Vejez: ¿Un concepto?*

Se puede pensar que hay etapas vitales en el sujeto que deben ser definidas y nombradas, y seguramente debe ser así, ¿Pero cuales son las señales o cambios que implican un pasaje por ejemplo de la edad adulta a la vejez?. 

Es difícil plantearlo desde el punto de vista cronológico exclusivamente. ¿A partir de que edad alguien es viejo? ¿Hay una edad exacta del comienzo?. La respuesta  es no, si bien es cierto que cruzando determinadas décadas de años al sujeto se lo nombra como perteneciendo a una etapa diferente no podemos dejar de lado que este límite ha ido cambiando a través de la historia del ser humano. Aquí lo cronológico varía según determinaciones sociales, también ha ido cambiando el pronóstico de vida y se ha tenido que ir adaptando esta nueva etapa en algún lugar posible. 
Pero, debemos ampliar nuestro pensamiento y hacer jugar algunas variables que intentan definir cualitativamente una etapa evolutiva. Desde otro enfoque, desde el punto de vista psicopatológico, tampoco es posible situar a la vejez como una etapa en la cual se desarrollan o no determinados cuadros sintomáticos, si bien es cierto que estos son diferenciables, por ejemplo las demencias en otras etapas que en la vejez, no son exclusivas de ella. Tampoco lo son otras psicopatologías, por lo menos en lo que se refiere a ser causadas en ésta etapa o ser exclusivas de ella. 
Desde el plano de lo orgánico no podemos dejar de pensar que el tiempo transcurrido de vida de un sujeto hace mella en lo real del cuerpo y que no se puede desconocer el envejecimiento celular, si a sí lo podemos llamar. Pero este envejecimiento no es siempre lineal, aunque se encuentra dentro de ciertos parámetros, varía según cada sujeto y cada sociedad. 
Desde el plano social, y más exclusivamente desde lo laboral, podemos observar que la marca o el impacto psicológico que se produce sobre la definición de la etapa de la vejez es aún mayor. 
El retiro del sujeto del mercado laboral trae aparejada una impronta psicológica y social que tiene por lo general, a pesar de las diferencias individuales frente a la situación, una fuerte repercusión en la autopercepción personal y en la “mirada” que parte de lo social. 
Hemos analizado este tema someramente desde diferentes planos, el cronológico, el psicopatológico, el orgánico y el social, que permiten definir la etapa de la vejez. Pero caemos en la cuenta que siempre lo definitorio para conceptualizar una etapa evolutiva está definida por la marca de lo social o lo cultural y que se refiere a la última etapa de la vida. 
Si bien es cierto que desde el punto de vista personal hay diferentes hechos que marcan un cambio de identidad el sujeto no escapa a la sociedad en la que está inmerso. La percepción de que las diferentes y progresivamente menores interacciones sociales traen nuevos datos externos que van reforzando la idea y sensación de que las cosas han cambiado, el desgaste físico y los pequeños signos que empezaron por sorprender, adquieren una fuerte e insoslayable presencia. 
Pero a la percepción del cambio o de nuevos “síntomas” en el sujeto le cabe siempre algún nombre que atempere la nueva realidad, este nombre es una significación dada por lo cultural que siempre difiere en las distintas sociedades.

(*) por Lic. Sergio Sáliche. 
Psicólogo. Director General Red Asistencual de Bs. As.