El sistema educativo ante la encrucijada del cambio social: una mirada hacia el futuro


José M. Esteve
Universidad de Málaga - España

Comentario: María Cristina Rinaudo
Una década atrás, Emilio Tenti (1988), sostenía que en Argentina teníamos muchas utopías y poco conocimiento de la realidad, que sabíamos muy poco sobre lo que ocurría dentro de las instituciones educativas. No discutiremos aquí la vigencia del juicio de Tenti para el momento presente; la referencia pretende introducir lo que me parece es el mérito principal del artículo de Esteve para los lectores de Argentina: el modo en que su lectura puede ayudarnos a comprender mejor el estado actual de la educación en nuestro país.
El enfoque de lectura que propongo no está reñido con el reconocimiento de la importancia del artículo para informarnos sobre la realidad española. Entiendo, sin embargo, que la profundidad del planteo de Esteve y la claridad de su desarrollo constituyen una verdadera invitación a reflexionar sobre las propias realidades; en lo que sigue presentaré algunas ideas que apoyan esta afirmación. Me voy a referir a tres características que confieren al trabajo la posibilidad de ir más allá del contexto en el que fue escrito; a saber: lucidez en la definición de los problemas; agudeza en la discriminación y uso de indicadores para analizarlos e importancia de los ejes sobre los que se centra la propuesta de solución.

La definición de los problemas
Quizás una de las notas más salientes del artículo sea la perspicacia de su autor para definir los problemas que conforman lo que denominamos crisis de la educación. Más allá de la comparación de las características y cobertura del sistema educativo español y argentino —que siempre es útil considerar—, el artículo hace explícitas tres ideas que en mi opinión son de gran importancia para orientar el estudio de la crisis: una, que es impropio analizar los logros del sistema educativo extendido que tenemos hoy, con los criterios que empleamos para analizar el sistema de élite que hemos superado; dos, el reconocimiento del componente utópico dentro de las metas educativas y sus consecuencias en el análisis de los resultados del sistema, permanentemente en falta respecto de los propósitos, siempre más ambiciosos, que legítimamente nos proponemos como sociedad; tres, la advertencia acerca de que el sistema educativo puede empeorar si no actuamos inteligentemente en la solución de sus problemas. No se trata ciertamente de ideas que no hayamos pensado con anterioridad: conocemos los datos relativos a matrícula, permanencia y promoción, sabemos por consiguiente que como país hemos logrado la democratización del sistema; sabemos que las utopías son propias de los propósitos educativos; observamos, con alarma, el deterioro en la calidad de la enseñanza; no obstante, en el análisis de nuestros problemas educativos, no hemos usado estos conocimientos tan explícita e integralmente como lo hace Esteve.
Desde las agrupaciones gremiales se ha seguido reclamando por las tasas de analfabetismo y deserción —y es necesario que nos preocupemos si un solo niño queda al margen de la educación—, pero al desconocer los logros del sistema equivocamos el diagnóstico de los problemas que tenemos que atender.
Eichelbaum de Babini (1991 :1994), con seguridad quién más conoce acerca del funcionamiento del sistema educativo argentino, mostró esta realidad en muchos de sus escritos y nos advirtió acerca de la importancia de atender a los diferentes indicadores del funcionamiento del sistema para orientar el estudio de los problemas de enseñanza y aprendizaje dentro de las instituciones. Entiendo que no hemos sabido aprovechar suficientemente esas orientaciones dentro de los círculos pedagógicos, más afectos a desarrollos teóricos e ideológicos, que a la consideración de los datos empíricos y descriptivos de nuestra realidad. Por eso resulta útil el artículo de Esteve, porque fue capaz de usar el conocimiento empírico acerca del funcionamiento del sistema educativo de su país para orientar la reflexión en profundidad sobre la crisis educativa, y mostró con ello un modo para hacerlo.

2. Dimensiones en el diagnóstico de la crisis educativa
¿Por qué deberíamos considerar útil el diagnóstico de la crisis educativa española para el análisis de la educación en Argentina? Porque conjugando diversas perspectivas, Esteve logró definir pautas significativas para un análisis pedagógico de los problemas educativos. Le ayudan a ello su lucidez para identificar las dimensiones que hay que tomar en consideración y también la franqueza en señalar problemas sobre los que poco se habla entre los especialistas en educación y que la sociedad tampoco desea reconocer: inhibición de la familia y de la sociedad en la formación moral de las generaciones jóvenes, exigencias de metas contradictorias, influencia de los medios masivos de comunicación en la mentalidad infantil y la fragmentación que caracteriza el trabajo de los profesores ... entre otros.
La discriminación de dimensiones de la crisis muestra diferentes facetas del problema de la baja calidad de la enseñanza y nos ayuda a comprender las razones que llevaron al desconcierto en el que viven muchos docentes e instituciones educativas en los últimos años. Afortunadamente el reconocimiento de las causas y las características de esta crisis está acompañada de criterios para proponer y ensayar una solución. Esto constituye otro de los méritos del artículo que comentamos.

3. Tópicos para una propuesta de solución
Otra razón para acordar con Esteve es, como mencionamos recién, la identificación de las áreas de acción para tratar con la crisis en educación. Aquí también su perspectiva resulta de interés, probablemente a causa de la honestidad de su planteo.
Ubicando como áreas críticas para la acción a la formación inicial de los profesores, el apoyo a los docentes en ejercicio con vistas a una mayor capacitación, el mejoramiento de las condiciones de trabajo y la necesidad de actuar sobre la deteriorada imagen social de la profesión docente, el artículo nos presenta una verdadera agenda de trabajo para los próximos años.
Esteve se preocupa por el docente, su persona, su imagen, su enseñanza; atiende a la salud emocional y a las posibilidades de llevar a cabo un trabajo profesional de calidad; va más allá del reclamo indiscriminado de mejoras salariales, que lejos de desconocerse se plantea también en forma explícita. Estos reconocimientos que se integran en el reclamo por una era del docente, constituyen un aspecto decisivo para el éxito de la Reforma recientemente iniciada entre nosotros; sólo si apoyamos la tarea de maestros y profesores podremos ver mejoras en la educación.
Hace poco leí en un libro de Csikszentmihalyi (1998) un comentario de Barry Commoner -bioquímico y biofísico, paladín de la lucha ecológica-, en el que expresaba su descreimiento por el trabajo de los intelectuales en la universidad diciendo que muchas veces se trabaja más para escribir artículos que para resolver problemas. En mi opinión el artículo de Esteve nos pone ante un estimado contraejemplo; no nos quedan dudas sobre la relevancia de su escrito para orientar acciones encaminadas a solucionar los problemas educativos.



Referencias
Csikszentmihalyi, Mihaly 1998 Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención. Paidós. Barcelona.
Eichelbaum de Babini, Ana María 1991 Sociología de la Educación. El Ateneo. Buenos Aires.
Eichelbaum de Babini, Ana María 1994 La educación argentina en 1990. Las cifras en la comparación internacional. En Gibaja, Regina E. y Ana María Eichelbaum de Babini (Comps.), 1994 La educación en la Argentina. Trabajos actuales de investigación. La Colmena. Buenos Aires.
Tenti, Emilio 1988. El proceso de investigación en educación. El campo de la investigación educativa en Argentina. En Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación. Curso de metodología de la investigación en Ciencias de la Educación. Rosario, IRICE.