Dr. Juan Filloy

A los docentes y alumnos imprescindibles

¿Porqué no pensar para esta ocasión, en el aniversario de la universidad, en cuáles eran aquellos pensamientos que hacían de nuestras tareas una propuesta de compromiso día a día...?

¿Cómo no recordar, con emoción, a nuestra universidad por la década de sus inicios?. Es casi un imposible... Desde mi participación como alumna del secundario en la pueblada que esperó ansiosa, por las calles principales de la ciudad. al entonces presidente de la nación para pedirle la creación de la Universidad; el comenzar una carrera universitaria en Ciencias de la Educación, y la ayudantía como alumna al segundo año de la carrera. El ver crecer día a día, los pabellones, lo que fue inicialmente la biblioteca, los árboles, los durazneros en flor... 
Por aquellos días, antes del 75, se vivía con gran ímpetu las clases, las discusiones  en las asambleas, los debates fuera y dentro de las aulas. En estos espacios se confrontaban las preguntas acerca de qué Universidad queremos, para qué país, a que desafío nos lleva la educación popular, a qué riesgos nos conduce un cientificismo en cualquier campo disciplinario?
Las clases, analizadas a la distancia se transformaban en lo que un autor de la talla de Giroux afirmaría: para comprender el mundo y su proceso de transformación hay que comprender a la historia como  posibilidad ... que no existe esperanza sin futuro, al que hay que hacer, construir y dar forma. La historia así entendida, significa que mañana es algo que no necesariamente va a suceder, ni una simple repetición del día de hoy. La comprensión de la historia como posibilidad reconoce el incuestionable papel de la subjetividad en el proceso del conocimiento.
Esta perspectiva se caracteriza por su criticidad y optimismo al comprender así, a la educación, y con ello a la enseñanza y aprendizaje. La educación se convierte en algo relevante en la medida que, ese papel de la subjetividad, se ve como una tarea histórica y necesariamente política.
Concebir la historia de los sujetos como posibilidad nos llevaba a aprender el rechazo de los dogmas, las ideas obvias, así como la domesticación del tiempo. Los sujetos, hombres y mujeres hacen la historia que es posible, empleando algunas veces estrategias y otra tácticas, al decir del pedagogo Paulo Freire.
Se rescataba a las  instituciones educativas, y en ellas a la universidad, como esferas públicas democráticas y a los docentes como intelectuales transformadores. Contextualizado así significa, que la universidad pública como lugares democráticos, se dedican a potenciar, de diversas formas, a la persona y a la sociedad. Espacios donde los profesores y los estudiantes aprendíamos  los conocimientos y las habilidades necesarias para el ejercicio de  la participación  y constitución  democrática.
Se rechazaba, a priori, la existencia de un conocimiento objetivo en las sociedades contemporáneas. Es decir, se admitía la existencia de puntos de vista. Al igual que Foucault,  se insistía en que ¨el conocimiento es siempre una cierta relación estratégica en la que el hombre está situado y por esa razón sería totalmente contradictorio imaginar un conocimiento que no fuese en su naturaleza, obligatoriamente parcial, oblicuo, perspectiva.
   Es en las instituciones educativas, donde se distribuye el conocimiento socialmente válido, además de ciencia, episteme, también se transmite opnión, doxa, distribuido por los intelectuales universitarios, a través de la bibliografía, sus textos,  propuestas y argumentos.
Es en esta línea de pensamiento, donde se destacaba que, toda representación científica de la realidad son enunciados performativos que pretenden el acaecimiento de lo que enuncian, y que las definiciones de la realidad suponen una permanente lucha por imponer determinada clasificaciones, arbitrarios culturales. En términos de Bourdieu, significa, que el referente termina siempre siendo una ilusión, una ilusión colectiva, es decir la realidad.
En esos días, donde las horas eran pocas para admirar tantas realidades, es  que recuerdo, la insistencia en que nos apropiaramos de que: ¨el punto de vista crea el objeto de conocimiento¨; partiendo del fenómeno y con ayuda de la teoría, construimos el objeto de conocimiento. Y la realidad sólo responde, cuando la interrogamos. El momento de elección, de observación de la realidad, ya supone una direccionalidad  intencionalidad de los sentidos, esa orientación,  no es otro que el ¨punto de vista¨, las teorías.
La memoria colectiva,  hace posible, que la historia de los sujetos, imprescindibles, sea una posibilidad, y que siempre que interroguemos a la realidad , haya  respuestas inquietantes para desafiar otras propuestas hegemónicas.

(*)  por Prof. Cecilia Lladser / Facultad de Ciencias Humanas