Sin dudas el tema microeconómico más conflictivo de la crisis derivada de los ajuste económicos de Brasil lo constituye el rubro Material de Transporte. Las ventas argentinas en capítulo representan el 30% de las exportaciones a Brasil y el 9,2% de las exportaciones totales argentinas. Aquí se esperan importantes disminuciones en las ventas ya que las familias brasileñas ante la desfavorable situación económica por la que están atravesando lo primero que han de sustituir en sus planes futuros de compra son las adquisiciones de bienes durables, dentro de los cuales el automóvil ocupa un lugar preponderante.   
EI impacto microeconómico del ajuste de Brasil 
A esta situación de origen externo que se ha de enfrentar la industria automotriz argentina hay que añadirle el hecho de que en los últimos cinco meses de 1998 la demanda interna de vehículos había desacelerado su ritmo de crecimiento produciéndose acumulaciones no deseadas de inventarios, dando lugar a suspenciones de personal (las mismas superarían los 10.000 agentes). Entonces, en el caso de la industria automotriz se mezclan dos acontecimientos que marchan en la misma dirección: caídas tanto en la demanda interna como en la demanda externa, lo cual hace más dificultosa la recuperación del sector. Cabe señalar que junto a esto se han producido algunas demoras o suspenciones en las concreciones de los planes de inversión física (ampliaciones y mejoras de planta) previstos para el corriente año y que afectan en forma negativa no sólo a la industria sino también al crecimiento de la producción nacional (vía el efecto multiplicador de la inversión). 
Sin embargo, en mucho de los otros ítems, cuyo peso relativo es importante, el panorama no parece ser tan grave como el descripto para el caso de la industria automotriz. En rubros tales como Combustibles (segundo ítem en importancia) con una participación del 14,3%, Cereales con el 10,2%, y Productos Químicos con el 4,5% no es de esperar grandes cambios debido a que los mismos son, en muchos casos, insumos básicos o indispensables ya sea para mantener en marcha el proceso productivo brasileño o para satisfacer las demandas alimenticias de la población brasileña (caso de algunos cereales). En el caso de Máquinas y Aparatos cuya participación es del 8,6% para  tener una mejor perspectiva de lo que puede suceder habría que determinar el peso que dentro del rubro tienen los motores. 
En el resto de las posiciones es probable que haya caídas considerables sobretodo en aquellos bienes que tienen sustitutos próximos o que no son imprescindibles para la vida de las personas o de las empresas (productos con elasticidades precio e ingreso elevadas). Dentro de este grupo, la participación relativa de cada uno de ellos en el total exportado a Brasil no supera el 3,0%. Aquí se encuentran rubros tales como (entre paréntesis se indica la participación observada en 1997 de Brasil en el total exportado en dicha entrada): Hortalizas y Legumbres (2,6%), Frutas Secas (1,7%), Fibra de Algodón (3,1%), Carnes (1,1%), Pescados (1,6%), Productos Lácteos (2,6%), Productos de Molineria (1,9%), Grasas y Aceites (1,4%), Hortalizas Preparadas (1,3%), Textiles y sus Confecciones (2,5%), Todos ellos alcanzan al 19,8% del total exportado a Brasil (algo más de 1.600 millones de dólares). 
Algunos casos particulares que corresponden a las categorías descriptas anteriormente tales como: ajo (donde según estimaciones más del 70% de la producción mendocina va Brasil), cebolla (el 40% de las exportaciones va a Brasil), papa, algodón (las ventas al Brasil superan el 75% del total exportado y la cantidad demanda es muy sensible al precio), peras y manzanas, aceitunas (el 90% de lo exportado fue a Brasil) y pescado son rubros que pueden presentar problemas (el hecho se agrava porque muchos de ellos pertenecen a las denominadas economías regionales). 
En esta variada gama de productos posibles de sufrir cambios negativos algunos de ellos al no ser de naturaleza inmediatamente perecedera hace que sea posible buscar nuevos mercados alternativos donde colocarlos o incluso ver como a través de medidas fiscales y financieras apropiadas se puede reducir el precio de los mismos y de ese modo continuar con las ventas al Brasil o a otras regiones. 
La crisis de Brasil ha dejado en claro que a pesar de los importantes logros alcanzados aún persisten serias deficiencias en el comercio internacional de la Argentina y que deben ser abordadas con urgencia tanto por el gobierno (en sus diferentes niveles) como por los empresarios locales. La improvisación que se da en muchos aspectos relativos a la producción, comercialización y promoción de productos, los altos costos medios internos de producción y la mala calidad de los productos que existe en algunas líneas, la obsolecencia de parte del capital nacional, el poco generalizado control de calidad de los envíos, la falta de una búsqueda activa de nuevos mercados (que diversifiquen las ventas al exterior tanto por país como por producto) son algunas de las razones por las cuales los empresarios argentinos no pueden comerciar con una fuerte presencia en mercados más exigentes. Por ejemplo, las ventas al mercado asiático representaron en 1997 el 16,3% (un poco más de la mitad de lo que representó Brasil); ésta participación sin muchos esfuerzos pero con un plan concreto de promoción de exportaciones podría ser más significativa. Es también llamativa la escasa participación que en el total tiene Oceanía (0,25%). 
A todo esto hay que añadirle algunos componentes adicionales ajenos a  lo que es la política comercial argentina propiamente dicha y que hacen incrementar los costos internos. Entre estos factores se destacan los siguientes aspectos: a) un estado que ejerce una fuerte presión fiscal sobre las empresas a través de la aplicación de impuestos distorsivos y que a su vez gasta los recursos en forma ineficiente disminuyendo el ahorro nacional, b) el incumplimiento por parte del estado nacional de las reglas de juego que rigen para las ventas al exterior. Las mismas deben ser claras y transparentes a fin de disminuir la incertidumbre propia de la actividad, en este sentido las devoluciones de los reintegros tienen que ser automáticas y no quedar al arbitrio de la autoridad económica, c) un sistema financiero que está lejos de los parámetros de eficiencia observado en los países más desarrollados, con tasas de interés para las pequeñas y medianas empresas varias veces por encima de las vigentes en los mercados internacionales para operaciones del mismo tipo, d) una inadecuada reforma laboral que llevó a incrementar el costo de la mano de obra, e) elevados precios de los servicios sean públicos o privados, f) inadecuados o inexistentes sistemas de promoción de la investigación y desarrollo de nuevas técnicas de producción, g) el no establecimiento de mecanismos automáticos de acción ante desequilibrios macroeconómicos importantes en la zona del Mercosur. 

Impacto macroeconómico del ajuste de Brasil 
La incremento del comercio con el Brasil ayudó a consolidar la expansión del nivel de actividad productiva interna de la Argentina pero también trajo una considerable dependencia de las decisiones de compra del vecino país. 
A los productores argentinos les resulta todavía difícil entrar a competir en mercados más sofisticados y exigentes (europeo o asiático), cuyas demandas de mercaderías son más estables en el tiempo debido a que las fluctuaciones en el PBI suelen ser, en muchos casos menos pronunciadas que en el resto de las naciones. Esta imposibilidad hace que los exportadores argentinos indefectiblemente tengan que recurrir a los países sudamericanos. El ambiente que ha creado el Mercosur les resulta propicio por varias razones: a) están geográficamente cerca y por ende los costos de transporte son bajos, b) al existir aranceles diferenciales para los productos que vienen de países fuera de la zona aumenta la protección efectiva y de ese modo se esconden los elevados costos internos y c) por lo general los comerciantes y los consumidores locales no suelen ser tan exigentes como lo son los de otros países más desarrollados ya sea en términos de cumplimiento de determinadas normas de calidad, presentación de los productos, etcétera. 
En ese ambiente creció el comercio exterior argentino donde los productores pudieron aprovechar las economías de escala o la capacidad ociosa que se les presentó en muchas líneas de producción. Por ello hoy resulta «curioso» escuchar como algunos empresarios exigen la implementación de políticas macro y microeconómicas activas de protección cuando en estos últimos años hicieron poco por cambiar dichas condiciones y de ese modo ser más competitivos a los niveles de los precios de los países más avanzados o más activos en el comercio internacional. 

La denominada «Brasil dependencia» 
La denominada «Brasil dependencia» hay que ponerla en su justa dimensión a los efectos de comprender mejor su alcance y de esa manera instrumentar las alternativas más eficientes para atemperar los aspectos negativos que probablemente se han de derivar de la misma. El multiplicador de las exportaciones es uno de los indicadores que sirve para obtener una aproximación de cuál va a ser la contracción que puede tener el PBI si se presenta una reducción en las compras anuales del Brasil. Por ejemplo, si en 1999 se produce una contracción de las ventas a ese país equivalente al 24,6% de las efectuadas en 1997 (que en términos monetarios representa unos 2.000 millones de dólares) en la Argentina se produciría, manteniendo todas las demás circunstancias constantes, una disminución en el PBI de casi un 0,9% (además cada punto de aumento del PBI está relacionado con aproximadamente 0,6 puntos de crecimiento en el empleo). 
Este impacto negativo se incrementa un tanto si: a) aumentan en forma sustancial las compras argentinas al Brasil cambiando de esa manera la importación autónoma que es aquella que no depende del ingreso de los argentinos y b) cae la inversión ya sea por cambios en las expectativas de las familias y de las empresas con relación a la evolución futura de la economía o por aumentos en la tasa de interés, porque sube la prima de riesgo soberano. Un estricto control por parte de la aduana para que sólo ingresen al país mercaderías en forma legal y a precios justos serviría para atemperar los efectos negativos en la primera alternativa. Mientras que por el lado de la inversión la autoridad económica debe dar señales a los operadores económicos que controlará el gasto público de forma tal que se han de cumplir las metas fiscales establecidas con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, tal como se están desarrollando los hechos el gobierno nacional no da muestras claras y contundentes de que tiene la firme intensión de controlar el aumento del déficit fiscal. 
Obviamente si se produce un elevado grado de pesimismo en los agentes económicos en cuanto a la marcha futura de la economía el efecto final se hace más significativo. Las expectativas, tanto de los consumidores como de los inversores en cuanto a la evolución de las principales variables macroeconómicas, juegan un papel de fundamental importancia en estos procesos de cambio. Si éstas se mantienen más o menos constantes, de forma tal que no se produzcan cambios drásticos en los principales determinantes del nivel de producto el efecto final no debería pasar de una caída de un punto a un punto y medio del producto (esto último tomando en cuenta una de las peores alternativas a verificarse con relación a Brasil). 
Variaciones de ésta magnitud podrían compensarse a través de la política fiscal expansiva vía redistribución del gasto público nacional, eliminación de impuestos innecesarios tales como a los activos empresarios, intereses de endeudamientos, sellos, reducciones en los aportes patronales, reintegros totales e inmediatos a los exportadores tanto del IVA como de internos, etcétera, acompañado por una inteligente política comercial y de expansión interna del crédito (a través de la liberalización de los encajes bancarios), facilitando los préstamos a las pequeñas y medianas empresas productoras de bienes transables (aquí cabe recordar la falta de previsión de la autoridad económica al no crear un fondo anticrisis que sirva para atemperar eventuales caídas en el nivel de actividad). Todas éstas medidas están dirigidas a incrementar en forma relativamente rápida la demanda global interna. 

Otros factores que confluyen con el denominado «efecto Brasil» 
Aquí cabe realizar una observación adicional en torno a la reducción en el ritmo de crecimiento de la economía argentina prevista para el primer y segundo trimestre del año 1999 (y posiblemente para todo el año). A partir del tercer trimestre de 1998 la demanda global de la economía había comenzado a decrecer su ritmo de expansión. Durante todo el año 1997 y el primer semestre de 1998 se venía creciendo con relación a igual período del año anterior en valores superiores al 8,6%. Mientras que para el tercer trimestre de 1998 la tasa de expansión con relación al tercer trimestre de 1997 fue del 3,8%. Esto es explicado por una reducción en la tasa de incremento del consumo (3,8% 3º trimestre 98 contra 7,8% de 3º trimestre de 1997); de la Inversión Bruta Interna Fija (2,2% 3ºT98 contra el 26,5% de 1997) y de las Exportaciones (6,0% 3ºT98 contra el 12,1% de 1997). A raíz de la crisis internacional de fines de 1997 se verificó una pronunciada caída en el precio de los «commodities». Entre enero y setiembre de 1998 el precio de los bienes primarios disminuyó con relación a igual período del año anterior un 12,0% mientras que el de las manufacturas lo hizo en un 6,0%. De esta forma el valor de las exportaciones en términos monetarios (dólares) subió el 1,0% y mientras que en términos de cantidades el aumento fue superior al 10,0%. 
Si se comparan las ventas al mercado interno de productos de origen nacional del tercer trimestre de 1998 con el de 1997 se observan caídas en los rubros cerveza, vino, nafta, vidrios para la construcción, automóviles, equipos de transporte de carga y pasajeros y tasas positivas pero menores a las de trimestres previos en despachos de cementos. Por otro lado, el Estimador Mensual Industrial desde julio hasta octubre de 1998 viene mostrando tasas negativas o muy bajas con relación a igual mes del año previo. En noviembre de 1998 se registraron caídas en la producción interna de tubos sin costura (46,0%), automotores (30,3%), acero (5,0%) y neumáticos (4,8%). 
Los indicadores permiten decir que la contracción en el nivel de actividad interna y por ende el aumento en la tasa de desempleo que se han de observar en la Argentina durante los próximos meses de 1999 comenzaron a darse antes de la aparición del denominado efecto Brasil. Este último sirvió para acentuar la tendencia y magnificar la magnitud de los problemas, pero no fue la fuente que dio origen a los inconvenientes que se han de presentar en el primer semestre del año. Por ello hay que ser cuidadosos en la selección de las medidas de política económica a instrumentar a fin de no caer en falsas promesas. El gobierno nacional ante ésta situación debe estar muy atento en cuanto a observar el cumplimiento de los compromisos internacionales y no crear flancos para un eventual ataque financiero contra el país. 

Conclusión 
La expansión sostenida de las exportaciones argentinas es una condición de suma importancia para el mantenimiento de una elevada tasa de crecimiento del Producto Bruto Interno y del empleo. Por ello el estado debe: a) crear el marco adecuado para que los empresarios accedan a las tecnologías más avanzadas y b) promover la disminuición de los costos de producción a través de una reforma fiscal y laboral que sea compatible con el actual escenario internacional y que mejore el bienestar de los argentinos. Dicho cumplimiento hará que el país sea más competitivo y se pueda colocar los productos en mercados más exigentes. Bajo éstas premisas la autoridad económica tiene que ser mesurada al evaluar los efectos sectoriales que va a producir la crisis. Por un lado debe evitar que hechos circunstanciales produzcan daños irreparables en los sectores más eficientes de la economía y por el otro debe inducir al resto de los sectores a que vayan tomando conciencia de los cambios que se vienen operando en la Argentina. Además todavía es muy prematuro evaluar con precisión como se van a modificar los flujos del comercio debido a que los precios relativos de Brasil se encuentran en pleno proceso reacomodamiento buscando el equilibrio, luego de los importantes cambios que tuvo la cotización del real. Entonces la preocupación debería centrarse en los aspectos de corto plazo y no en los de largo plazo, ya que la suba de precios que se está produciendo en Brasil irá diluyendo los efectos iniciales beneficios de la devaluación y no necesariamente las exportaciones de Brasil quedaran con ventajas. 
Por otro lado, la autoridad económica del Brasil se comprometió con el Fondo Monetario Internacional en eliminar los subsidios e incentivos a las exportaciones, lo cual afecta a los precios relativos de los bienes transables y no transables que son los que efectivamente asignan los recursos en las diversas actividades productivas. 
Vale también recordar que en la economía no sólo hay productores sino también consumidores que desean obtener los bienes al menor precio posible y de la mejor calidad. Por ende el tema de producir a precios competitivos a nivel internacional interesa a todos los argentinos. 
 

(*) Carlos Swoboda 
Facultad de Ciencias Económicas UNRC.  
cswoboda@eco.unrc.edu.ar swoboda@arnet.com.ar