Adultos Mayores en Accion.
Una Experiencia de Extensión a la Comunidad

En el ideario inicial del PEAM, encontramos el gérmen de esas construcciones que hoy denominamos Unidad de Gestión (UG), no sólo porque en los propósitos fundantes aparecía la idea de reinserción en la comunidad y revalorización de los Adultos Mayores sino porque surgía la posibilidad de que el Programa funcionara como propuesta de extensión, transfiriendo experiencias y siendo los alumnos multiplicadores de los saberes adquiridos.

Esta experiencia de enseñanza-aprendizaje, que tiene como marco la educación permanente,  es inédita considerando el grupo etario al cual está dirigido. De la población creciente del Programa (inicialmente 48 alumnos  que llegan a una inscripción de 1500 personas en el año 2002), surgen grupos humanos con características específicas, cuyas facetas más destacables son:
! Heterogeneidad de los grupos a nivel de la formación escolar sistemática y también de los diferentes estratos socio económicos de los participantes.
! Conformación y construcción de redes de contención y de proyección desde el hacer con múltiples interacciones lo cual redunda en nuevos emprendimientos – proyectos.
! Auto reconocimiento, por parte de los participantes del PEAM, como fuerza comunitaria con poder de acción.
! Identificación con este espacio propuesto por la UNRC y la necesidad creciente-responsabilidad- de “devolver a la comunidad”  lo aprendido.
Desde los diversos talleres, inicialmente cinco que llegan a sesenta en el año 2002, comienzan a establecerse vínculos y aproximaciones a instituciones elaborando ensayos de experiencias interinstitucionales e intergeneracionales. Es en esta instancia en la que comenzamos a hablar de Grupos o Unidades de Gestión.
Las UG surgen a partir de  la demanda concreta planteada por los integrantes del Programa. Este requerimiento tiene que ver con la necesidad de dar continuidad a los procesos iniciados, configurándolos en un  marco diferenciado. Luego de transitar ámbitos de formación específicos en una temática o marco disciplinar, los grupos de trabajo asumen este nuevo rol. Es imprescindible en esta instancia la coacción interna que facilite múltiples interacciones y que defina un grupo humano con diversas capacidades desarrolladas y potenciadas. En este momento es cuando estos equipos constituidos comienzan a esbozar proyectos de trabajo concretos iniciando una nueva etapa en sus procesos internos de desarrollo y acción.
Hay también un cambio en el rol que asume el integrante de la UG y del coordinador del espacio, que se constituye: en el primer caso protagonista de las acciones proyectadas hacia el afuera del Programa, y en el segundo caso, orientador desentrañando y poniendo a luz los nuevos aprendizajes que surgen de estas acciones.
Hoy, después de un proceso de redefiniciones y consolidación  a partir de concreciones podemos plantear a las UG como una construcción colectiva de reinserción comunitaria donde las utopías pueden ser espacios posibles – y lo son- en ámbitos diversos y con distintos interlocutores. Desde sectores vulnerables hasta instituciones comprometidas. Desde intercambios con pares marginados hasta la promoción e interacción con otros grupos generacionales.
El abanico de posibilidades es cada vez más amplio y la resultante es un grupo fortalecido en protagonismo desde el afuera por sus “haceres”. Estos emprendimientos generan un cambio de  actitud social en relación al rol del Adulto Mayor. En el imaginario aparece la ruptura–quiebre del no poder, de la representación de la vejez como zona oscura y sin posibilidades.
Desde las múltiples propuestas generadas (ligadas a sus intereses específicos) y puestas en acción, los participantes confrontan en forma permanente con la idea estereotipada de actitudes pasivo dependientes hacia esta realidad de protagonismo y compromiso social. No es casual entonces que las UG seleccionen como ámbitos de trabajo aquellos sectores de la población que no logran una inclusión efectiva en la comunidad y se presentan como con niveles de vulnerabilidad elevados ( niños de zonas marginales, discapacitados, ancianos etc.). Frente a esta realidad, se manifiesta una intención clara de promoción y asistencia, construyendo tramas de contención y vinculación solidaria. En este desentrañar nuevos roles también surge un importante número de acciones vinculadas a los procesos  creativos. Hechos culturales, artísticos y educativos son gestados y llevados a cabo por estos grupos que redescubren capacidades potenciales desde la mirada particular y única que brinda el camino recorrido. Con diferentes vías de simbolización los integrantes de las UG se insertan socialmente con una nueva autopercepción de su propia calidad de vida, y del entorno que lo rodea sensibilizándose e intentando modificaciones posibles en una actitud activa. 
Se rescatan así, los aspectos más saludables de cada participante y colectivo de trabajo, elaborando propuestas superadoras que implican el crecimiento del grupo y del entorno social en el que se manifiestan. Además podemos plantear una resignificación de lo experiencial y la posibilidad de procesarlo en acciones respaldadas por un marco axiológico factible de ser transmitido a otros sectores.
En estos tiempos de crisis de valores y ausencia de paradigmas, el Adulto Mayor no solo es un reservorio de memoria, sino un transmisor de cultura y actor comprometido con su realidad.
Desde este hoy, las UG se proyectan a un futuro inmediato, generando tramas vinculatorias cada vez más abarcativas e interrelacionadas y potenciando su accionar e impacto social. 

(*) por Prof. Lic Martha Schlossberg y Prof. Enrique Alcoba. 
Docentes PEAM. UNRC.