“Una interminable línea de plátanos, con sus hojas amarillas, bordeada de paraísos. Un rebaño de cabras, viejos eucaliptus, un  cartel que dice bienvenidos y el portal de ingreso al casco de la antigua estancia    
"El Durazno".  Estas tierras, recostadas sobre la margen sur del río Cuarto, revelan los inicios de la colonialización de la región, que se fue gestando sobre el camino de las pampas, desde Buenos Aires por El Saladillo hasta la Villa de la Concepción del Río Cuarto, siguiendo por Achiras y San Luis hasta Mendoza y Chile. Ese camino todavía hoy cruza esta estancia, ubicada entre el antiguo pueblo San Bernardo y el Paso del Durazno”.   

Casi cinco mil hectáreas dispuestas entre el río Cuarto y el ferrocarril Mitre. El Durazno, una de las seis estancias de Ambrosio Olmos, quien fuera intendente de Río Cuarto y gobernador de la provincia de Córdoba. 
Al borde del camino, un mensaje: “Dios ama al que da alegremente”. De inmediato están la carnicería, la quesería, la herrería y la carpintería y siguiendo la senda, rodeada de árboles verdes, amarillos, colorados y sin hojas, se llega al “Puente Chino”, pasadera de estilo oriental, que invita recorrer este verdadero paraíso otoñal. 
Sólo se escuchan las cotorras, enfrente de un inmenso cañaveral de tacuaras, que se asoma a “Los laguitos”, donde sigue predominando el amarillo de las hojas, que se reflejan en el agua mansa de los estancos artificiales. 
“En la naturaleza Dios nos muestra su rostro”, dice otro mensaje a la orilla del camino, con techo de claveles del aire, suspendidos uno tras otro en los cables de la luz. 
A pocos metros está “El mirador”, desde donde se ve la extensión de esta llanura, otrora ocupada por los aborígenes. 
En la parte central de la estancia es impactante la edificación ecléctica de principios de este siglo. Un palacio que comenzó a construirse en 1919 y se terminó tres años después y un pequeño y antiguo oratorio, donde aún reciben el bautismo los niños de la zona. 
En el interior del palacio, en plena remodelación, hay varias salas, una de ellas llamada Adelia María, en honor a quien fuera la propietaria de este espacio. También están el comedor, varias habitaciones y el gran salón con salida al patio, en cuyo centro se destaca una fuente de estilo clásico y adornos con figuras de leones y ángeles. Todo una ostentación de riqueza, de la que pocos pudieron hacer alarde en estas tierras.  
Al fondo del paradisíaco patio, yace una pequeña capilla. El recorrido por este parque sigue. A pocos metros, en el salón de té, erigido en 1919, atractivo por su forma sexagonal y sus pronunciadas escalinatas.  
Unos metros más, cerca de la parte central, escondido entre los árboles está el invernáculo, construido en 1892, lleno de vidrios repartidos, donde hay plantas de varios tipos. 
En dirección opuesta, con un atractivo frente de tejas, está la pileta de la estancia, hecha en 1919. Otra muestra del poderío de los estancieros dueños del establecimiento. 
El paisaje se completa con sitios como la antigua escuela para los hijos de los empleados y colonos, el añoso chalet de los huéspedes, un pequeño zoológico, una cabaña, la casa del mayordomo, la vieja usina, el campo hípico, el lavadero de la estancia, el tambo y la primera quesería -luego casa del quesero-, que data de 1880. 
Una verdadera excursión al pasado. La belleza tallada en años. Una visita real a un paraíso encantado. 

Formando hombres de campo 
Desde 1953 esta estancia de principios de siglo viene formado hombres de campo. 
Don Bosco es el patrono de este emprendimiento evangelizador y educativo de los salesianos, donde además de matemáticas, física y química, a los alumnos se les enseña a producir quesos, dulces y miel y se les dictan asignaturas como extensión agropecuaria y producción animal y vegetal, con una producción de cuatro mil litros de leche por semana. 
En la Escuela Agrotécnica Salesiana San Ambrosio, el que era el salón de té de la vieja estancia, hoy es utilizado por los alumnos como apiario, donde funcionaba el chalet de huéspedes está la administración de la escuela y la usina de antaño ahora es una fábrica de quesos.  
El que en otros tiempos fuera uno de los principales establecimientos agropecuarios, en los últimos 40 años ha devenido en un instituto de enseñanza oficial, dirigido por los Salesianos de Don Bosco, congregación religiosa, que pertenece a la iglesia católica. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(*) Deolinda Abate Daga 
Departamento de Prensa  
y Difusión .UNRC. 
dabatedaga@rec.unrc.edu.ar 
 

Fotografías:  
Verónica Barbero 
Area de Fotografía DPA. CCI. UNRC.