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Estamos asistiendo
a una fase de creciente integración de las economías mundiales,
resultante del desarrollo simultáneo de dos procesos: la internalización
de las economías nacionales y la transnacionalización de
las empresas. Es así que surge el Mercosur, como una respuesta de
los países del Cono Sur de América Latina a los procesos
de internacionalización económica. Esta especie de universalización
del mundo actual, se debe entre múltiples causas a la transformación
del espacio y del tiempo surgida del desarrollo de las tecnologías
y de los medios de comunicación;
como consecuencia
de lo anterior los estilos de vida y el consumo están cambiando.
Las sociedades
contemporáneas nos enfrentamos al dilema de encontrar el punto de
equilibrio entre la homogeneización que produce esta noción
de “aldea global” (Mc Luhan) y la necesidad de preservar la identidad.
Esta incertidumbre de como conciliar lo nacional y lo universal es la que
reclama una mayor capacidad de reflexión de toda la sociedad y,
en particular, de los educadores. La educación hoy, como hecho fundamentalmente
comunicativo, exige el rescate de los valores humanos, la integración
social, el intercambio de las visiones que los distintos actores tienen
sobre el mundo. Demanda la necesidad de: replantearnos quiénes son
los otros, los semejantes, los próximos; desentrañar
la imagen que de nosotros tenemos y la forma en que queremos ser vistos.
¿Cómo se
está preparando a los jóvenes para el Mercosur?
El Instituto de Comunicación
y Desarrollo entiende que el proceso de integración regional desafía
a las organizaciones de la sociedad civil a abrir un espacio a la construcción
de una nueva ciudadanía. La sociedad civil latinoamericana tiene
la posibilidad de opinar. Recogiendo el desafío surge el proyecto
“Hacia un Mercosur Solidario”, el que es apoyado por la Agencia de Cooperación
Holandesa Novib; proyecto que propone la construcción en la práctica
de un proceso de integración solidario al que se le imprima una
real perspectiva democrática, en el marco de un proceso de institucionalización
que permita una mayor transparencia.
En el entendido de que los
jóvenes son y, serán los agentes del cambio que produzcan
una mayor democratización y solidaridad entre las estructuras del
acuerdo, el ICD procuró darles participación en su programa.
Es así que se efectuó un estudio en las ciudades de Asunción,
Buenos Aires, Montevideo y Porto Alegre, con la misma matriz de datos aplicada
a aproximadamente a 1.500 estudiantes de 1º y 2º grado del ciclo
liceal, buscando conocer cuáles eran las fuentes de información
y las percepciones de los jóvenes respecto al Mercosur en los cuatro
países. El estudio se proponía conocer cómo están
respondiendo, frente a las futuras generaciones, el sistema educativo,
la familia y los medios de comunicación.
Para la aplicación
de las encuestas en los países vecinos, ICD contó con apoyo
institucional y de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA),
del Núcleo de Integraçao Universidade et Escola da Pró-Reitoria
de Extensao da Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS) y del
Centro de Documentación y Estudios de Paraguay.
El estudio mostró
que la información que los jóvenes manejan sobre el Mercosur
es escasa y fragmentaria. Se traduce en una colección de imágenes
desconectadas que, pueden dar lugar a opiniones del tipo que el Mercosur
no los afectará directamente. Interrogados acerca de cuáles
son las razones por las que el Mercosur los beneficiaría o perjudicaría,
la gran mayoría de ellos no logra expresarlas.
Los medios masivos de comunicación
constituyen una fuente importante de información; siendo la televisión,
en particular, la más mencionada en cada uno de los cuatro países,
sobretodo en Brasil y en la Argentina donde el porcentaje alcanza el 70%.
A este respecto conviene detenerse en las expresiones incluidas en el informe
de la UFRGS acerca de la implantación en campo de la encuesta de
Porto Alegre. En cuanto a cómo acceden los jóvenes al conocimiento
sobre el Mercosur, sus autores destacan que “...las escuelas no están
abordando el tema. Cuando se hace, no ocurre bajo la forma de un proyecto
integrado, sino por la disposición de algún profesor o disciplina.
El tema como tal no integra los actuales programas curriculares, los que
están siendo reformados...”
De las respuestas de los
jóvenes se desprende una actitud positiva frente al proceso de integración,
que se traduce tanto en la esfera de lo colectivo como de lo individual.
La concepción del acuerdo es fundamentalmente económica,
no perciben la existencia de una integración social. Si bien hay
como una tendencia de los jóvenes a decir que los extranjeros no
nos van a llevar el trabajo, en Uruguay y en Argentina solo la mitad parece
estar de acuerdo con tal afirmación. Cabe destacar que, el equipo
de trabajo en Buenos Aires pudo constatar el interés por parte de
los jóvenes de realizar talleres sobre temas sociales, fundamentalmente
fuera del ámbito curricular.
Ninguno de los signatarios
del acuerdo se presenta ante el resto como modelo de desarrollo. Este modelo
es situado en los países de mayor desarrollo del hemisferio norte,
en especial Europa y Estados Unidos. De acuerdo con las opiniones de los
jóvenes, Brasil aparece como el país que “más positivos”
recibe en aspectos más objetivables como ser fortaleza, riqueza
y alegría. Salvo Paraguay, donde la percepción de su propio
país es más bien negativa, el resto de los jóvenes
consideran al suyo como el mejor; la necesidad de reafirmación de
la propia identidad sustenta la anterior afirmación. Igual soporte
tendría en el imaginario de los jóvenes el hecho de que la
existencia de sus respectivos países no parece estar amenazada por
el fenómeno de la integración.
Los resultados de esta investiga-ción
llevan a pensar que el sistema educativo no estaría teniendo un
impacto sustantivo en relación al Mercosur. La incorporación
del tema en los programas y un planteo más profundo a nivel
de los centros, destacando las características del proceso y sus
impactos en la economía y la sociedad, debieran ser las formas más
eficaces para lograr- por medio de la educación- un sentido más
amplio de incorporación a la vida en sociedad.
Las relaciones familiares
y los vínculos comunitarios son otros de los pilares para preparar
a los jóvenes. De la colaboración entre lo comunitario y
el Estado debieran surgir los apoyos necesarios para reforzar esta tarea.
En la predisposición
favorable de los jóvenes hacia el acuerdo y a la participación
en ámbitos de discusión de éste y otros temas de relevancia,
se detectan los pilares de la construcción colectiva y democrática
de un Mercosur Solidario. En la acción conjunta de las familias,
el Estado y la sociedad civil se sentarán las bases para superar-
al decir de Fernando Henrique Cardoso- “...la oposición entre lo
económico y lo social y lo político, entre lo público
y lo privado...”
Ultimamente debido a la
crisis económica que sufre la región, han surgido voces que
proponen como forma de combatir el desempleo endurecer las normas en materia
de Migración. Hablando del “extranjero” no con el significado que
el término tenía a principios de siglo -los que venían
del norte-; muy por el contrario los “extranjeros” provienen ahora de los
países limítrofes.
Lo cierto es que las nuevas
situaciones que se dan en un mundo cada vez más incierto, no siempre
hallarán respuestas claras. Una verdadera educación permitirá
aprender a escuchar a los demás, a dejarse interpelar por otros
puntos de vista y a la realización de proyectos junto con los otros.
Esto sin duda es el mejor camino a señalar a las nuevas generaciones
de nuestra región.
(*) Graciela Vázquez
ICD (Instituto de Comunicación
y Desarrollo) - Uruguay |