Ramos
Generales / Museo
Un
viaje a la Nostalgia...
Cuando Ud. atraviesa
las puertas, se encuetra transportado en el tiempo, siente la misma sensación
que tal vez sintieron nuestros abuelos en aquellas épocas. Ramos
Generales está lleno de fascinantes objetos que ayudan a imaginar
cómo era la vida cotidiana aprincipios de siglo.
Se puede ir
a Ramos Generales por comestibles; buscar una receta preparada por el boticario;
tal vez recortarse la barba en la barbería; escuchar el último
tema musical en la victrola o, por qué no, subirse al próximo
tren. Todo es posible en Ramos Generales dejando volar la imaginación.
El Bazar:
Es una réplica del
tradicional Bazar Francés que estaba ubicado en la calle Florida
allá por el 1900.
El Garage:
Típico, con sus elevados
surtidores y sus tulipas iluminadas. Marcas tales como Itaca, Energina,
Essoline eran nombres habituales de combustibles.
El lugar designado para
el campo muestra un pesado tractor de ruedas rígidas de hierro
que data de 1918. Arados que eran tirados por caballos y un aguatero que
servía para calmar la sed de los labriegos en los calurosos y extenuantes
veranos.
La Herrería:
Antiguas herramientas de
herrería y carpintería. La herrería y ferretería
ofrecían un a vasta gama de mercaderías para el hogar
y los comerciantes, así como para los agricultores de la zona.
Una auténtica fragua
del 1900 en la cual se fundían y se daba forma a nobles metales
como el hierro. El herrero era un artesano al cual se acudía para
herrar un caballo o arreglar una máquina de labranza. Todo el trabajo
era manual y llevaba largas y duras horas de dedicación.
Venta de Diarios y Revistas:
diarios y revistas
de distintas épocas, destacándose las primeras tapas de las
revistas de Editorial Atlántida: EL Gráfico, Para Ti, Billiken
y Chacra.
La Peluquería:
Las antiguas barberías
eran verdaderas predecesoras de los actuales spa. Los hombres de negocios
y los más coquetos concurrían semanalmente, no sólo
a hacerse un corte de cabello sino, también para afeitarse o recortarse
la barba y bigotes, luego de lo cual el rostro del cliente era envuelto
con toallas calientes, casi hirviendo, que el barbero sacaba de la humeante
y antiséptica fomentadora, dejando al caballero rozagante y relajado.
La Farmacia:
Gran cantidad de elementos
y aromas que evocan los ungüentos y aceites medicinales de antaño,
donde el farmacéutico era casi un artesano. Potes artísticamente
elaborados, frascos multicolores, remedios elaborados con piel de serpiente,
pildoreros manuales, eran los elementos que formaban parte de las antiguas
farmacias.
La Tienda:
Era el lugar donde la familia
completa se vestía de los pies a cabeza. Las señoras podían
elegir por catálogo sus vestidos y los hombres hacerse a medida
las camisas. Era impensable que un señor elegante no completara
su atuendo con sombrero y tiradores.
El Escritorio: eran austeros
e imponían respeto. Las antiguas máquinas de escribir entonaban
con su tecleo una música inconfundible. Los cheques se imprimían
con unas pequeñas máquinas generalmente fabricadas e importadas
de Chicago y la papelería era prensada para darle forma de pesados
libros, por los mismos empleados.
El Almacén de Ramos
Generales:
En él se podía
comprar desde un alfiler hasta un carruaje y era el centro económico
social y hasta político de principios de siglo. Casi al mismo tiempo
que se instalaba el ferrocarril se abría el Almacén de Ramos
Generales. El trueque era habitual y la palabra dada valía por ley.
Azúcar, harina, al
igual que los alimentos secos como legumbres, se vendían por medidas
y a granel; también se despachaban bebidas y algunos contaban con
salón de baile para reunirse los sábados por la noche.
El escaparate de radios
y máquinas de escribir:
En aquellas épocas
pioneras, las radios eran costosas y de funcionamiento complicado, por
lo cual el receptor con detector de cristal se hizo muy popular. No tenía
capacidad para operar un altavoz o un volumen razonable sin recurrir al
uso de un amplificador. No eran muy selectivas y era difícil sintonizar
y mantener los puntos más sensibles del detector, a fin de obtener
la mejor recepción posible.
A medida que los receptores
de válvula se hicieron menos costosos y aumentó el número
de centrales, sustituyeron paulatinamente al receptor con detector de cristal,
no obstante debido a que los mismos funcionaban con pilas eran costosos.
Al fabricarse las radios alimentadas por la corriente eléctrica,
a finales de los años veinte, este problema fue resuelto.
Máquinas de escribir
tales como Oliver, Underwood, Plegable Standard eran la invención
más extraordinaria para la oficina allá por 1910.
El grafófono Columbia,
los fonógrafos, la grafónola, las famosas victrolas Víctor
(“la voz del amo”) eran los instrumentos musicales usados para reproducir
al tono dulce, claro y perfecto de los discos de pasta.
(*) Rodolfo Luna
Comunicación
Institucional Universidad Nacional de Villa María. / E-mail: comunica@unvm.edu.ar |