Juez Pedáneo D. José Tomás Gigena contra Florentino Gaitán por robo. 1799 
“Don José Tomás Gigena, Juez Pedáneo del Partido de Las Achiras, nombrado por el Señor Alcalde Ordinario de la Villa de la Concepción, por su Majestad que Dios guarde”, iniciaba con este solemne encabezamiento el 15 de julio de 1799, una causa criminal contra Florentino Gaitán, a instancias de una denuncia verbal formulada por un vecino llamado Ceferino Balmacecda. 
El primer Juez Comisionado de Achiras, designado a sólo un año de haberse constituido el Cabildo de la Concepción, no era nativo del pago, sino oriundo de Soconcho, Calamuchita, donde había nacido treinta y cinco años atrás y aunque a la sazón no acreditaba mayores pergaminos que merituaran su foja, sin ninguna duda poseía condiciones que posteriormente le permitirían recorrer una escala de dignidades como la que se transcribe: 

1799 – Juez Comisionado del Partido de Las Achiras  
1801 – Regidor Decano del Cabildo de la Concepción  
1802 – Maestro de posta de Las Achiras  
1814 – Proveedor de caballos al Libertador San Martín  
1818 – Alcalde Ordinario del Cabildo de la Concepción  

En cuanto al reo contra quien dirigía el auto de proceso, no era muy trigo limpio y más bien perfilaba la figura del típico contraventor de los que abundaban en el tiempo y lugar de esta crónica, a deducir por el peso y tenor de los cargos del denunciante. 
“...Está haciendo varios robos, así al dicho Ceferino como a los vecinos de aquel distrito”. 
“Así mismo, a pesar de haberle sido requerido al dicho Florentino por varias ocasiones que no llegase a la casa de Balmaceda, por sospechas que este tenía de la perdición de sus hijas, siempre continúa rondando su casa y buscándole sitios aparentes para hablar con sus dichas hijas, por cuyo motivo se ve el dicho Ceferino en detrimento que le suceda alguna avería en el crédito y la honra de su casa”. 

Aunque el móvil era el robo, quedaba claro que la intención del ladrón perseguía dos objetos diferentes. Ante la disyuntiva el comisionado orientó su investigación hacia el primer punto según se infiere del testimonio de los testigos. 

D. Valerio Alba, hombre importante de la pedanía y tal vez el más calificado de La Barranquita por ser el maestro de su posta y poseer considerables bienes y recursos, compareció citado por el juez y previo juramento que “hizo y celebró por Dios y una Señal de la Cruz, según forma de derecho y por el cual prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado”, declaró lo siguiente. 
“Sabía que el dicho Gaitán había muerto una ternera, echando la voz que era del cura Santiago Arias”. 
“Que habiéndola visto otros vecinos que no era del cura sino de D. José Prado, le dieron voz al dicho Prado y le cobró su ternera al Gaitán”. 
“Que también lo había visto con unos calzones de terciopelo azul al dicho Florentino y que habiéndole preguntado como los había habido, le dijo que por dos varas de bayeta de la tierra se los habían dado, y que por el precio sospecha no ser bien habidos”. 

D. José Tomás Suárez, vecino del acusado, declaró como segundo testido, tras el juramento de rigor diciendo que: 
“Le consta que el dicho Florentino ha amamantado este año, tres mulas chicas en sus yeguas y por ningún modo se persuade que sean propias, sino ajenas”. 
“También sabe que mató una ternera de D. José Prado; y habiéndosela cobrado D. Basilio Chanique le dijo que era de él; y habiéndosela cobrado D. José Prado le respondió que era del cura Santiago Arias; y habiéndolo atracado el dicho Prado le dijo que era de D. Fulgencio Ortiz y por último convino en pagársela al dicho Prado”. 
“Y que siempre se está manteniendo con lo ajeno y matando reses sin tenerlas y sin saber que las compre a ningún vecino”. 

El tercer testigo, que dijo conocer al acusado, coincidió con las declaraciones anteriores a las que agregó algunas apreciaciones personales de contenido semejante. 
“Sabía que había muerto una ternera de D. José Prado sin consentimiento del dueño”. 
“Tanto el declarante como todo el vecindario sospechan que se mantiene robando, porque siempre se ven reses muertas y no se oye que sean sus compras tan frecuentes como sus matanzas. Tampoco se le conoce ningún ganado”. 

Por ser la primera actuación judicial del flamante comisionado hay que suponer que debió extremar su sapiencia y cautela. 
Los cursos de acción inmediata a seguir eran dos: resolver el litigio en el ámbito de su jurisdicción conforme a su mejor criterio o derivarlo al Alcalde Ordinario de la Concepción. También existía como instancia definitiva la del Gobernador Intendente, pero a ella se recurría en algunas excepciones impuestas por el peso y la jerarquía de los querellantes. 
En el auto que antecede, eran suficientes los dos primeros niveles para establecer la culpa y determinar la pena. 
Lamentablemente el deterioro y la pérdida del resto del expediente –incluida la declaración del inculpado- nos privan de conocer la ecuanimidad salomónica de nuestro primer juez y la justa sanción que debió purgar aquel pícaro amigo de los bienes ajenos, que según lo precedente no sólo se conformaba con codiciarlos.  

(*) Miguel A. Gutiérrez 
Escritor. Material inédito del libro    
“La justicia colonial en Las Achiras”.

Personajes: 

Juez pedáneo  
D. José Tomás Gigena 

Testigos actuación:  
Bernardino Domínguez. Caracterizado vecino de La Punilla y fundador de una de las estirpes más ilustres de San Luis. 
Vicente Díaz: Vecino de El Almendro y capitán de milicias. 
José Domingo Vélez y Vicente Simón Cobián. 

Testigos de cargo:   
Valerio Alba: Maestro de la posta de Barranquita 
Basilio Chanique: Vecino de Piedra Blanca. 
José Tomás Suárez: Vecino de Barranquita. 

Reo:  
Florentino Gaitán. Vecino del cerro de Intihuasi. Según los archivos parroquiales murió en 1807 y fue sepultado con rito de entierro menor fuera de la Iglesia en el cementerio del Pantanillo.