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Los errores de la política reciente y la entrada de Cavallo al gobierno 

Por Santiago Gastaldi

En este artículo, que entregaremos en tres informes sucesivos, Santiago Gastaldi, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas, hace una revista de los problemas actuales de la economía argentina y del comportamiento de los hacedores de política con incidencia en lo económico en el corto plazo, lo cual es usado para analizar las razones del alejamiento del Ministro Machinea a fin de febrero de 2001 y de la entrada de Domingo Cavallo, padre del “modelo de convertibilidad”, al Gobierno de la Alianza. Las cuestiones desbordan los aspectos económicos, y se conjetura que la  baja calidad de la gestión política ha sido el más importante contribuyente a la pobre performance económica de la gestión De la Rua y a la entrada del Ministro Cavallo al gobierno.

Una revista de los problemas actuales de la economía argentina:
Los problemas que aquejan a la Argentina son:
a) una alta tasa de desempleo abierto –del 15 % -, más un subempleo de tasa similar;
b) un producto bruto estancado, con 33 meses de recesión;
c) un déficit fiscal que, sumando los tres órdenes jurisdiccionales, llega al 5% del producto bruto interno (15.000 millones). Los déficits recientes se explican en la débil marcha de la economía desde el segundo semestre de 1998. Esto genera baja recaudación tributaria, que se junta a la persistente y elevada evasión, del orden del déficit fiscal total;
d) una creciente deuda pública externa, por la acumulación de los sucesivos déficits fiscales y la incidencia de las altas tasas de interés que le aplican a la Argentina en las renovaciones de las deudas, que ascendería al  50 % del PBI;
e) un nivel reducido de comercio internacional, estando las exportaciones en el 9 % del PBI, bajo porcentaje respecto a México y Chile.  Es causado por la falta de competitividad (altos costos) de la economía y sobre ella pesa un conjunto crítico de bienes y servicios no transables, los ex servicios públicos privatizados, con poderes oligopólicos por un período extenso de años, y numerosas regulaciones en diversos mercados (en el  laboral y en las obras sociales, entre otros) que significan verdaderos impuestos en esos sectores de actividad. También se lo asocia al MERCOSUR, una economía cerrada más grande que la nacional, con un alto arancel externo común, con alto volumen de comercio administrado y dificultosa coordinación de políticas macroeconómicas; 
f) en el estado de las expectativas de la sociedad, que según los indicadores más conocidos en el mercado profesional de los economistas (índice de confianza de los consumidores, entre otros) viene mostrando una sistemática baja desde diciembre de 1999. Los analistas de opinión también señalan el mismo fenómeno.
g) por todo lo anterior, en un creciente riesgo país o de insolvencia.

Algunos registros del riesgo país
Antes de la aprobación del blindaje financiero  de fines de diciembre de 2000, llegaba a los 900 puntos básicos de rendimiento diferencial entre los bonos Brady de la Argentina y los títulos del tesoro norteamericano de madurez equivalente; a principios de Marzo de 2001, al fin de la gestión Machinea se estaba en el orden de los 760 puntos básicos; y al día 22 de marzo –post R. López murphy y asumido D. Cavallo- estaba alrededor de los 1000 p. b.. Refleja las dificultades del país para que voluntariamente le presten los agentes económicos, desde Octubre de 2000 o aún antes. El blindaje lo gestionó Machinea por la creciente percepción de incapacidad de repago del Estado y de la economía argentina. Antes del blindaje, las tasas de call llegaron a superar el 10 %, con picos de más de 17% en algunas semanas de Noviembre y Diciembre del 2000. Luego del blindaje la tasa cayó a niveles normales, entre el 5,50 y el 6% anual, pero en la semana del 19 al 23 de marzo llega a valores altísimos, compatibles con una especulación contra el peso, de más del 50% anual.
Las reservas internacionales y los depósitos del sistema financiero experimentaron, antes del blindaje y en el lapso de las 3 últimas semanas de Noviembre, pérdidas de 2.500 millones en las reservas internacionales y de 800 millones en los depósitos totales del sistema , indicando las malas expectativas de los agentes económicos en orden a solvencia de la economía del país. Esta percepción se agudizó con la renuncia del Vice-presidente, Carlos Alvarez, en el mes de octubre de 2000, por el formidable problema político que al gobierno de Alianza dejaba. Luego del blindaje, y hasta la semana en que Machinea renuncia –últimos días de febrero y primeros de marzo- estas variables recuperaron su nivel. Desde la entrada / salida de López Murphi (principio de marzo hasta el día 19) y la posterior entrada de Cavallo, nuevamente se observan pérdidas netas de reservas internacionales (por los incentivos de los bancos de constituir los requisitos mínimos de liquidez en Nueva York) y de depósitos del sistema bancario, junto a la conversión de depósitos desde pesos a dólares. Las dudas sobre el éxito de Cavallo para lograr del Congreso las leyes que reclamaba, alimentaron esta salida. Según estimaciones recientes, al día 22 de marzo, en la parte de depósitos la pérdida neta sería del orden de los 2.500 millones de dólares.

La importancia de las expectativas en la coyuntura
El estado de las expectativas es, para la coyuntura, uno de los indicadores más relevante. La persistencia de malas expectativas hace: i) que los empresarios no expandan el empleo, ni compren bienes de capital, ni amplien las instalaciones productivas; parte de estas compras podrían conducir a la expansión de la producción de bienes exportables o de bienes importables; ii) que los consumidores no realicen compras de envergadura, bloqueando el endeudamiento voluntario con el sector financiero; de aquí a la depresión en la compra de viviendas nuevas y de bienes durables hay un paso; iii) que el producto interno, tirado en el corto plazo por las condiciones de la demanda agregada, no pueda salir de la situación recesiva y expandirse. No hay, entonces, aumento en la recaudación tributaria, ni reducción del elevado déficit fiscal -y mejora con ello de la solvencia intertemporal del estado-, ni caída del elevado riesgo país. Esto habilitaría a una más fluida entrada de fondos a la Argentina, potenciando la actividad económica global. 
Pese a que no siempre se lo entienda, en la economía capitalista de mercado el rol de las expectativas es crucial. Si se verifican fenómenos de inercia para el desempleo (histéresis), tasas de desempleo de corto plazo, promovidas al alza por el estado negativo de los “espíritus animales” de los empresarios, se convierten en tasas naturales de desempleo más elevadas (que son de largo plazo), acicateándose los procesos de exclusión y desigualdad. De allí la responsabilidad y la importancia de las acciones de los hacedores de la política –capaces de afectar las expectativas- para no aumentar los problemas de la sociedad.

El comportamiento de los hacedores de política con incidencia en lo económico 
Dado el destacado papel de las expectativas, se reseñan las medidas que propiciaron -y cuándo- los hacedores de política con incidencia en lo económico en la gestión De la Rua, pretendiendo con ello inferir la calidad de la gestión realizada. Anticipando una conclusión, el saldo neto de las acciones es fuertemente negativo para la coyuntura. Han existido, incluso, contribuciones a la reforma estructural requerida por la Argentina, pero que en el nutrido cuadro de deficiencias no han logrado destacarse favorablemente en la opinión pública. A continuación se señalan los hechos, constitutivos de una masa crítica negativa, que avalarían la conjetura. 
1) La anticipación de la entrega del ministerio de economía:
El ministro Machinea se hizo cargo de sus funciones antes de jurar, por su afán de inmiscuirse en las cuestiones económicas que tenía que dejar ordenada la administración saliente, y por esta contaminación pagó costos políticos anticipados todo el gobierno de la Alianza, generando incertidumbre sobre las medidas que debían ser implementadas luego del 10.12.99.
2) el impuestazo y la poda salarial:
A inicios de la gestión De la Rua, se entiende que había que reducir el déficit dejado por la administración Menem, de u$s10.000 millones en la jurisdicción nacional. La baja se dió vía  anuncios de que, algunos meses vista, se subirían fuerte algunos impuestos y reducirían los gastos (los sueldos en el sector público). Se pensaba que contrayendo fuerte el déficit fiscal, se reduciría el riesgo país, se posibilitaría un mayor nivel de actividad económica, y con ello la mejora de la recaudación tributaria. Lamentablemente, hubo un mal diagnóstico, ya que con un ciclo recesivo de 18 meses lo aconsejable era una activa lucha sobre la evasión, sin resultados en el corto plazo pero favorecedor de las expectativas de los agentes económicos en el mediano y largo plazo. Lo más importante no era tanto la reducción de los gastos públicos sino generar confianza sobre la política que se instrumentaría. Este error redujo las posibilidades de salida de la recesión que se tenían hacia el último trimestre de 1999 y aminoró fuertemente las expectativas favorables que había traído el cambio de autoridades. 
3) La  AFIP como organismo técnico: 
La gestión De la Rua respetó a la autoridad que venía de la administración anterior, el Dr. Silvani, lo cual implicaba reconocer que la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) debía ser autónoma, pese a que no había una ley de autonomía. Sin embargo, la primera Jefatura de Gabinete e importantes dirigentes de la Alianza lo sometieron a una presión tal que debió renunciar a los pocos meses, configurando un error mayúsculo, ya que se perdió un funcionario en licencia del FMI, auditor de las cuentas externas del país. 
4) Los anuncios que generan inestabilidad Impositiva: 
El Dr. Gómez Sabaini, secretario de recaudación tributaria de Machinea, fue un magno generador de incertidumbre acerca de nuevos tributos a implementar o nuevas alícuotas a aplicar sobre las bases imponibles, a partir de marchas y contramarchas. Un profesional tan calificado no tuvo en cuenta lo sutil que es la relación con el contribuyente. El desmanejo comunicacional resultó tan pernicioso que hasta medidas técnicamente correctas se inhabilitaron para su incorporación a posteriori.
5) El caso del Proyecto Terragno:
A los pocos meses de asumir, una abierta competencia de proyectos para dar salida a la recuperación de Argentina se dió entre el Jefe de Gabinete, por una parte, y el Presidente y el Ministro Machinea, por otro lado, concretada públicamente en la presentación del libro Proyecto Centenario de Terragno. Esto mostró la falta de un proyecto para gobernar que tenía la Alianza. La primera crisis arrastra al Jefe de Gabinete, pero esto no debió nunca haber existido. 
6) El Anuncio del retorno al sistema de reparto de previsión social:
Este anuncio, afectando las reglas de juego establecidas al sistema de las AFJP, emanó del ex Secretario Posse, y acarreó formidables problemas a la administración De la Rua. Esto hizo manifiesto que en las medidas de políticas con incidencia en lo económico, participaban numerosos comensales, muchos más que el número conveniente, indicando sustantivos déficits de liderazgos. La consecuencia, en la percepción de los agentes económicos, fue nuevamente la duda sobre el respeto a la seguridad jurídica en las decisiones que emanaban del gobierno. 
7) El continuo cántico de ‘la culpa la tiene la anterior administración’:
El impuestazo y la poda salarial se presentaron como medidas draconianas a implementar por el desastre dejado por la administración saliente. El escenario fue montado tantas veces que permeó sobre las expectativas de los agentes económicos. La Argentina, por boca del Presidente y los ministros, estaba al borde del abismo; por primera vez desde el  primer semestre de 1995 los medios de comunicación, hacia mediados del año 2000, levantaban la posibilidad de la devaluación. El estado de sosobra social fue la consecuencia, que dura hasta la actualidad. Las consecuencias de cargar tanto la cuenta contra la administración anterior, se la puede ver en estos términos: si un empresario compra el derecho de gestión sobre una empresa lo que no puede decir a sus acreedores es que su empresa está en estado calamitoso, porque no recibirá más crédito, o que los productos que elabora son de pésima calidad ya que ello significaría el certificado de defunción (quiebra) de la firma. Si esto es así para una firma, para el caso del país ¿por qué la situación habría de ser diferente?.
8) La indiferencia hacia la autonomía del BCRA: 
Por ley, las autoridades del Banco Central tienen un período de mandato que supera a la del Presidente de la Nación, por la autonomía que la institución goza. El comportamiento independiente del poder político sería similar al que corresponde a los miembros de la Suprema Corte de Justicia. Pese a la ley, el trato dado por las autoridades al presidente del BCRA no permitió que la autonomía se percibiese en práctica por parte del poder político. La renuncia de Pedro Pou fue solicitada desde los inicios de la gestión De la Rua por diferentes dirigentes de la coalición gobernante, entre ellos el ex presidente Alfonsín; el presidente del BCRA no fue invitado a participar en eventos del orden regional o internacional, de parte de las autoridades nacionales, que hicieran referencia a temas de su responsabilidad. Este caso dejó grandes dudas sobre la calidad de la gestión de los hacedores de la política económica durante la gestión Machinea: en el exterior se piensa que la administración no es afecta no sólo a Pou, sino a la misma Ley de Autonomía. Esto se carga al debe del país. Pero la mayor carga de riesgo país por este conducto lo suministraron dos diputados, siendo la Diputada por la Alianza E. Carrió la más notoria, que no midieron costo alguno sobre las espaldas del país, haciendo –desde febrero de 2001-  gravísimas acusaciones, no comprobadas, sobre el comportamiento del BCRA, en la década del gobierno de Menem, relativo al lavado de dinero y al narcotráfico. El país sería el paraíso para esas actividades ilegales, las cuales habrían sido, por acción u omisión, promovidas por las máximas autoridades del BCRA. Estas afirmaciones hicieron subir fuertemente el riesgo país desde febrero, y contribuyeron a licuar todo el potencial beneficio derivado del blindaje de fines del año anterior y a la decisión de renunciar por parte del Ministro Machinea.

Desde la renuncia de Machinea a la incorporación de Cavallo al Gabinete
La renuncia de Alvarez en octubre de 2000 fue un duro golpe para el gobierno. Las desaveniencias internas en la coalición gobernante eran tan grandes y evidentes, que hacían presagiar que la gobernabilidad estaba muy afectada. Hacia noviembre las consultoras y analistas pronosticaban lo peor: el default. Se gestiona, entonces, por parte de Machinea un blindaje ante los organismos financieros internacionales y algunos países, logrando el Ministro su gestión más exitosa. En un momento de extremo endurecimiento de los mercados de fondos prestables para los países emergentes, y en especial para la Argentina, se obtiene una masa de fondos frescos, en cifras redondas, de 20.000 millones y de renegociaciones aseguradas por una cifra similar. Esto es puesto en consideración a la sociedad hacia diciembre, y el presupuesto, que se discutía por esos días, incorpora el optimismo que surgió de este cometido, ampliando el déficit fiscal para el año 2001 hasta 6.700 millones, en acuerdo a la permisibilidad otorgada por el FMI. 
Durante enero hubo un revivir de la confianza y aparecieron mejores pronósticos para el crecimiento de la Argentina a partir del segundo trimestre del año 2001. Pero, lamentablemente, Machinea y el país no pudieron disfrutarlo mucho. Desde el inicio de febrero arreciaron los mandobles sobre Pou y la Argentina empezó nuevamente a subir en su prima de riesgo país.  Con ello se fue afectando nuevamente la confianza de los consumidores y los pronósticos de salir del pozo recesivo se dejaban para más adelante en el tiempo. Presionado por todos lados, con políticos de su propio partido indómitos respecto a cómo se debe actuar prudentemente en coyunturas de gravedad inusitada, y viendo que a su mayor éxito se lo estaba tirando por la borda, hacia fines de febrero Machinea renuncia.
El convocado a sucederlo por los primeros días de Marzo de 2001es R. López Murphy, un ortodoxo que previo a hacerse cargo pide que todo el gobierno se encolumne atrás de un duro recorte del gasto, de 2000 millones de pesos, que en su visión desencadenaría la retomada del crecimiento económico. Decide que el programa concreto de acción se lo de a conocer luego de que se obtenga el respaldo solicitado. El Presidente, hacia mediados de la semana pos nombramiento debe desmentir la renuncia del recién entrado. El 16 de Marzo López Murphy emite su discurso, detallando adónde irían las restricciones del gasto: fundamentalmente a las universidades, al Fondo Especial del Tabaco y a los subsidios a los combustibles para las provincias patagónicas. Se asiste, en el momento de los anuncios, a la renuncia del Ministro del Interior, del de Acción Social, del de Educación y Cultura y de la vice Jefe de Gabinete. El Presidente junto al Ministro participan al día siguiente de una reunión del BID, en Santiago de Chile, donde ratifica nuevamente al funcionario y a la política anunciada el día previo. Lo que se desata a posteriori es una confictiva marcha de acontencimientos, con tomas universitarias y paros decretados por los sindicatos rebeldes que hacen renunciar a López Murphy.
Lo que quedó demostrado en el traumático marzo vivido fue que el problema número 1 de la coyuntura argentina es de naturaleza de conducción política, arrastrado desde el inicio de la gestión De la Rua, pero recrudecido a niveles elevados desde la renuncia del Vicepresidente Alvarez. No se supo resolver tal déficit, cuando en realidad era sencillo: llamar a elecciones de Vicepresidente. Si se hubiese concretado, el país hubiera encontrado una figura con credenciales políticas más que favorables para facilitar la gestión presidencial y sacar al país de la recesión. 
Quedó demostrado que mientras el problema político no se resolviera, no había programa ni anuncios ni equipos que sirviesen para salir del atolladero. Que no hay tal cosa como que “el modelo está agotado”, dado el volumen de excluidos que genera. Si bien los problemas de competitividad de la Argentina existen y no son pequeños, éstos no resultan relevantes cuando se los dimensiona contra la insuficiencia conductiva antes señalada. Que lo que está agotado es la posibilidad de gobernar sin resolver la modalidad de gestión política que debe tener un gobierno de coalición que merezca la consideración favorable de la ciudadanía, no en el sentido de acordar con sus medidas, sino en algo más relevante aún, de sentir que en el país el Poder Ejecutivo tiene la capacidad de producir ese bien público llamado “gobernabilidad”.
En este contexto asume Domingo Cavallo al Gobierno, un economista de dinámica y creatividad incomparables que el Presidente debió sumar a los fines de recuperar la gobernabilidad perdida, que infunde ánimo por doquier para que el país siga adelante frente a todos los sacrificios que a futuro le demandará. A esto no lo podía lograr desde el riñon mismo de la coalición gobernante ni de su partido político, preocupado por sus internas, desestructurantes del gobierno. No fueron las ambiciones desmedidas de poder las que lo llevaron a Cavallo nuevamente al ministerio de economía, sino la convicción del Presidente De la Rua de que otro fracaso más luego de la salida de López Murphy lo llevaría a la terminación anticipada de su mandato. No fueron la “prepotencia desestabilizadora de los mercados” o los designios de la patria financiera sobre las decisiones de un gobierno democrático las que lo trajeron, sino la convicción del Presidente que para resolver el formidable problema político que tenía no debia convocar a los miembros de la coalición gobernante, porque ellos no sabían resolverlo o no les interesaba siquiera abordarlo.

Conclusiones
En el escrito se resalta el impacto negativo que sobre la coyuntura económica ha tenido la mala calidad de la gestión de los hacedores de la política. Esto fue una constante desde el inicio de la gestión De la Rua. Con la renuncia del Vicepresidente Alvarez se hace patente el problema de conducción política que contribuye, ya de manera notoria y vía riesgo país, a la marcha ralentada de la economía.
El vehículo que lleva desde los anuncios (al comienzo de la gestión) -y el problema político relatado (ya a posteriori de la renuncia del Vicepresidente)- a los pobres resultados macroeconómicos, son las expectativas de los agentes económicos. El apesadumbrado estado de las expectativas son producto, por un lado, de la misma extensión que lleva la recesión; por otro, de acciones como las relatadas en los apartados previos, y lo gesta, en promedio, el conjunto de actores, directos o indirectos, de la gestión gubernamental. Las consecuencias de estas expectativas negativas son la incredibilidad de las medidas de política económica. Y sin credibilidad la política económica es, en general, ineficaz. Un caso testigo es la consideración que tiene para la sociedad el blindaje financiero internacional logrado. El monto es extraordinario, y sin embargo a las autoridades les cuesta que los agentes piensen que pueda contribuir a mejorar las posibilidades de bienestar de la sociedad. Hacia el futuro, las buenas posibilidades de crecimiento que le asisten a la economía argentina han reaparecido a consecuencia de la capacidad demostrada recientemente por el Presidente De la Rua, de convocar un actor que goza de credenciales y prestigio nacional e internacional para la gestión del Estado, contradiciendo las preferencias del propio partido político que lo catapultó, cual es el caso de Domigo Cavallo. Esto, junto a un programa económico razonable y la convocatoria a un gobierno de unidad nacional ha contribuído a recuperar la gobernabilidad perdida y a generar la reversión de las expectativas previas.

Bibliografía
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Gastaldi, S. (1992)  "Reforma del Estado, convertibilidad y atraso cambiario", Serie Documentos de Trabajo, Economía/1, Instituto de Postgrado del ICALA, Río Cuarto, octubre.
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