Recuerdos

A María Celia Matteoda


Para vos, sin importar donde estés...

Todo fue muy rápido...y tal vez agravado por ello, ha dejado por estos días largos silencios individuales que, lejos de egoísmos y mezquindades, permitieron compartir pequeñas anécdotas, el recuerdo de atenciones recibidas o de tus amables amonestaciones dejadas caer como al paso...; o reiterar el mismo ˇsi no fuera que...! una y mil veces pensado, una y mil veces repetido.

Cada rostro reflejaba modos distintos de angustia y pesar... Como pocas veces los pasillos estuvieron tan calmos... Pocas veces tanto desconcierto como tantos interrogantes tomaron los lugares vacíos de nuestros sentimientos y afectos...

Por qué toda esa tu fuerza y tu entusiasmo desplegado desaparecen sin más...
Dónde quedaron almacenados tus sueños y aspiraciones,
dónde encontrar tus proyectos y anhelos,
dónde tu ternura y la amistad contenidas,
de dónde rescatar tus ideas, tu ingenio, tus sugerencias...

Parecen vanas cuestiones y respuestas igualmente vanas. O tal vez no sea así
ya que por sobre todo tu recuerdo vive aquí, en nuestro recuerdo, en el de los alumnos, en el de los becarios, en el de los colegas y en estos pasillos, en la vicedirección, en los trabajos finales, en la revista Contextos de Educación... y vaya a saber en cuantos espíritus y lugares más de tus nuevos espacios sin tiempo.

Danilo Donolo

Director de Contextos de Educación

 


Intentamos desentrañar el sin sentido de la ausencia desmedida, abrumadora; ausencia que todo lo abarca, que inmoviliza...

Releemos a Galeano: "... el mundo es eso... un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales... Algunos arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciede".

Escuchamos las voces que aún permanecen. Por el privilegio de haber contemplado la llama de la lucha constante, el compromiso, el optimismo, la brillantez, la generosidad... una llama tan vitalmente encendida; confiamos en neutralizar el sin sentido avivando la chispa en nosotros encendida, cada uno a su medida, posibilitando la siempre presencia en el mar de la ausencia.

 

Alicia Vázquez
Luisa Pelizza
Mónica Astudillo
Ivone Jakob
Pablo Rosales


Querida María Celia:

Compartimos momentos, compartimos trabajo y compartimos silencio.
Leímos libros enteros y libros que dejamos a la mitad.
Admiramos el poder ser y hacer que nos mostrabas todos los días.
Hoy, ante el dolor que no nos convence, recuerdo un libro, se llamaba Mujeres, allí te escribí:
"Hay mujeres y mujeres,
a algunas uno quisiera haberlas conocido,
a otras hubiera preferido no encontrarlas
y a otras, como vos
uno se alegra de haberlas conocido
."
Por eso hoy, ante este libro inexplicable que hemos dejado a la mitad
donde parece que sólo cabe el silencio,
retomamos tu palabra de esperanza para que con ella, quienes te queremos
podamos seguir escribiendo...

Gisela Vélez


Tus alumnos siempre te recordaremos con afecto y profundo agradecimiento, por tu presencia inacabada en la vocación que siempre compartiremos.

A pesar de que físicamente no estés con nosotros, tu espíritu seguirá presente guiándonos en el camino que nos iniciaste

Tus alumnos de Psicopedagogía


Consternación y dolor nos provoca el contraste de tu partida y el recuerdo de una existencia tan fecunda y plena de vida. Aquí la racionalidad no encuentra su lugar. Nuestro homenaje a
María Celia, quien supo generar y dar forma a Contextos de Educación, un proyecto originariamente humilde y poco a poco más ambicioso debido a su compromiso, capacidad, entusiasmo, conocimientos y vínculos construidos

Graciela Domínguez


María Celia Matteoda en su breve y fructífera parábola existencial, corporizó una trayectoria poco frecuente: desde alumna estudiosa, disciplinada, responsable a docente dialogal, rigurosa, afable, comprometida, con notable amplitud en sus múltiples afanes.

Es decir, al avanzar en logros académicos significativos (más allá de presiones circunstanciales), al afianzarse en indagaciones teóricas, en sólidos escritos especializados, en el ejercicio profesional y en el reconocimiento de sus colegas de la Universidad, María Celia fue incorporando sabiduría más que saberes, comprensión más que certezas, horizontes más que límites.

Miguel Boitier


María Celia Matteoda aceptó dirigir mi trabajo final de Especialización y así comencé a conocer su capacidad de trabajo, su disciplina, su compromiso.

En cada encuentro manifestaba su corrección en el modo de relacionarse y procedía a devolverme mis escritos que pacientemente leía y corregía con minuciosidad.

Cada devolución abría para mí un espacio de crecimiento y un tiempo en el que concretaba progresos.

Así llegó el momento en el que la estructura y el tratamiento de la temática que abordábamos, "nos iba convenciendo".

Pero también se acercaba el nacimiento de su segundo hijo y debía ausentarse por un tiempo. Entonces, leyó la totalidad de lo producido y señaló una vez más, minuciosamente, lo que debía profundizar y corregir.

Yo esperaba su regreso para presentarle los avances realizados.

Y me encuentro aquí, sin poder superar el estado de paralización que me ocasiona su muerte.

Sólo atino a repensar esa relación en la que no todo fue sentido del deber y formalidad. Entonces recuerdo algunas conversaciones en la que se manifestaba su particular sensibilidad; sus preocupaciones y vivencias; su lucha. Ciertas actitudes que evidenciaban su enorme capacidad de dar; y sus palabras de aliento, que me obligan, me desafían a continuar.

Nilda E. Brizuela de Obregón

Noviembre, 1999



 

Indice