Los inmigrantes de hoy

Uno de los problemas que enfrenta el mundo son las migraciones, fenómeno demográfico y cultural que tiende a incrementarse cada vez más debido a situaciones políticas, sociales, y económicas que se registran, especialmente, en los países en vías de desarrollo. Las migraciones junto con los nacimientos y las muertes, conforman los tres componentes más importantes del cambio en la población.
 
Si bien, este fenómeno generalmente es abordado desde un enfoque demográfico, su análisis no debería restringirse únicamente a ese ámbito; por el contrario las condiciones culturales y el contexto social en que se producen, hacen que el tema sea complejo y como tal requiere ser problema-tizado.
En este contexto, Argentina, sigue siendo uno de los países latinoamericanos con larga tradición inmigratoria, puesto que ella, formó parte del proyecto de construcción nacional. Hoy por hoy, en la extensa lista de inmigrantes, se incluyen: Ucranianos, chinos, rusos,  así como también bolivianos, paraguayos y peruanos. Respecto a lo último, el Perú, pasó a ser, de país de  inmigrantes a país de emigrantes. Se estima que un poco más de un millón de peruanos están en el exterior, es decir uno de cada 22, aproximadamente el 5% de la población total. 
Un primer acercamiento de la investigación que venimos realizando, sobre la migración peruana en la Argentina y más específicamente en la ciudad de La Plata, nos indica la existencia de una alta proporción de mujeres inmigrantes (casadas con hijos o madres solteras), quienes, si bien tienen un hogar establecido en el país de origen y además tienen estudios superiores, se trasladan solas a esta ciudad en busca de mejores condiciones de vida.

Así, la mayoría se emplea como «trabajadoras de hogar».  Muy pocas consiguen un trabajo compatible con su profesión o carrera técnica. La urgencia y necesidad de trabajar y ganar dinero para luego enviar a sus familias, les obliga a aceptar este tipo de empleo  generalmente a «puerta cerrada». 
Esta situación ha producido modalidades culturales que presentan una especificidad comunicacional en términos de redes de socialización y comunicación, formas de organización que afectan tanto la interacción cotidiana como aspectos más amplios, entre los que se pueden mencionar las cuestiones identitarias y comunitarias. 
Cuando las inmigrantes cruzan las fronteras, no vienen solas, sino que traen consigo modos de vida y costumbres arraigadas. En el nuevo país de residencia, serán muchas las dificultades a enfrentar, entre ellas, las de tipo económico, legal, y especialmente cultural. Lo último, quizá sea el tema más complejo por cuanto se hará difícil encontrar contención. 
Al analizar el tema, coincidimos con Liliana E. Tamagno, en el sentido de que los individuos que migran no son seres vacíos de contenido que tendrán que llenar su existencia con lo que la nueva situación les ofrece, sino que son portadores de un universo simbólico y de comportamiento propio de su cultura, producto de una determinada formación social, la del medio de origen. 

Feminización migratoria
Se  calcula en 50 millones el número de migrantes mujeres en el mundo. Todas fueron obligadas al destierro debido a la crisis económica y la pobreza incesante. En el caso peruano, se estima que la proporción de las migrantes peruanas, es de seis mujeres por cada cuatro hombres. Respecto al aumento de la integración de las mujeres al mercado de trabajo en América Latina, se señala que el empleo doméstico continúa siendo una de las ocupaciones más comunes para las mujeres.
En la IV Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing, las ONGs  peruanas que evaluaron la situación de las mujeres en el Perú desde 1980 a 1994, dieron a conocer que más  de la cuarta parte de hogares peruanos vienen siendo defendidos exclusivamente por una mujer, y en la gran mayoría de los hogares considerados como jefaturados por varones cuentan con un aporte esencial (en horas de trabajo e ingresos) procedente de las mujeres. 
Efectivamente son estas mujeres las que migraron a la Argentina. Muchas son madres solteras o mujeres casadas con hijos, quienes debido a la crisis económica, llevan encima todo el peso de la manutención familiar. Queda evidente que hay diferentes formas de inserción laboral de las mujeres y  pueden variar según la edad, el estado civil y especialmente el nivel cultural. Hay mujeres que se dedican de manera exclusiva a trabajar porque ese es su objetivo. Después de trabajar toda la semana en casas de familias, si hay alguna posibilidad de seguir trabajando el fin de semana, lo hacen. Son mujeres casadas de más de 45 años de edad que tienen que enviar dinero para sus hijos en Perú. 
Al analizar estas estrategias de «supervivencia» en las formas simbólicas, Silvia Delfino, explica que ellas, desafían las operaciones de la crítica ya que debe especificar los alcances de las diferencias entre similitudes de símbolos en diversas experiencias culturales como las migraciones forzadas, las persecuciones étnicas o la violencia económica.
También están aquellas jóvenes con estudios secundarios, terciarios e inclusive con título universitario, quienes al no encontrar un puesto de trabajo en el país de origen decidieron cruzar la frontera. Estas últimas, al igual que las demás se organizan y asumen responsabilidades económicas. Todo el dinero ahorrado es enviado cada fin de mes a Perú, para afrontar los gastos de alimentación, vivienda, educación, vestido y salud de sus familias. Por lo general, son solteras e hijas mayores, que trabajan por horas limpiando casas, cuidando ancianos o niños. O, se emplean en casas pero con “retiro”, significa que su trabajo termina a las ocho de la noche.
El fin de semana, lo disponen para sus actividades sociales como visitar a amigos, paisanos o con mucha suerte a algún familiar cercano. En alguna casa de familia o pensión, se organizan almuerzos con comida típica. Las reuniones de cumpleaños son infaltables, porque siempre habrá música y comida peruanas  Asisten masivamente porque no van a las discotecas locales, excepto a un salón de baile de salsa adonde también concurren argentinos y paraguayos. Estos momentos permiten intercambiar proyectos personales, aunque no faltan las añoranzas, remembranzas y nostalgias. Se cuentan penas, frustraciones  sueños o la buena suerte que tuvieron al encontrar un trabajo; es aquí donde se transmiten distintas emociones que puede concluir con la ayuda solidaria de unas para con otras, especialmente en la búsqueda de empleo.
En estos días de descanso, también acuden a las agencias de mensajería a enviar o recibir correspondencia, y especialmente las mujeres casadas asisten a misa los domingos, siguiendo la tradición religiosa. Estas relaciones interpersonales y grupales, adquieren sentido en el modo de integrarse a un contexto, de apropiarse de un marco de referencia necesario para subsistir y al cual adaptarse.
Este marco de referencia del cual nos habla Daniel Prieto Castillo, no desaparece necesariamente cuando se produce un cambio de residencia por migración sino que, por el contrario, es muy posible que en el nuevo lugar continúe el mismo esquema contextual, en virtud  de la relación con otros migrantes y por el contacto con seres que mantienen idénticos patrones de conducta y de interpretación de la realidad..
Sin embargo, los problemas de carácter legal y cultural se reflejan en algunas formas de discriminación y abuso. Son pocos los empleadores que otorgan beneficios laborales a los inmigrantes y en tanto, muchos los casos de xenofobia y prejuicios. Frente a ello, nos surgen algunas interrogantes ¿Cómo encarar esta situación donde las diferencias culturales son evidentes?, ¿Cómo hacer para que la convivencia entre culturas diversas sea factible en un determinado espacio social?. 
Ante este complejo fenómeno, ciertamente, aún hay mucho por preguntarnos. No obstante para las respuestas quisiéramos compartir algunas propuestas como de una ciudadanía multicultural, capaz de tolerar, respetar o integrar las diferentes culturas de una comunidad política de tal modo que sus miembros se sientan “ciudadanos de primera”.
O, como lo sugiere Miguel Rodrigo Alsina, sobre una comunicación intercultural. Antes será necesario analizar cómo es tratado el “otro” en las informaciones que ofrecen los medios. A la hora de establecer la comunicación intercultural hay que metacomunicarse, significa que, no basta con decir algo, hay que estar dispuestos a explicitar muchos contenidos que asumimos inconscientemente y a renegociar permanentemente el significado y los valores que se pretende compartir.

Acerca de la situación laboral y educativa.
La alta proporción de inmigrantes con educación superior (39%), nos demuestra que son profesionales calificados especialmente en campos relacionados con la salud como: médicos, enfermeras, obstétricas; también están los profesores, contadores y  técnicos en diferentes especialidades. Igualmente, existen algunos pequeños empresarios que vienen a «probar suerte».
Respecto a la alta tasa de inmigrantes con educación secundaria, nos indica que se trata de empleados del sector estatal y técnicos que pertenecen o pertenecían a la clase media urbana en el país de origen. La pauperización gradual de esta clase como consecuencia de la crisis económica, se ha convertido en una de las causas y quizá la principal, que acelera la emigración. En esta clase se encuentran los profesionales y técnicos que se quedaron sin empleo luego de la ola de privatizaciones que se registró en el Perú, especialmente en la década pasada. 
El hecho de que los inmigrantes peruanos tengan un alto nivel educativo, les diferencia de los demás  migrantes por ejemplo de los bolivianos o paraguayos, tal como fue advertido por Violeta Correa, directora de la Comisión Argentina de Refugiados, indicando que «se trataba de una migración diferente de la de las bolivianas y las paraguayas, en general campesinas que cambiaron el cuidado de las gallinas o las cosechas por el trabajo doméstico, aprendido luego con una amiga o en las mismas casas donde se emplean. En cambio, las peruanas son urbanas, vienen de Lima y se instalan en el centro de la ciudad, en hoteles o piezas en alquiler. Tienen estudios secundarios, muchas son universitarias, lo que no les garantiza mejores trabajos, pero sí la iniciativa para buscar ayuda o permanecer poco tiempo desocupadas».
Según una muy breve encuesta, los peruanos vienen a trabajar a la Argentina, atraídos por la relativa estabilidad económica y por el tipo de cambio de la moneda nacional cuyo valor es igual al dólar americano. El nivel de desempleo que se registra en Argentina, cerca del 18%, al parecer no les preocupa a los inmigrantes. A pesar de esta situación contradictoria, la mayoría viene porque las posibilidades para encontrar un trabajo son más favorables en Argentina, que en el país de origen. Asimismo, la facilidad de ahorrar en dólares, parte del dinero ganado para luego ser enviado a sus familias en Perú, es otro de los aspectos atractivos y que por lo mismo, la Argentina, se esté convirtiendo en uno de los blancos migratorios de Latinoamérica. Se ha observado que inclusive más de dos integrantes de una misma familia, migraron a La Plata con fines laborales y de estudio. 
Al analizar el complejo tema de la presencia de extranjeros en la Argentina, Lelio Marmora, refiere que en la actualidad «la Argentina está en su nivel proporcional más bajo de migrantes en los últimos cien años, que la incidencia de éstos sobre la desocupación  es ínfima, que su presión sobre los servicios de salud y educación del país es inferior a su aporte para dichos servicios y que su participación delictiva es exactamente proporcional a su número sobre el total de la población, a pesar de que los delitos más graves son cometidos por argentinos...Todo esto sin contar con que la mayoría de estos migrantes hace trabajos que los argentinos muchas veces no quieren realizar». 
Y, con relación al caso específico de los inmigrantes peruanos,  el mismo Mármora, afirma que «en este empobrecimiento diario del idioma que estamos sufriendo -globalización mediante- aportan, especialmente en el caso de los peruanos, una indudable riqueza a nuestro cada vez más castigado castellano».
Según los datos que consigna la entidad consular de La Plata, del total de inmigrantes peruanos, un 32% son estudiantes. Esto corrobora que La Plata, sigue siendo la ciudad universitaria que históricamente atrae a los estudiantes extranjeros. Un aspecto que se ha observado y que es favorable para el estudiante peruano, es la posibilidad de poder compartir el estudio con el trabajo debido a la distribución de las materias en  distintas franjas horarias lo cual le permite a uno, trabajar por algunas horas. 
Esta nueva modalidad de compartir el estudio con el trabajo, aparece en 1990 cuando los estudiantes constatan que el dinero enviado por sus familias del Perú, no cubría los gastos de residencia y estudio. Y, además porque en esa época, se aplica la Ley de Convertibilidad, elevando el costo de vida en la Argentina.
Estamos por lo tanto frente a un fenómeno complejo, en el que se presentan dos tendencias antagónicas. Por un lado la necesidad de vivir procesos de integración al contexto cultural y social del país de residencia, y por otro, la permanente reclusión en lo privado y consecuente individualismo,  signo de este fenómeno globalizante.

 (*)  por Gladys Cárdenas Palomino
Maestría Plangesco U.N. La Plata gladyscardenas@movi.com.ar