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Junto
a sus bellezas naturales,
típicas
del paisaje serrano,
la región
posee una rica
historia que
casi comienza
con sus más
primitivos habitantes pertenecientes a una cultura
llamada Yampitin,
de quienes se
tiene una
vaga referencia y
que poblaron
estas vastas
regiones unos
1000 años
antes de Cristo,
momento en
el que comienzan
a aparecer
las primeras
evidencias de
lo que se
ha llamado
cultura Comechingón.
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Esta parte de la provincia
pertenecía a la denominada Merced de los Cabreras, cesión
del Rey de España en 1580 al hijo del fundador de Córdoba,
Don Gonzalo Martel de Cabrera, por servicios prestados a la Corona y que
abarcaban una enorme región lindera con el Río Quinto al
sur, San Luis al oeste y Melincué en la provincia de Santa Fe al
norte.
Luego de diversas divisiones
sucesorias entre 1710 y 1760 el legado pertenecía a Don José
de Cabrera y Velazco, hijo del bisnieto del fundador.
Es en esta época
que se menciona a Las Lajas como una de las primeras vaquerías,
que era la forma más rudimentaria de producción ganadera
y que consistía en la caza del ganado cimarrón disputado
a las tribus indias del sur.
Costeando sus cerros hasta
el río Achiras transcurría el antiguo camino real que unía
a Buenos Aires con las provincias de Cuyo y Chile, siendo la localidad
de Achiras, distante 5 km. de Las Lajas, la posta obligada para los viajeros
durante más de 250 años.
El censo de 1813 determina
que en el paraje Las Lajas habitaban 73 personas y en Achiras 102.
Ya en 1915 encontramos como
propietario del fundo a Don Arturo Miranda, quien con el auge de la explotación
minera de la zona inicia los trabajos de extracción de mármol,
para lo cual construye el actual dique sobre el arroyo, con un sistema
de acequias que se cierran en un acueducto elevado tipo romano y desde
el cual se acciona una gran rueda de madera con lo que se generaba la energía
para el aserradero de mármol.
En 1925 la estancia es adquirida
por Don Víctor Maggi, quien orienta la explotación hacia
una variedad de marmolería que especialmente procesada se conoce
con el nombre de Iggam, ampliamente utilizado hoy en la construcción;
y continúa la explotación hasta 1947.
Maggi, un enamorado de las
bellezas del lugar y que pasaba largas temporadas en él, construyó
viviendas y un embalse destinado a formar un espléndido natatorio
rodeado de pérgolas, copones y abundante forestación. La
plaza fue embellecida rodeándola de pérgolas con una fuente
central en la que se lucen copas ornamentales y una estatua. En el parque
se destaca una gran pajarera acorde con los conceptos estéticos
de la época.
En 1935, Maggi cede el predio
en concesión a una empresa inglesa propietaria del Ferrocarril Pacífico,
para la instalación de una colonia de vacaciones con lo que se inicia
la explotación turística del lugar y para lo cual se agregaron
numerosas instalaciones menores y un sistema de iluminación a lámparas
de kerosene.
Los años siguientes
fueron los de mayor esplendor como centro turístico y la estancia
llegó a hospedar hasta 120 veraneantes, atendidas por una planta
de personal de 20 personas. Los contingentes llegaban directamente de Retiro
dos veces por semana, y entre ellos predominaban grupos de empleados y
personal jerárquico del ferrocarril, infantiles, profesionales y
hasta conocidas figuras del cine nacional.
A partir de 1950, con la
nacionalización del ferrocarril, comienza un rápido proceso
de deterioro que culmina con el cese de la actividad y la venta de Las
Lajas con todas sus instalaciones. Los 40 años posteriores se caracterizaron
por el abandono y la depredación. Se instala un aserradero que tala
y vende la forestación de eucaliptus, se alambra e instalan corrales
destinados a la cría de ganado, se venden los techos de chapa y
se usan las viviendas como corrales de ovejas. Las crecientes y la ausencia
de mantenimiento van embarrancando al dique y la pileta, llegando a crecer
grandes árboles en su interior.
A mediados de 1994 Las Lajas
pasa a sus actuales propietarios quienes emprenden la ardua empresa de
devolverle su antiguo esplendor restaurando las viviendas, respetando su
concepción original, reforestando, reposicionando los ornamentos,
repoblándola de su fauna autóctona y de nuevas instalaciones
de confort y servicio. |