LA ORGANIZACIÓN DEL ENTORNO EN EL JARDÍN MATERNAL


Susana Luján Divito: Licenciada en Ciencias de la Educación, Profesora Adjunta Efectiva Cátedra Psicomotricidad de los Departamentos de Ciencias de la Educación y Educación Preescolar, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto, Vélez Sarsfield 875, Tel - Fax. 0358 – 4646592, Correo Electrónico enriquezdivito@arnet.com.ar. Directora del Proyecto de Investigación: “El Accionar Educativo en el Jardín Maternal” Proyecto subsidio por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Aprobado por Resolución rectoral Nº 300/95. Duración: 3 años.


l- CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Este trabajo se enmarca dentro de la investigación El accionar Educativo en el Jardín Maternal 1 y pone de relieve la importancia de la prevención dentro de este ámbito.
El Jardín Maternal es entendido como una institución socio - educativa que tiende al desarrollo global del niño de 45 días a 2 años inclusive respondiendo a sus necesidades bio-psico-sociales y realizando una acción educativa preventiva integral.
El docente a través de la práctica educativa puede facilitar u obstaculizar el desarrollo psicomotor y psicosocial del niño y la organización del entorno incide en la tarea educativa.
La información recogida en la investigación fue organizada para su análisis crítico en dos ejes centrales: la organización del entorno - material y relacional- y el desempeño o actuación docente en referencia a la modalidad que caracteriza su práctica educativa.
En esta instancia se comunica un avance que, a modo de aproximación, hace referencia al análisis - desde una perspectiva psico-motriz-pedagógica - de la organización del entorno y más específicamente al entorno material.
Prestigiosos investigadores, (Pikler, 1985; Vayer, Duval y Ronsin, 1993; Aucouturier, 1985; Lapierre, 1985), han puesto de manifiesto importantes aportes que sitúan a la organización del entorno material y relacional como una de las condiciones que puede favorecer u obstaculizar el proceso de desarrollo y aprendizaje del niño. La forma de organización del entorno es uno de los factores que condicionan la interacción entre el niño y el ambiente; por consiguiente contribuye a la educación que en sí misma es prevención.
Dentro del encuadre de la Psicomotricidad operativa (Chokler, 1988), se entiende el desarrollo como una serie de sucesivas transformaciones que le permiten al hombre satisfacer progresivamente sus diferentes, múltiples y renovadas necesidades, en un proceso de adaptación activa al medio. Las transformaciones internas que se operan en el sujeto para la satisfacción de sus necesidades se concretan a través de un intercambio múltiple con el medio, que es un medio físico y humano que constituye la condición externa necesaria para las transformaciones y para el desarrollo. La autora enuncia cuatro organizadores del desarrollo psicomotor: el apego, la exploración, la comunicación y el equilibrio. Entre el niño y el adulto se constituyen estos sistemas que operan recíprocamente y son pilares estructurantes de matrices de aprendizajes del niño, de ahí sus implicancias en la educación temprana.
Para Enrique Pichon-Rivière el sujeto es construcción y se hace, se configura en su hacer; la acción, la praxis, la actividad es fundante de la subjetividad. El aprendizaje es una de las formas y a la vez uno de los efectos de la relación sujeto - mundo. (Pichon-Rivière, en Quiroga, 1994).
En el marco de la Teoría del Desarrollo Autónomo (Pikler, 1985), demostró que la competencia del niño es una actitud que se expande al máximo de sus posibilidades, tanto gracias a la atención y a las respuestas adecuadas que se aportan al niño como a las condiciones del medio ambiente más favorables que se le asegura.
Estudios realizados acerca de la organización relacional y el entorno material en el contexto clase, ponen de manifiesto dos nociones esenciales:
"Sólo puede haber estructuras relacionales y, por consiguiente, dinámica de interacción, cuando los datos materiales permiten concretar las relaciones interpersonales.
De la misma manera, sólo puede haber relación niño - objeto (experiencias, estrategias, interacciones, etc.) si hay objetos que conducen a la actividad y si éstos se hayan a disposición de los niños" (Vayer, Duval y Ronsin, 1993 :38).
El niño no puede crear la ambientación del mundo externo que le permitirá expresar y desarrollar sus potencialidades. Es el adulto-educador que organiza el entorno cuidando que este facilite la interacción entre el sujeto, los otros y los objetos. Es el docente el que piensa y acondiciona los distintos ambientes para el aprendizaje.
Las relaciones con los otros -pares, adultos-, la participación activa del niño, la exploración del entorno, sus acciones sobre el mundo y hacia los objetos, están motivadas y fundadas en la interioridad del sujeto -mundo interno- (Quiroga, 1992); pero en este caso es el docente -mundo externo- el que con sus intervenciones y con sus previsiones en la organización va a posibilitar las transformaciones.

ll- CONSIDERACIONES QUE PERMITEN ESTABLECER ALGUNAS IDEAS PARA LA REFLEXIÓN CRITICA
El abordaje de la temática se basa, especialmente en información recogida empíricamente a través de distintos instrumentos de recolección de datos - entrevistas, encuestas -, en especial de la observación directa, de algunos registros fílmicos y de los planos de cada institución.2
El entorno material -los espacios, el mobiliario, los objetos- posee características que influyen y a veces determinan las acciones y conductas de los niños, por lo que inciden en su proceso de desarrollo y en la construcción de nuevos conocimientos.
Una constante que surge del estudio fue la edilicia. Los Jardines Maternales privados de la ciudad de Río Cuarto funcionaban en casas diseñadas para familias. Lo edilicio determinaba particularidades en los espacios, lo que, de alguna manera, incidía en la práctica docente.
En algunos Jardines se declaró tener necesidades edilicias, como otro baño, agua caliente, calefacción, luz natural, ventilación, patio más grande, entre otros.
Dentro de cada Jardín había distintos lugares o espacios institucionales. Como espacios interiores estaban el hall de entrada y salida del Jardín - lugar de recepción que tenían algunos Jardines-; las salas- casi la mitad de los Jardines atendía a los niños de un mismo turno en una única sala; el resto, en dos y tres salas-; el baño -generalmente dos, uno adentro- de uso común para todos; la cocina, lugar de uso común y, como espacio exterior, estaba el patio- pocos Jardines tenían dos patios-.
Hay casas que por su distribución son más funcionales que otras. Varios Jardines, según se observó, se instalaron en forma algo más confortable que el resto.
Muchos Jardines carecían de un hall o lugar destinado a recibir y despedir a los niños. Tenían la puerta de calle que daba directamente a una sala donde estaban los niños y la docente de esa sección, o bien poseían un lugar muy pequeño para la recepción -similar a un pasillo estrecho-.
En el contexto estudiado es importante organizar un lugar donde se reciba y despida a los niños. A este lugar arriban los padres con sus hijos, por lo menos dos veces al día. Es importante acondicionar este espacio acorde con las vivencias que allí se registran; es un lugar de encuentros, de acuerdos y desacuerdos, de comunicación, donde las interrelaciones cobran especial relevancia. Acondicionar el hall de entrada supone, también, prevenir las frecuentes interrupciones de la tarea que se ocasionan por su ausencia.
Respecto a las salas en general se pudo verificar que, si bien algunas eran amplias -5m x 4; 5m x 3,5; 6m x 4-, no eran suficientes para la cantidad de niños que albergaban -generalmente entre 14 y 20-. Cuando había salas para niños menores de dos años, éstas eran frecuentemente de dimensiones más pequeñas - 3m x3 o 3 x 4 por ejemplo- y albergaban alrededor de 8 a 10 niños a cargo de una docente. Otro inconveniente era la distribución de las salas ya que generalmente, algunas de ellas no eran independientes entre sí, porque eran lugar de paso obligado hacia otros lugares. Estas situaciones obstaculizaban la tarea áulica.
En la mayoría de las salas para los grupos de niños menores de dos años se carecía de una organización del espacio que permitiera subdividirlo. Los niños que gateaban se desplazaban sobre el piso transitado por todos lo que llegaban del exterior sin tomarse medidas al respecto. La desorganización dificultaba la exploración del ambiente y provocaba frecuentes llantos, se activaba el apego, se interfería en la posibilidad de apertura a la comunicación y a la exploración.
Se podrían diseñar corrales amplios -similares a los que se utiliza en la fundación Emmi Pikler en Budapest-. El diseño, que puede ser caracterizado creativamente según las diversas situaciones de los Jardines, podría albergar a dos o tres bebés, lo que favorecería la interacción entre ellos y con los objetos; se posibilitarían intervenciones docentes más ajustadas a las necesidades del niño en cada momento.
Los niños permanecen bastante tiempo dentro de las salas, razón por la cual hay que tener especial cuidado en todo lo que atañe a la organización de este espacio. En especial en los tres primeros años de vida, las situaciones relativas al espacio y las distancias le permiten ir logrando una autonomía relativa respecto al adulto y una conquista activa del mundo que lo rodea. Si las salas están superpobladas, no hay posibilidad de organizar el lugar con espacios más contenidos, ni con otros más abiertos a la exploración y a la comunicación.
El niño desarrolla en este período, un despliegue de su expresividad motriz; es la acción entendida como comunicación la que le permite la evolución psicológica general. Por ello prever lugares libres de mobiliario dentro de la sala promueve la interacción con los otros y los objetos, la apropiación instrumental de los elementos de la realidad para al transformarla, transformarse.
Es importante prever la cantidad de niños según el tamaño de la sala, lo que implica - entre otras cosas- comprender que la superpoblación trae aparejada comportamientos agresivos, ya sea porque no hay territorio individual suficiente, ya sea porque se suscitan conflictos por poseer los objetos. Estas conductas tienen que ver con la inseguridad que ocasiona la cantidad de niños juntos. La cantidad de niños por docente es uno de los factores que condiciona sus intervenciones. Frecuentemente se busca mantener el orden, el cuidado de los niños, en desmedro de otras intervenciones que favorecen el aprendizaje de nuevos conocimientos.
Otra constante fue la falta de organización del mobiliario y de los objetos. Se observó que la distribución del mobiliario, -mesas, sillas, placard-, en la mayoría de los jardines ocupaba bastante lugar, por lo que se achicaba el espacio para la acción dinámica de los niños. A veces, los muebles obstaculizaban el paso.
En varias salas había corralitos, éstos tenían las características y dimensiones de los que comúnmente se venden en los comercios y que carecen, por su estructura, de finalidad educativa. La red flexible que los delimita con la que el niño ejercita exploraciones y posturas, estaría dificultándoles la posibilidad de movimientos armoniosos y seguros con un mejor equilibrio.
Se sabe que la hipertonía, la tensión excesiva, las reacciones tónicas en crispaciones tónicas del niño pequeño corresponden al displacer. Cuando siente falta de sostén, pérdida de equilibrio, miedo a desmoronarse, hay angustia, de ahí el displacer que genera un tono muscular y afectivo negativo. (Pikler 1985; Ajuriaguerra 1992).
En algunas salas había bebesit, que era material usado por la docente para colocar a los bebés. Si se piensa en lo que implica un desarrollo neuromotor postural armonioso, cabe reflexionar que estos, al igual que los corralitos comunes, estarían interfiriendo en el camino para conseguirlo.
Los objetos que se disponían eran diversos y no estaban clasificados siguiendo criterios coherentes. Casi todo se compartía y muchas veces el material estaba disperso y entremezclado, lo que hacía que los mayorcitos, -24 a 36 meses-, les dieran poco uso y que los más pequeños no se interesaran. Otras veces los materiales estaban guardados o fuera del alcance de los niños.
 La mitad de la población observada tenía juguetes, materiales que se consideran didácticos en el mercado que los ofrece, -rompecabezas, encastres, cuentas para enhebrar, roscas y tuercas, etc.-. También utilizaban los de insumo, -lápices, témperas, hilos, crayones, tizas, etc.-; materiales de desecho, -papeles, cartones, latas, carreteles, etc.- y los materiales de construcción, -bloques, ladrillitos, varillas plásticas o de maderas, etc.-. Los objetos para los bebés eran escasos. Se considera que estas falencias en la organización del entorno dificultan un abordaje pedagógico pensado en función del desarrollo global del niño.
Acerca de la importancia del material, Andrè y Anne Lapierre (1985) sostienen que es un lugar de expresión, ven al objeto más allá de lo que el objeto es por sí mismo; para ellos posibilita y potencia la acción motriz y el juego. El material es un medio para llegar al otro, el objeto sería intermediario para la comunicación. El objeto, independientemente de su forma o color -lo convencional-, permite acercarse al otro, alejarlo, entrar en la dinámica de la comunicación.
Otros objetos por su forma, tamaño, color u otras cualidades, también son importantes, porque abren al niño a nuevos descubrimientos y promueven la exploración, unión, inclusión, etc. El niño interactúa a veces sólo con el objeto; en otros momentos, con sus pares y/o con el adulto.
Se considera que en el Jardín Maternal los objetos deben ser pensados en función de lo que posibilitan, teniendo presente la propia iniciativa del niño y su propio placer y creando un ámbito propicio para el aprendizaje en función del desarrollo del niño en ese momento.
En referencia a la organización de otros ambientes, el cambio de pañales se observó en seis salas de los cinco Jardines que tenían niños pequeños. El baño era el lugar electo generalmente para esta tarea. El mobiliario utilizado como cambiador era una mesa o mueble pequeño ubicado contra la pared. La falta de previsión de un lugar cómodo y seguro condicionaba la tarea docente ya que cuando el niño se movía, debía cuidar que no se cayera. El cambio se hacía rápidamente y el niño estaba en actitud pasiva, había escasa interacción adulto - niño. Las docentes intervenían directamente en las diferentes situaciones posibles de aprendizaje obstaculizando la autonomía del niño. Por ejemplo, para cambiarlos se ubicaba a los pequeños en posición estática -acostados o parados- se les bajaba el enterito o pantaloncito hasta la altura de las piernas, impidiéndoles el movimiento y la colaboración en las acciones de desvestirse y vestirse.
Para el desarrollo autónomo del niño, el lugar para cambios de pañales debería ser lo suficientemente amplio como para favorecer su participación activa. La seguridad, la calidez del lugar favorecería la comunicación, la exploración del niño y a medida que vaya participando podría aprender entre otras cosas, praxias básicas que posteriormente le permitirán vestirse, desvestirse y otras acciones favorecedoras de su independencia.
El baño era utilizado frecuentemente para lavar manos y rostros. El lavatorio era alto y era la docente quién levantaba al niño para higienizarlo. Los inodoros eran generalmente los comunes, razón por la cual se considera importante acondicionar los baños pensados en función del niño y sus necesidades, ya sea con inodoros chicos, ya sea con bacinillas.
En general los baños tenían distintas dimensiones. O bien eran sumamente grandes y de paredes muy altas que se alejaban de lo confortable -difíciles de calefaccionar-, o bien de reducidas dimensiones por lo que no cabían algunos muebles indispensables -por ejemplo, mesa con cambiador-.
La cocina era el lugar donde en casi la mitad de los jardines se daba de comer -merienda- y en donde se podía higienizar a los niños. Como mobiliario había mesada con pileta, a veces un placard y en otras, alguna repisa. Varios jardines tenían heladera, -se piensa que este electrodoméstico es muy importante porque permite evitar cortar la cadena de frío que necesitan algunos alimentos-. Como mobiliario de la cocina sería importante diseñar un banco especial que posibilite al niño el uso del lavatorio de la mesada. Un banco similar podría ser utilizado en el baño. La docente lo acompañaría y colaboraría con su propia higiene, elaborando los procedimientos necesarios para lograr esta y otras praxias.
El patio como espacio exterior, presentaba características particulares. La mayoría de los jardines tenían un único patio donde se observaba un rincón con algo de arena, otros estaban totalmente embaldosados y la mayoría carecía de árboles. Un poco menos de la mitad de los Jardines, según se observó en los planos de cada institución, tenían juegos instalados. En varios Jardines, éstos juegos eran muy escasos para la cantidad de niños. Los más frecuentes eran las calesitas con cuatro asientos -nunca más de dos por jardín-. Eran juegos similares a los que se ven en algunas plazas.
Se considera relevante plantearse la necesidad de organizar la actividad al aire libre, ya que el espacio del patio no está acondicionado para los más pequeños, es un lugar que compartían por lo general, simultáneamente varias salas. Cabe pensar en corrales amplios de 3 x 4 m, -por ejemplo- con objetos pensados para los niños pequeños, donde la docente pueda entrar y salir sin problemas. Generalmente, los bebés si están al aire libre, permanecen en sus cochecitos o en brazos de sus maestras porque frecuentemente -según observaciones realizadas fuera del encuadre de esta investigación- requieren de extremo cuidado ya que el patio es compartido con niños de otras edades -hasta de tres y cuatro años-.
En alusión a la actividad docente en el patio, - en la gran mayoría de los Jardines - se dejaba jugar libremente a los niños mientras se los cuidaba para que no se hagan daño y en solo uno se sugería alguna actividad para que jugaran.
Es importante reflexionar críticamente sobre la organización del entorno material y relacional del espacio al aire libre. Son múltiples las experiencias que los niños pueden vivenciar en los juegos instalados, en los corrales y con otros materiales que se les ofrezca. La mirada atenta y las intervenciones oportunas de la docente en este espacio facilitan el desarrollo del niño como persona autónoma, creativa y socializada.

lll- CONSIDERACIONES FINALES
La falta de organización y previsión del entorno en cada institución ha sido una constante. La organización del ambiente no era, generalmente, tenida en cuenta como estrategia educativa.
Frecuentemente cuando se formula ante los docentes esta noción fundamental de organización del entorno material y relacional, ellos hacen referencia a la falta de recursos económicos. Es verdad que la situación es difícil cuando se dispone de escasas estructuras materiales y de una deficiente o limitada distribución de los espacios interiores. Sin embargo, también es cierto que, si hay al menos condiciones materiales básicas, siempre es posible encontrar soluciones para crear un entorno aceptable que tenga en cuenta las necesidades del niño y su desarrollo como persona autónoma creativa y socializada.
El proceso educativo - atravesado por lo social- se lleva a cabo en un medio ambiente, razón por la cual la organización del entorno se convierte en una variable relevante en el accionar educativo preventivo ya que incide y condiciona el desarrollo del niño.
Con este trabajo se busca una aproximación a la temática para posteriormente profundizar en ella. El tema se trata con el respeto que merecen quienes abrieron sus puertas para posibilitar la tarea de investigación y opera como respuesta a una búsqueda común, que tiene como principal protagonista a los niños y, por consiguiente, tiende a mejorar la calidad educativa en el Jardín Maternal.
La transformación pasará por comprender nuestra realidad y operar con modificaciones posibles, atendiendo a la complejidad y a la diversidad de las situaciones.
En los Jardines Maternales es posible implementar las condiciones educativas personales y materiales, las estructuras de organización interna que son necesarias para que el niño pueda “reconocerse en el mundo material, en las relaciones con las personas de su entorno inmediato o más distante, en relación a sí mismo y también con los otros" (Falk, 1997 :19). Estas condiciones lo abren a la comunicación, a la posibilidad de aceptar nuevos conocimientos y a la integración activa en la sociedad. Esto se puede concretizar en el marco de un proyecto pedagógico institucional. Es imprescindible construir las bases que permitan su concreción en los jardines, atendiendo sus particularidades y diferencias.

NOTAS
1 Parte del proyecto fue publicado en las actas de las Jornadas de Investigación organizadas en 1995, por la Facultad de Ciencias Humanas. El proyecto recibió subsidio de SeCyT-UNRC, aprobado por resolución rectoral Nº 300/95. Duración: 3 años. Población estudiada: la totalidad de los Jardines Maternales privados de la ciudad de Río Cuarto (15 Jardines); se determinó el total de la población en base a datos suministrados por la Secretaría de Comercio e Industria de la Municipalidad – área donde se inscriben los Jardines Maternales- y a datos relevados por los auxiliares de investigación cubriendo los distintos barrios de Río Cuarto. Los CAINyF – Centro de Atención Integral al Niño y la Familia- dependientes de la Municipalidad no se incluyeron ya que desde 1995 dejaron de ser considerados Jardines Maternales. Los datos que se recogieron abarcan distintas dimensiones que hacen al accionar educativo en el Jardín Maternal y fueron recolectados a través de entrevista y encuesta a los directores y observación directa del accionar docente en la sala y durante el cambio de pañales.
2 Los planos fueron confeccionados por los observadores, guardando, la mayoría de las veces, la proporción de las dimensiones, pero no fueron diseñados en base a normas y escalas científicas. En cada plano se anexó el mobiliario.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ajuriaguerra, Julián 1992 Personalización y socialización. La Hamaca. Fundari-Cidse. Buenos Aires.
Aucouturier, Bernard; Iván Darraul y June Empine 1985 La Práctica Psicomotriz. Científico Médica. Barcelona.
Chokler, Myrtha Hebe 1988 Los Organizadores del Desarrollo Psicomotor. Ediciones Cinco. Buenos Aires.
Falk, Judith 1997 Mirar al Niño. Ariana. Buenos Aires.
Lapierre, André y Anne Lapierre 1985 El Adulto Frente al Niño de 0 a 3 Años. Panamericana. Barcelona.
Pikler, Emmi 1985 Moverse en Libertad. Narcea. Madrid.
Quiroga, Ana 1992 Proceso de Constitución del mundo interno. Ediciones Cinco. Buenos Aires.
Quiroga, Ana 1994 Matrices de Aprendizaje. Ediciones Cinco. Buenos Aires.
Vayer, Pierre; Amand Duval y Charles Ronsin 1993 Una Ecología de la Escuela. Paidós. Buenos Aires.



 
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