1980. Nuevo sector de facultades y pabellones del gimnasio, deportes y automotores. 

UNRC. 30 años de esfuerzos compartidos para una Universidad de todos

Esta Universidad que hoy felizmente tenemos, es producto de una creación social.
Sin dudas fue una decisión indeclinable asumida por el conjunto de sectores e instituciones locales en un determinado momento histórico, de ayudar para la concreción de un centro de conocimiento, de cultura, de educación y de formación para las generaciones por venir.

Esta querida Universidad cumple sus primeros 30 años de creciente vida institucional, y todos nos sentimos realmente congratulados por esta celebración. Hemos intentado durante este período hacer una gran universidad, erigiéndonos tal vez en los más leales representantes del pensamiento general de la comunidad que creyó en un proyecto que hoy es una realidad. 
Desde aquellos docentes que iniciaron su consolidación académica y aquellos trabajadores no docentes que pusieron sus esfuerzos en sus diferentes actividades laborales, podemos señalar con orgullo la satisfacción que sentimos los universitarios al observar que casi 9.000 graduados han salido de estas aulas para aportar al desarrollo regional y nacional. 
Son muy importantes los resultados alcanzados por nuestra UNRC. Sobre todo porque el sistema universitario ha estado sometido a las mismas contradicciones de nuestra sociedad argentina, circunstancias que nos llevaron a desarrollar a esta sentida institución con la mayor energía posible, apoyados en la convicción y en la capacidad de lucha de nuestra sociedad. Así es como encaramos la magna tarea de edificar una casa de altos estudios que hoy es centro de referencia de conocimiento en el centro del país.
Considero que como universitarios, estos 30 años alcanzados quedan cimentados sobre la generación de ciencia y producción científica, pero fundamentalmente resaltan los pilares estructurales de los permanentes aportes a la consolidación de los valores esenciales que debe tener una sociedad, como la justicia, los derechos de las personas y la plena vida en democracia.
En este último tiempo vemos y hablamos de una mundialización de culturas y sociedades. La Universidad tiene un deber estratégico e ineludible en el debate actual. Tenemos un  serio desafío, ser intérpretes permanentes de una necesidad de desarrollo económico y social, pues es el sentido primario de esta creación social que es la universidad; pero también determinar con absoluta claridad que eso sólo se puede hacer si una universidad es una real institución de conocimiento científico, con capacidades educativas innovadoras, orientadas al mejoramiento de todas las actividades de los ciudadanos.
Aunque además, estas cosas no pueden hacerse si no hay una escala de valores a la cuál se responde. Desde esta universidad hemos participado del concepto de inclusión social permanente, donde muchas personas de origen muy humilde forman parte activa de la  comunidad universitaria.  Sabemos que a través de la defensa irrestricta y absoluta de la educación y fundamentalmente de la educación pública como inversión social primaria, es donde un país se desarrolla. Y es a través de este concepto y esta práctica donde podemos ejercitar efectivamente la democracia. Es una responsabilidad humana la que compete a las Universidades Nacionales de conformar un verdadero sistema universitario, que sea parte activa e integradora del sistema educativo global. Esa es una gran tarea que las universidades necesariamente deben asumir.
De nada sirve pensar en que hay tres niveles educativos superpuestos, que solo funcionan como compartimentos fragmentados, más aún si sostenemos que la responsabilidad por asumir es del conjunto de la sociedad. Los universitarios debemos  interpretar al sistema educativo nacional como un todo y solo desde esa perspectiva analizar de que modo se dispone de todo el potencial científico y académico al servicio de un proyecto socialmente integrador. Existe una enorme fuerza de más de 700mil jóvenes universitarios,  y otros 100 mil docentes del sector que pueden desandar ese necesario camino de cambios. 
El sistema universitario nacional es el responsable de más de la mitad de la creación científica del país, como logramos insertarlo en los más altos niveles académicos del mundo para ser reconocidos no solamente como individualidades institucionales, sin saber cuáles son los términos de referencia entre nuestro país y los del resto del globo, constituye sin más una asignatura por resolver. En particular si dichas referencias marcan alguna distancia en calidad que –entiendo- deben ser justa con la pertinencia social de lo que hacemos.
Como se logra un avance en la fijación de prioridades científicas y tecnológicas en toda la tarea investigativa que se realiza en las universidades. No habrá entonces casas de altos estudios que sirvan a la sociedad si no son creadoras permanentes de conocimientos, no habrá educación en serio para nuestra juventud, si no se efectúa un enorme esfuerzo para que esos educandos se formen en conocimientos actualizados, en conocimientos pertinentes a una necesidad de crecimiento social. Esa debe ser la vocación de nuestra Universidad local. 
Después de estos primeros 30 años de vida, en los próximos 30 tendremos otro gran desafío, en como éste conocimiento y ésta capacidad que tiene el sistema universitario argentino se va integrando definitivamente con todos los sectores de la comunidad.
El mejoramiento tenemos que hacerlo nosotros mismos pues no vendrá de otra parte, nosotros, a través de la propia exigencia, es como alcanzaremos la real posibilidad de desarrollarnos. Exigencia que también tienen nuestros estudiantes, porque si  defendemos la gratuidad de la enseñanza de grado, lo hacemos en un marco de profunda responsabilidad social que nuestros estudiantes también demostrarán.
Este es el contrato social que llevamos adelante, la gran responsabilidad de generar conocimiento, y de transmitirlo al cuerpo social.
Esta apuesta para los años por venir no lo podrá hacer una universidad por si sola, y no es un problema de voluntarismo, es un compromiso social compartido. Y si fue una sociedad la que –con fuerte empuje- hizo nacer esta universidad, tendrá que ser la misma sociedad la que seguirá ayudando a esta verdadera empresa social, para lograr un efectivo sentido de pertinencia, para lograr su máxima calidad.
Por el esfuerzo compartido, celebremos fervientemente estos primeros 30 años de vida de nuestra Universidad Nacional de Río Cuarto. 

(*)  Ing. Agr. Alberto Cantero / Intendente Municipal / Ex rector UNRC