“El Carácter
es el
Destino del hombre”
AGUSTIN JOSE TOSCO:
Un hombre de fe(*)
Hace dos mil años cuando desde la cuna griega de la civilización
occidental Heráclito, el Oscuro, sentenciaba: “El carácter
es el destino del hombre” nadie entendió muy bien el sentido de
sus palabras. Algunos, las tomaron como propias de un místico hermético
y elitista; otros como las de un viejo ermitaño loco, y los menos
se acercaron a su sabiduría para entender el significado de aquellas,
y comprobar que también en ese fuego había dioses.
Pocos también fueron los que comprendieron su actitud de desapego
a los bienes materiales, su vida ascética y solitaria, su renunciamiento
al poder y los honores. Sin embargo, estos rasgos generales de conducta,
estos valores humanos, sustentados con rectitud y coherencia, hicieron
inmortal al griego y fueron tomados por otros hombres a lo largo de la
historia de la humanidad, como un modo de vida. “Yo me escudriñé
a mi mismo, porque está en poder de todos los hombres conocerse
a sí mismos y ser sensatos”...
La sentencia del filósofo griego, padre de la dialéctica,
acuerda plenamente con lo que fue la existencia de Agustín José
Tosco, hombre nacido en Coronel Moldes (Córdoba) el 20 de mayo de
1930, autodidacta, dirigente gremial, maestro de obreros y estudiantes
durante la década del 70 desde el Sindicato de Luz y Fuerza de la
ciudad de Córdoba. Los sociólogos pueden considerarlo, dentro
de esa época, como un “actor social” porque toda su conducta política
se encuadró dentro de las pautas requeridas para ser incluido en
esta categoría; como hombre, eligió y asumió ciertas
actitudes de vida, desarrolló rasgos de carácter que le forjaron
ese destino. Ciertamente, ellos fueron aconsejados por el filósofo,
aunque es claro que Tosco no se propuso imitarlo... “El hombre no es divino,
sino una especialísima modificación de la materia, y está
sometido a los mismos procesos que el Universo”.
Agustín J. Tosco fue un hombre de carácter revolucionario.
Erich Fromm, destacado psicoanalista alemán define los rasgos de
este carácter diciendo que el revolucionario es un hombre libre
e independiente, con mentalidad productiva, amplia y democrática,
ligada a la humanidad; dotado de capacidad crítica y capaz de decir
“no” al poder, es también un escéptico y a la vez un hombre
de fe. Confirman estas cualidades no solo los actos de su vida, sino el
testimonio de quienes lo conocieron. Fue ante todo un hombre libre e independiente
a partir de que pudo sentir, pensar y decidir por sí mismo, usando
esa libertad para el trabajo solidario. El vínculo que lo une a
su familia es fuertemente afectivo pero no dependiente, y esto se manifiesta
a medida que se afianzan sus convicciones. Aún en la cárcel,
en la clandestinidad, al borde de la muerte, mantiene un vínculo
epistolar a través del cual los lazos del afecto siguen intactos,
impregnados de cariño, agradecimiento y preocupación para
que no sufran por las situaciones que debe atravesar, sino que las que
comprendan desde el corazón y la conciencia. “El hombre es dialéctico:
se transforma todos los días, cualitativa y cuantitativamente. Hay
un equilibrio que es la vida, que al suprimirse por distintas razones,
se convierte en otra cosa, y en un montón de cosas diferentes. La
muerte es la supresión de un determinado equilibrio biológico,
y la constitución de nuevos equilibrios. Como hombre, no me gustaría
morir habiendo traicionado a mi clase”... “La adversidad es la prueba de
la fortaleza del espíritu y de la integridad del hombre”... Fue
un hombre de mentalidad productiva, amplia y democrática y esto
se manifiesta día a día en su lucha gremial, en su actividad
con los demás. A medida que se afirma su individualidad crece su
personalidad en relación con los otros: la clase trabajadora y toda
persona con conciencia humanista y democrática. “En el plano personal
soy un trabajador que trata de ser consecuente con sus ideales y su causa.
No sé darle otro tipo de definición que no sea la de un hombre
que trabaja y lucha al servicio de su clase y de su pueblo. Eso es lo que
pretendo ser con todas las imperfecciones que evidentemente tengo”... “El
criterio de unidad sin discriminaciones, de la clase obrera y sectores
populares, es el camino que hará triunfar los grandes ideales patrióticos,
democráticos y revolucionarios”... Fue un hombre ligado a la humanidad,
al hombre concreto porque fortalece la idea que toda idea de progreso y
vida está en uno mismo, sin ser por esto un individualista. Esa
libertad e independencia no sólo se da a partir de su adolescencia
cuando se desprende del vínculo paternal y autoritario; sino que
durante toda su vida es libre e independiente frente a cualquier autoridad
civil o política (celadores - directores - patronales - militares
- gobernantes) ...“cuando hablamos de revolucionarios, nosotros hablamos
de humanistas”... “La plena vigencia de los Derechos Humanos es en esta
época, la plena vigencia de los Derechos del Pueblo”... Pudo decir
no al Poder porque jamás lo impresionaron las autoridades y la fuerza;
tampoco lo amedrentaron moralmente ya que estaba seguro de la justicia
de su causa y de su accionar consecuente...
“La solidaridad de la clase obrera me ha arrancado, a mí, de las
garras de la dictadura, como antes ha arrancado a otros compañeros”...
Fue un hombre capaz de observar y criticar su época y su sociedad,
a través de la razón y la experiencia práctica; proponiendo
métodos y formas de lucha con un profundo respeto por la vida y
la dignidad humana, ya que estaba dotado de una capacidad crítica
natural que la práctica cotidiana había desarrollado a niveles
de claridad pocas veces visto, según quienes lo conocieron y aprendieron
con él... “Hay dos tipos de sindicalismo. El sindicalismo participacionista
que se mueve en forma dependiente y referencial al sistema... y el otro,
el sindicalismo de liberación que ha comprendido que debe ser un
factor de lucha por la liberación nacional...” No es cuestión
de peronistas o no peronistas para nosotros los fundamental es la unidad:
unidad de acción, unidad de lucha, programas de conciencia, prácticas
solidarias, con ellas será posible acelerar la materialización
de los objetivos populares”... Esto hizo de él además, un
escéptico de fe, en el sentido que podía ver y analizar perfectamente
las condiciones reales en que se desarrollaba la lucha sindical, confiando
en la capacidad del pueblo para liberarse y en el rol histórico
de las grandes masas oprimidas de la humanidad...
“Muchos tributos tendremos que pagar para el logro de la Justicia Social,
la Soberanía Popular y la Liberación Nacional; nada será
en vano ni quedará perdido para siempre; en el balance de las luchas
del hombre y de los pueblos por su dignidad y enaltecimiento, todo tiene
valor; la alegría del triunfo y las contingencias de las derrotas
son condiciones inseparables que inevitablemente suceden cuando la causa
es grande y trascendente; así lo enseña la historia. Otra
cosa sería soñar en el reino de la utopía o proclamarse
dioses de la infalibilidad”... “Tenemos una fe tan inmensa que debemos
transmitir a nuestros hermanos de clase: esa convicción, esa fe,
ese ideal”...
Tosco fue un hombre con profundas convicciones morales provenientes de
una modernidad en la que se había educado y a la que admiraba, y
de una historia familiar ligada al espíritu tenaz de los inmigrantes.
Las experiencias de una infancia y adolescencia, más bien solitarias
y contemplativas, en las que abundaron el trabajo y el sacrificio, contribuyeron
a enraizar esas ideas haciendo de él un hombre de carácter
revolucionario: firme en cuanto a sus objetivos pero flexible por su capacidad
de adaptación a las nuevas situaciones... “Todas las cosas están
en constante movimiento, aunque esta lucha escapa a nuestra percepción
sensorial... nada está quieto, comparando las cosas existentes con
la corriente de un río, no te puedes sumergir dos veces en ese mismo
río”... En nuestro país Tosco como líder gremial de
miles de trabajadores, llevó adelante una tarea revolucionaria y
concientizadora, que también pocos han conocido y comprendido. Su
nombre no creció por aparecer en los semanarios de moda; ni por
poseer bienes en los balnearios del jet-set; ni por compartir las mesas
de los poderosos de turno. Su nombre creció en el corazón
de la gente que lo conocía, en su memoria; en el pecho de los que
luchaban junto a él, en sus conquistas; en lo imperecedero de su
enseñanzas, que pese a no estar escritas, en su mayoría,
han quedado grabadas en la conciencia colectiva de esas generaciones. Tosco
fue un hombre de carácter revolucionario cuyas convicciones políticas
lo llevaron a una verdadera praxis del marxismo-leninismo, que sustentaba
con una fe religiosa en el triunfo de esas ideas. Tenía un profunda
fe en la lucha de clases, como medio para alcanzar un Estado socialista
de base democrática y obrera, con amplia participación de
todos los sectores considerados progresistas y populares. Fe basada en
la razón, que le valiera el calificativo de “escéptico de
fe” porque podía precisar un análisis real de los hechos
que acontecían, sin perder de vista el valor de sus ideales supremos.
Fe en la gente y sí mismo; en la capacidad de lucha del pueblo y
de sí mismo. Fe en la más descarnada de las verdades para
no crear falsas expectativas, ni dar lugar a optimismos de evasión.
fe hasta el último momento... hasta del día en que su mano
temblorosa por la proximidad de la muerte escribió en la cama anónima
de un hospital adonde lo había condenado la persecución de
paramilitares por Octubre de 1975 “Hay que tener fe en que pronto estaré
sano, luchando junto a los compañeros”... Su liderazgo revolucionario
frente a las masas obreras del país, y especialmente, de la ciudad
de Córdoba, es incuestionable, en una época en que la situación
político-económica y social de la República Argentina,
en el contexto mundial de naciones, era la misma de todas las naciones
de Latinoamérica: el poder en manos de sucesivos gobiernos de facto
útiles a la política pragmática del Pentágono.
Como diría el trovador catalán:...”no es que sea dura la
verdad, lo que no tiene es remedio”... ...”el Norte es el que manda”...
Una ideología marxista-leninista, una concepción dialéctica
de la vida y de los movimientos humanos que se van dando a lo largo de
la Historia; un concepto de la libertad emparentado con el Iluminismo y
la formación de un “ethos” propio, en el que se conjugan el imperativo
moral kantiano y la praxis militante de su conciencia clasista, son ejes
orientadores que nos hacen entender que su destino estuvo profundamente
ligado a un carácter revolucionario forjado por la propia conciencia
a lo largo de su existencia personal... “El logos permite al hombre interpretar
la realidad de la totalidad... el saber no radica en acumular datos y organizar
lo que se ve; la sabiduría consiste en descubrir lo oculto, es decir
, la ley de la dialéctica como método de explicación...
esta ley divina es común a todos los hombres”...
Su concepción política del Estado, aún clasista, partía
del respeto a los lineamientos democráticos y sociales básicos
sostenidos por nuestra Constitución Nacional, pese a que fue tantas
veces encarcelado por “subvertir el orden constitucional y atentar contra
las instituciones”. Pensó la participación de pluralidad
de sectores en los movimientos de masas y lo llevó a la práctica,
por ejemplo, con la formación del Movimiento Sindical Combativo
y otros frentes democráticos, integrados por todas las tendencias
políticas y religiosas; ya que las diferencias de grado nunca fueron
para él motivo de discriminación ni obstáculo para
alcanzar la unidad. Toda su tarea tenía como base una actitud dialógica
basada en una ética comunicativa que buscaba el consenso, y en esa
tarea desarrolló una alta capacidad metodológica, desde un
escepticismo de fe, para precisar diagnósticos de la realidad. ¿Agustín
Tosco con un pie en la posmodernidad? Eso lo dejamos para sociólogos
y analistas políticos. Cómo encasillar en un dogma, una doctrina,
una categoría a un hombre de mentalidad amplia y comprensiva; evolucionado
hasta tal punto que uno puede asociar lo común que tiene su mente
con otras mentes humanas, inmortales por su obra, prescindiendo del espacio
y del tiempo ...”es necesario seguir lo común, pero aunque el logos
es común, la mayoría vive como si tuviera una inteligencia
particular”.
Quién diría Heráclito de Efeso, que casi dos mil quinientos
años después de tu fuego: origen de todas las cosas; en otra
ciudad-pueblo al otro extremo de tu ciudad-estado, vivió un hombre
solitario, ascético, desapegado de los bienes materiales, del poder
y los honores... que también comprendió, antes que Los Redonditos
de Ricota y Patricio Rey, que existen fuegos que no se encienden frotando
dos palitos.
Comillado: Fragmentos de Heráclito
y Fragmentos de cartas desde la cárcel y artículos
periodísticos
(*) María Echave
Escritora, Abogada. Docente del Bach. Tec.
“Dolores L. de Lavalle".
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