia, fue ese instinto el que nos llevó a no desesperarnos. No sé qué habrá pasado por la mente de cada docente en ese momento, pero sí sé que para nosotros cada niño es como un hijo. Había que sacarlos con la mayor urgencia posible, pero también con la mayor tranquilidad, y pudimos hacerlo. A la vez, había que tratar de contener a los niños más grandes, porque ellos se habían dado cuenta que algo muy grave estaba pasando.
-Con sus años de experiencia a cuesta ¿Qué consejo le daría a las maestras más nuevas que se están incorporando al Jardín?
Nosotros tenemos un título, pero no todos tenemos la capacidad de estar con niños. Lo primero que hay que tener es alegría de venir acá. En nuestra vida privada pasamos por miles de cosas, pero acá tenemos que estar con alegría para transmitirle bienestar al niño y que el papá también se vaya tranquilo. El papá tiene que estar tranquilo en su lugar de trabajo sabiendo que su hijo está muy bien en el Jardín. Esa es nuestra responsabilidad. Así que lo primero que le quiero transmitir es eso. Las ganas, la alegría y saber trabajar en conjunto.
¿Cuántos niños vienen hoy el Jardín?
Hoy vienen al Jardín 120 niños. Hay 25 docentes y un plantel de cinco nodocentes que es muy bueno, algunos de ellos con muchos años de trabajo acá. Se encargan de preparar y llevar la comida a los niños, hacen la limpieza y muchas otras actividades.
¿Qué le quedó pendiente de lograr desde la Dirección?
Me hubiese gustado poder llevar adelante la ampliación del Jardín, porque hay una demanda muy grande y muchos chicos quedaron afuera. También me hubiese gustado que no se cerrara la Sala de Cuatro. Fue como un desprendimiento para nosotros porque fue un logro en ese momento. Ahora, para la educación formal, será obligatoria la Sala de Tres, y no quisiera que se cerrara la que tiene el Jardín Maternal. Con respecto a la ampliación del Jardín, hubo una oportunidad, pero a nivel nacional se produjo un desfasaje económico y, lamentablemente, el proyecto no pudo llevarse a cabo. Lo más urgente que hoy estamos necesitando es una sala más y la ampliación de la cocina.
-Después de todos estos años, debe tener muchas anécdotas que contar.
Sí, claro. Y la que más recuerdo es que, cuando era maestra, siempre nos quejábamos de la directora. Otra anécdota curiosa que recuerdo es que un grupo de varias maestras, entre las que estaba yo, coincidimos en que nos casamos todas el mismo año. Fue en el ’93 y teníamos fiesta casi todos los días.
-¿Hay algo que quisiera decir por último?
Sí. Quisiera agradecer a todos mis compañeros. Los directores no podemos hacer nada si no tenemos el apoyo de ellos, docentes y nodocentes, que en el caso del Jardín trabajan incondicionalmente.
¿Cuánto le queda para jubilarse?
Ya estoy en condiciones de jubilarme, pero la verdad es que no me quiero ir.
Un pequeño de 30 años …
Una sencilla ceremonia sirvió de marco para dar rienda suelta a las emociones que genera recordar la creación del Jardín Maternal Rayito de Sol de la Universidad Nacional de Río Cuarto, de la cual se cumplieron 30 años.
Las instalaciones del jardincito fueron el escenario elegido para el festejo, que contó con la presencia del rector de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Roberto Rovere; el secretario de Bienestar, Fernando Moyano, y la directora del Rayito de Sol, Lilian Morosini.
Allí fue que se evocó aquella gesta de hace tres décadas, cuando un grupo de padres y madres se propusieron la apertura de un espacio educativo y de contención para sus niños. Tras lo cual un puñado de ellos, en representación del conjunto de familias de los distintos sectores de la comunidad universitaria con esa necesidad, se pusieron en contacto con el rector normalizador Juan Carlos Pereira Pinto y le pidieron un jardín maternal para los hijos del personal docente, no docente y estudiantes, que finalmente se creó a partir de una resolución del -en aquel momento- Consejo Superior provisorio, la número 39 del año ’84.
Entonces se designó una comisión que elevó al Consejo Superior un proyecto definitivo. Luego comenzaron los trabajos de remodelación del pabellón “A”, donde funcionó el antiguo rectorado. Y allí, finalmente, el 6 de marzo de 1986 abrió sus puertas el jardín maternal de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
En la conmemoración de estos 30 años, se valoró el trabajo de muchos universitarios, docentes, no docentes, familias y niños, que dejaron su impronta en esta pequeña gran historia, alguno de los cuales participaron del acto recordatorio y dieron su testimonio.
Se indicó que tal como se planteó en esos primeros años, hoy se reafirma
el objetivo educativo, con énfasis en la importancia crucial de los primeros años de vida para el crecimiento y desarrollo integral de los niños. Y que “se sigue entendiendo que la enseñanza es una tarea que compromete a todos, en un trabajo conjunto, acompañando algunos de los primeros pasos de los más pequeños en el enorme desafío de crecer”.
En la oportunidad, el rector Roberto Roevre, junto con el secretario de Bienestar, Fernando Moyano y la directora del Jardín Maternal Rayito de Sol, Lilian Morosini descubrieron una placa recordatoria de este aniversario. Finalmente hubo una comida que compartieron los presentes.
En el acto, la directora Lilian Morosini expresó: “Significa una emoción muy grande poder festejar con todos nuestros compañeros, con gente que ha formado parte de la historia de este Jardín. Es una verdadera satisfacción cumplir estos 30 años de trabajo ininterrumpido. Es importante poder recordar el ayer y el hoy. Pero, fundamentalmente, quiero destacar el trabajo en conjunto”. “El festejo de estos 30 años sirve para recordar el pasado, pero también para dar pasos firmes hacia el futuro”.
“Lo que nunca vamos a perder de vista aquí es que tenemos que asistir educativamente al niño para favorecer su desarrollo personal y social”, puntualizó la directiva.
Rovere: “El Jardín Maternal es parte de la vida cotidiana de todos los que transitamos por esta Universidad”
“Este festejo es muy especial, porque todos en algún momento hemos tenido alguna instancia de paso por nuestro Jardín Maternal con nuestros hijos, en muchos casos ya graduados y, en otros, incluso docentes de esta Universidad”, dijo el rector Roberto Rovere. Y agregó: “El Jardín Maternal es parte de la vida cotidiana de todos los que transitamos por esta Universidad”.
“Para nosotros es un momento muy lindo, porque el Jardín forma parte de un momento especial de la formación inicial de nuestros hijos”.
“El Jardín, además de recibir y contener a nuestros hijos, nos ayuda a en nuestra labor cotidiana dentro del ámbito de la Universidad. Esto es fundamental, porque ponemos toda la confianza en quienes dejamos nuestros hijos. Esa tranquilidad tiene que ver con la certeza y la garantía que nos da la formación y la calidad de las maestras que tenemos”, finalizó la máxima autoridad universitaria.
Moyano: “Tenemos docentes graduados en esta Universidad que dieron acá sus primeros pasos”
Fernando Moyano, secretario de Bienestar de la Universidad, sostuvo: “Es muy especial este jardín. Pensemos que tenemos docentes graduados en esta Universidad que dieron acá sus primeros pasos. Y especial porque, si bien ahora los chicos ingresan con tres o cuatro meses, en sus comienzos lo hacían con 45 días de vida. Por eso, muchos de los chicos, verdaderamente, se han criado aquí".
“Estos 30 años son muy emotivos, porque también hay docentes que se han jubilado en el jardín. Además esto nos permite recorrer el pasado y disfrutar el presente”, agregó el funcionario.
Silvia Alesci: “Pude traer a mis hijos al Jardín con la seguridad de que estaban bien educados”
“Yo transcurrí con mis cinco hijos durante mi trabajo en el Jardín. Todos ellos vinieron y pasaron por todas las salas. Fue un gran logro para mí haber trabajado y, a la vez, cumplir con mis funciones como mamá, pudiendo traer a mis hijos al Jardín con la seguridad de que estaban bien educados y bien cuidados”, testimonió Silvia Alesci, profesora en Educación Pre-escolar, que se desempeña desde 1986 como docente del Jardín Maternal Rayito de Sol.
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