UN NUEVO CONCEPTO DE INTELIGENCIA EN EDUCACIÓN.

El desafío de ir más allá del CI.

Martinasso, María Belén - Signorile, Mariela

Maria Belén Martinasso. Estudiante Lic. en Psicopedagogía. Universidad Nacional de Río Cuarto. Córdoba. Tel. 0358-4980194

Mariela Signorile. Estudiante Lic. en Psicopedagogía. Universidad Nacional de Río Cuarto. Córdoba. Tel. 0358-4629339 E-mail marielasignorile@hotmail.com

 

Hace casi un siglo, los psicólogos emprendieron los primeros intentos, de definir la inteligencia y de crear pruebas que pudieran medirla.

El pionero en la creación de escalas métricas fue Alfred Binet (1905). Entendía a la inteligencia como la manifestación de las capacidades cognitivas. Partió de la hipótesis de que a cada edad del niño corresponde un determinado grado de inteligencia; y encontró la unidad para medirla: la Edad Mental. La comparación del grado de inteligencia correspondiente a una determinada edad con la Edad Cronológica le permitía diagnosticar el nivel intelectual del niño y determinar así el Coeficiente Intelectual.

Partió del supuesto de que todos nacemos con cierta inteligencia y que ésta se desarrolla con los años; hacia los 15-16 años la inteligencia ha llegado a un grado de desarrollo que se mantendrá constante hasta la vejez. Pero explicó que lo que sí se podía dar desde este momento, es un desarrollo en la forma de utilizar la inteligencia ya existente.

La primera generación de psicólogos de la inteligencia, entre quienes C. Spearman es uno de sus exponentes, tendía a considerar que la mejor manera de juzgar la inteligencia era como una capacidad general, única, para formar conceptos y resolver problemas. Spearman creía en la existencia de “G”, factor general supeditante de la inteligencia que se mide con las tareas en una prueba de inteligencia. (Gardner, 1995).

Por otra parte, tiempo después y contrarrestando la anterior concepción, L. Thurstone postuló la existencia de un pequeño conjunto de facultades mentales primarias que tienen relativa independencia entre sí y que se miden con diferentes tareas, comprensión verbal, fluidez de la palabra, del razonamiento, fluidez numérica, visualización espacial, la memoria y la velocidad perceptiva. Consideraba que estaban asociadas y admitió la posibilidad de extraer un factor de orden superior.

“Ninguna de estas dos líneas han podido tomar la delantera, ya que la naturaleza de estas cuestiones que rodean la interpretación de las calificaciones de la inteligencia es matemática y no susceptible de resolución empírica” (Gardner, 1995 :49).

Esos son los tiempos gloriosos del CI a los que Gardner, psicólogo de Harvard, llama el modo de pensar el CI, donde “la gente es inteligente o no, que nace así, que no hay mucho que hacer al respecto, y que las pruebas pueden decirnos si somos o no una persona inteligente...” (Goleman, 1995 :58). Se estaría frente a una única clase de aptitud que determina el futuro.

D. Goleman retoma del libro Frames of Mind de Gardner el concepto de inteligencia, quien la define como la capacidad de resolver problemas o de crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales, refuta la primacía del CI argumentando que no existe una única clase de inteligencia, sino un amplio espectro de ellas y plantea su teoría de las Inteligencias Múltiples. Consideró siete tipos de inteligencias: la lingüística, la lógico matemática, la inteligencia musical, la espacial, la cinestésico-corporal, y dos formas de inteligencia personal, una que se dirige hacia los demás y otra que apunta hacia la misma persona (Goleman, 1995). Se expresan en el contexto de tareas, disciplinas y ámbitos específicos, aclara que son ficciones para hablar de procesos y habilidades continuos entre sí, se describen por separado pero sólo por razones científicas, es decir, no existen como entidades separadas y verificables.

Pero el concepto de Inteligencias Múltiples no es el único que revolucionó el campo de la inteligencia en los últimos años; otras de las nociones que amplió el concepto de CI es el de Inteligencia Emocional, difundido por el Dr. Daniel Goleman en 1995 con la publicación del libro “La Inteligencia Emocional”, en el que presenta un modelo de “ser inteligente”, ubicando las emociones en el centro de la vida del hombre.

Goleman señaló que “En cierto sentido tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencias: la racional y la emocional. Nuestro desempeño en la vida está determinado por ambas; lo que importa no es sólo el CI sino también la IE (...)” y finaliza el párrafo diciendo que cuando la IE aumenta lo mismo sucede con la capacidad intelectual (Goleman, 1995 :49). Plantea como necesario un equilibrio inteligente entre razón y sentimientos, cabeza y corazón, pero se debe saber utilizar la emoción de manera inteligente.

¿Qué es utilizar la emoción de manera inteligente? Poseer habilidades tales cómo ser capaz de motivarse y persistir frente a las decepciones, controlar el impulso y demorar la gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía y abrigar esperanzas (Goleman, 1995). Quien domine estas habilidades actúa de manera inteligente.

Mientras hay quienes afirman que el CI no se puede cambiar demasiado mediante la experiencia ni la educación, Goleman muestra que las aptitudes emocionales fundamentales pueden ser aprendidas y mejoradas por los niños, siempre y cuando sean enseñadas.

¿Qué alcances tendría la enseñanza en este modelo? ¿Se ampliaría el concepto de alfabetizar? Nuevos contenidos aparecerían dentro de la enseñanza formal: “conciencia de sí mismo; aprender a ver los vínculos existentes entre pensamiento, sentimientos y reacciones; saber si los pensamientos o los sentimientos están gobernando las decisiones; ver las consecuencias posibles de elecciones alternativas, y aplicar todas estas percepciones en decisiones sobre temas cotidianos” (Goleman, 1995 :309). El individuo que domine estos contenidos es a quien Goleman llamó Alfabeto Emocional, posición a la que se llega a través de un proceso adecuado al desarrollo del niño. Quienes no lo logran son analfabetos emocionales.

En síntesis, se trataría de brindar un conjunto de destrezas y preceptos esenciales que eleven el nivel de aptitud social y emocional de las personas. Su intención es demostrar que siempre tenemos opciones cuando debemos dar respuesta a la emoción, y que cuantas más maneras conozcamos de responder a una emoción, tanto más rica será nuestra vida.

¿Qué sucede con el concepto de inteligencia en la escuela de hoy? ¿Puede la IE suplir sus déficit?. Según lo planteado por Goleman la instrucción emocional podría solucionar alguna de estas dificultades que acechan en la actualidad a nuestras aulas. El autor recomienda la instrucción emocional para ir contrarrestando de manera gradual y progresiva los déficit sociales.

¿Podría ser la IE una alternativa para la prevención de los crecientes problemas de deserción, repitencia, y hasta los de droga, violencia, alcohol en la Argentina a fin de siglo? ¿Este sería un desafío para los nuevos educadores?

Referencias

Gardner, Howard 1995 Estructuras de la Mente. La teoría de las inteligencias múltiples. Biblioteca de Psicología y Psicoanálisis. México.

Goleman, Daniel 1996 La inteligencia emocional. Javier Vergara Editor. Argentina.

 

Anterior                                                                                                                                                          Siguiente