Arboles frutales – Familia: 
Rosaceas – Prunus domestica – Nombre común: 
C I R U E L O

Se desarrolló el análisis de este árbol frutal a partir de un interés personal por tratarse de un integrante muy cercano al núcleo familiar, a quien quisimos aprender a preservar y encontrar una forma de perpetuarlo.
 
 

Ciruelo: árbol frutal de la familia de las rosáceas, a la cual pertenecen también otros árboles productores de drupas (frutos carnosos con huesos duros que encierra la semilla). En las regiones templadas se cultivan una docena de especies de ciruelos. La siembra es otoñal con semilla no tratada, o bien en primavera con semilla estratificada al calor por dos semanas y al frío por cuatro o seis meses.
Facultad germinativa: 90 %
Número de semillas por Kg: 90 a 200 kgs.
También se multiplican por esquejes. Las variedades se producen por injertos.
Existe el ciruelo americano que pertenece a la familia de las anarcodiceas cuyo fruto es diferente al de la ciruela pero se trata de una drupa pequeña de color rojo o amarillo sabor agridulce, gustosa y con alto contenido de ácido málico, pero de escaso volumen a causa de un endocarpio abultado que alberga semillas atrofiadas.
 

Tiene propiedades laxantes, diuréticas y antiescorbúticas. La corteza del árbol se utiliza para tratar enfermedades de la piel. Tanto el árbol como el fruto del ciruelo americano reciben diferentes nombres. Jobo (Centroamérica), Colombia, Venezuela); Xocote o Jocote (México); Ciruela campechana (Cuba); Sismoyo (Costa Rica) y Maraca (Venezuela).

Proyección utilitaria
No se tienen datos sobre su producción en Argentina.
En España la producción se concentra en la zona mediterránea y en el Valle del Ebro.
Las mayores regiones son en este orden: Murcia, comunidad Valenciana, Andalucía, Aragón, Cataluña y La Rioja.
Las principales variedades son: Reina Claudia, Verde Santa Rosa, Goden Japan, Read Beauty, Formosa, Burdbank y Reina Clara de Aullins.
Nos centramos en el estudio de la vida, crecimiento y estructura de un árbol frutal y encontrar así la forma más adecuada de preservarlo.
Las fases por las que atraviesa se pueden centrar en:
Juventud: incluye los primero años de vida útil del árbol hasta la primera floración. Según las especies pueden se de 2 a 7 años, se caracteriza por crecer sin florecer ni fructificar.
Producción: Se estima entre 3 y 10 años el período de crecimiento continuo donde comienza a florecer y fructificar.
Plena producción: entramos en la edad adulta del árbol acompañado de un crecimiento vegetativo normal en donde se mantiene una producción continua y estable de frutos, según los cuidados prodigados esta fase puede durar entre 10 y 40 años.
Envejecimiento: el crecimiento vegetativo decae, los frutos son menores, y si aplicamos una buena poda acompañada de abonos intensos podemos llegar a mantener por largo tiempo una producción estable en condiciones aceptables.
Decrepitud: Son los últimos años de vida, la copa disminuye por la rotura de sus ramas, no hay crecimiento y disminuyen los frutos hasta desaparecer sobreviniendo la muerte del mismo.

Cuidados
Poda: práctica que consiste en guiar a la vegetación a cumplir los objetivos previstos (buena cantidad y calidad de producción)
Permite: - dar forma y armar soporte para producción
M modificar tamaño planta
M facilitar cosecha
M dar vigor a producciones
M mantener buena producción    de frutos
Es indispensable previo a la poda ver el estado del árbol y el destino del mismo:
M Comercial (producción de    frutas)
M Ornamental (para jardín y    frutal)
M Para sombra (frutal y sombra)

Si la planta la podamos desde el primer año podremos darle la forma y el cuidado deseado, si nos encontramos con una planta de varios años solo podremos recuperarla o arreglarla  a partir del estado en que se encuentre.
Se recomienda en la juventud no hacerla fructificar para no agotar la reserva destinada al crecimiento de los próximos años. En la etapa de producción solo propóngase cultivar de 1 a 2 kg. Aquí la poda ya es de fructificación tendiente a conservar la estructura del árbol.
En una primera etapa si la planta no viene podada del vivero se rebajarán los vástagos a una altura de 50 ó 90 cms. Tarea que se realiza en invierno y en el momento de la plantación definitiva.
De esta poda surgen yemas que originarán ramas a lo largo del tallo.
En el invierno siguiente se eligen 3 o 4 ramas bien distribuidas que se convierten en ramas principales eliminando el resto. En el invierno siguiente se adicionarán a las principales una selección de ramas secundarias. Una vez iniciada la poda de fructificación se deben eliminar las ramas secas retorcidas, mal ubicadas, realizando raleos para evitar una excesiva cantidad de ramas que quiten vigor a la planta.

Conclusiones
A lo largo de este estudio aprendimos a conocer y cuidar nuestro querido y añoso ciruelo de 44 años de vida, así decidimos preservarlo en el tiempo de la única manera posible, a través de sus esquejes. Hoy guardamos y cuidamos de ellos con la firme esperanza de que asomen lentamente sus diminutas raíces regalándonos la alegría de continuar juntos por muchos años más.

Historia de un Ciruelo
Lo plantamos en el patio grande y vacío de nuestra casa ya hace 44 años.
El creció con la familia, fue partícipe de juegos y risas de nuestros cuatro hijos, sus amigos y los diez nietos.
Su tronco y copa fueron  ganando espacio y hubo que  sacrificar otras especies frutales para que siguiera creciendo.
Fue y es habitación de pájaros que imitaron también los niños.
Se hizo amigo de una camelia a quien acompaña y protege de las inclemencias del tiempo. En la época en que sus ramas están desnudas ella lujuriosa lo abraza con cientos de flores rosadas.
Hoy es el rey indiscutido del jardín, símbolo del amor entre nosotros. A los más pequeños les está vedado montar a sus ramas. No se los puede dañar. Es ya viejo.
Está incorporado a la familia y en cada estación trae lo suyo para regocijo de todos.
El sigue metamorfoseando: 
Dorado en otoño
Desnudo en invierno
Blanco y perfumado en 
primavera.
Y pleno de frutos en verano
Los que transformados con amor en rico dulce por las manos de los abuelos alegran las mesas familiares durante todo el año.

Queremos finalizar esta simple historia del ciruelo con un agradecimiento especial a nuestras profesoras Susana (Viale) y Marcela (Demaestri), porque gracias a sus enseñanzas y apoyo hemos podido canalizar una gran ilusión: “Que el árbol no muera”, sino que se reproduzca a través de sus esquejes, y así podremos decir felizmente: 

“La vida continua”.
 

(*) Multiplicación y Cuidados de Especies Vegetales.
Autores: Marta Marcón de Ferrer
Carlos Ferrer. Alumnos PEAM.