2001. El alumnado,
por uno de los innumerables caminos del campus.
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Vaivenes
de tres décadas de historia de la UNRC. Ahora es tiempo de crecimiento
sostenido
Durante treinta años
de existir de la Universidad, hubieron sin duda hechos para aplausos, pero
también acciones y situaciones durante ese pasado, que aún
pueden perdurar hoy y que merecen reflexionar con sinceridad y objetivamente
sobre si las hicimos bien, por qué las hicimos y cuáles deben
ser nuestras acciones inequívocas hacia el futuro.
Cada uno y el conjunto de
la sociedad, se “van ganando la vida” palmo a palmo con las herramientas
que tienen. Así el albañil con sus brazos o el cartonero
con su carro y su caballo y no podemos ignorar que en este mundo de hoy
hasta estos, en esa sociedad de “afuera de la Universidad”, lo hacen al
ritmo de internet y del correo electrónico, aunque no lo dispongan,
y de la globalización, aunque no alcancen a percibir todos los efectos
que esta implica.
Así también
lo hacemos nosotros desde “adentro de la Universidad”, pero ¿hicimos
o hacemos lo suficiente como universitarios con nuestras herramientas,
supuestamente basadas en el conocimiento?. Herramientas que tenemos la
obligación de explotar a fondo para poder sugerirle a esa sociedad
“de afuera” cómo ser menos vulnerable a los problemas o las presiones
que parecen aquejarnos cada vez más. ¿Estuvimos siempre juntos
en consonancia con esas obligaciones que nos caben o, en algunas décadas
sufrimos olvidos y despreocupaciones. ¿Qué dijimos y cuánto
hicimos cuando estratégicamente nos compensaron económicamente
con intenciones de un aparente “todo va bien” en los últimos diez
años?. ¿No habremos adoptado durante ese tiempo la posición
de alumnos obedientes e incluso hasta dejamos de preocuparnos por los cambios
que se venían?. Esos cambios que nosotros como parte pensante, pagada
por la sociedad para pensar y además para actuar en consecuencia,
debíamos por nuestra condición, ver antes que esa “sociedad
de afuera”, que ya los sentía en la gran mayoría de sus estratos
sociales y la presionaba cada vez más para tratar de adaptarse y
sobrevivir.
No será que
nosotros, no sólo no vimos esos cambios sino que además seguimos
sin querer verlos, que tampoco tenemos ningún ejercicio y que entonces,
en circunstancias como por ejemplo la de hace pocos días ante una
crisis política económica extra universitaria, cuando de
pronto nos dijeron “ahora les puede tocar algún cambio a Uds.”,
nos invadió el pánico, no estuvimos preparados para eso y
vergonzosamente sacamos las metodologías y principios que no habíamos
usado nunca durante la tercera década de vida de esta Universidad,
los desempolvamos y pretendimos o pretendemos salir con ellos a sumar a
toda la sociedad en la causa de la educación.
En esa circunstancia,
esa “sociedad de afuera” figurativamente nos observó desde la vereda,
tal vez esperando ver liderazgos de esta otra parte de la sociedad, “la
del conocimiento”, y sin embargo nos vio con las estrategias y las técnicas
de los 70 y los 80 y ... para qué hablar de las ideas!!. Tal vez
se preguntó si no sabíamos de la globalización y qué
progresos nos había dado internet en todo ese tiempo.
Como parte de los cambios,
el “saber” pasa a ser cada vez más, no sólo una característica
constitutiva de la sociedad y de la economía moderna, sino que se
convierte en su totalidad, en un principio de organización de la
misma. Parece entonces conveniente pensar que una “sociedad del saber”,
es la que va a regir una buena parte de nuestra forma de vida ahora y en
el futuro. Y en esa organización de nuestra realidad, sin excepción
basada en el “saber”, como universitarios nos cabe buena parte de la responsabilidad
y en donde nuestro desafío seguirá siendo el “saber”. Pero
para entrar y actuar en estas nuevas demandas hay que entrenarse y hacer
algunos ejercicios permanentes. Quebrar el alejamiento cada vez mayor de
la gente dentro de una institución (a pesar de las tecnologías
para acortar distancias), hacer políticas y estrategias (pero en
lo institucional y académico), planificar y evaluar permanente,
analizar posibilidades, motivar el pensamiento creativo, romper la despreocupación
individual por la cosa pública (o no es cosa pública la universidad
en su conjunto, o el tipo de profesionales que debe formar, o lo
que en general debe investigar), son puntos de esta cuestión.
Hablando de la UNRC, no
nos deberíamos resignar a que algún día podamos ver
concretada una universidad marchando con el mayor grado de calidad académica
y científica y aún aspirando a más y que es la que
la sociedad se merece. Además porque la sostiene y porque su inversión
en el mediano y largo plazo debe tener el retorno más óptimo
posible.
El fin superior de una universidad
pública es muy claro y junto con sus propósitos han sido
explicitados muchas veces. El tema es qué, cómo, cuánto
y con cuanto mayor eficiencia, podemos y tenemos que hacer por esos propósitos.
Tenemos nosotros que encontrar los caminos, para formar profesionales con
mentalidad abierta ante lo nuevo, con capacidad de trabajo en equipo, con
visión para resolver problemas en el mundo laboral y en la sociedad
en general, con alta capacidad de trabajo, con movilidad y competencias
culturales e interculturales. Los profesionales universitarios de hoy y
para el futuro, deben tener aptitudes para ser flexibles, de pensamiento
independiente, altamente calificados y siempre dispuestos a aprender más.
Una sólida formación profesional, creatividad y competencia
(pero dentro de principios éticos), son el principal capital en
la “sociedad del saber”. Las profesiones serán cada vez más
exigentes y complicadas y la formación permanente también
ya es condición necesaria y deberá encontrar eco en las universidades
para lograrla.
En ciencia e investigación
son enormes los desafíos del presente y del futuro. Cada vez más
investigación científica y tecnológica es demandada,
pero también cada vez es más grande la necesidad de que la
enorme cantidad de información producida por aquélla, se
convierta en “saber”. Esto se logra recién cuando esa información
científica fomenta la participación en procesos de comunicación,
cuando posibilita que las personas y los gobiernos en cada una de sus actividades
puedan tomar decisiones fundadas, cuando una región y un país
pueden solucionar problemas usando de ella. Y este es un eslabón
que también tiene que producir la universidad. Esto es de tal magnitud
e importancia que grandes empresas están creando universidades propias
para transformar información, que existe mucha en el mundo, para
un aprovechamiento más eficiente y específico del factor
saber.
Las universidades
se van a tener que preparar y adaptar para recibir mayor cantidad de estudiantes
y esa preparación nos incluye a todos (autoridades, docentes, no
docentes, estudiantes). Para ello modernas tecnologías (Internet
por ejemplo), ofrecen muchas posibilidades, pero también exigen
actitudes y habilidades distintas tanto de los docentes, como de los estudiantes
y de los no docentes. A los estudiantes, entre otras condiciones les agrega
la responsabilidad de aprender a auto- gestionar conocimiento. A los docentes,
la disposición de estructurar sus asignaturas en forma diferente.
No pensemos que estas tecnologías van a sustituir al docente, por
el contrario van a requerir de ellos más dedicación y más
capacitación. A los no docentes les exigirá también
de nuevas tecnologías y aplicaciones de capacidades para poner a
disposición de los clientes de la universidad los servicios que
el sistema requiere. Sino ¿para qué acumular cursos realizados?.
Pero, ¿ estamos cambiando
para estos cambios?
Con aplicación plena
del conocimiento tendremos que llevar adelante acciones que los tiempos
nos muestran con evidencia que debemos hacer y aún más, esforzarnos
por percibir qué nos demandará el futuro. Todo esto como
una obligación ineludible ante la sociedad y también para
no sentirnos culpables por inacción, más adelante.
Con lo expresado pretendo
que nos ayudemos para hacer crecer nuestra Institución, la UNRC.
Pretendo hacer notar que los problemas o dolores de los cambios ya los
tenemos encima y que no vamos a poder evitar pasar por ellos. Pretendo
recordar que en gran parte dentro de la Institución, es nuestra
la responsabilidad de diseñar, de probar, de ejecutar y de cambiar.
Esa responsabilidad involucra a todos los claustros y a todos los niveles
de autoridad de la Universidad, con los deberes, obligaciones y competencias
que cada uno tenemos.
Muchas veces las cosas cambian
y ya nunca más vuelven a ser como antes y tal vez esos cambios hasta
puedan significar oportunidades o una buena ocasión. Así
es la vida, esta sigue adelante y nosotros también y debemos hacerlo
con las mejores ideas, acciones y concreciones.
(*) por Dr. Roberto
Seiler
Ex-rector UNRCA |