Puntadas de esperanza
* por Miriam Basso
Coser es algo que nunca termina, es una puntada detrás de la
otra» dice mi madre.
«El torno es siempre un desafío, es esfuerzo, tiempo,
concentración e ingenio» decía mi padre.
Nos cansamos de decir vivimos en una época de desesperanza.
Pero esta desesperanza -si acaso puede medirse en grados- no
puede -no puede- en honor a la vida- ser considerada mayor que la
de la década del setenta- década en la que nacían
los primeros graduados de nuestro Universidad. Estoy refiriéndome
a la diferencia que existe entre desaparecido y desempleado. Estoy refiriéndome
a la diferencia que existe entre la falta de vida, falta de libertad y
falta de trabajo. El problema humano de 1976 no era menor que el del 2001
para las argentinas y los argentinos.
La esperanza no puede ser una respuesta al humor de los mercados. La
esperanza es esencialmente humana y los mercados son naturalmente empresariales,
son una construcción artificialmente «humana».
Los invito a que desde la Universidad y desde la sociedad -que son
una misma cosa- nos hagamos cargo de nuestra esperanza, empecemos soñando
con unas nuevas puntadas y dándolas.
Al conocer muchas universidades -y a sus graduados-, de países
como el nuestro, aprendí a valorar lo que tenemos, que no es poco,
les aseguro. Y esta valoración positiva de nuestra universidad obliga
a seguir creciendo y construyendo nuevos saberes, integrando el saber académico
con el no académico -saberes que tienen igual jerarquía-,
en favor de una sociedad que puede perder su identidad porque depende esencialmente
de nosotros, depende de nuestra esperanza y la esperanza no es un don,
es una construcción, una construcción colectiva.
Si no hay invenciones y sueños colectivos, no habrá construcciones
sociales positivas y entonces..... no habrá esperanzas.
(*) Graduada como Licenciada en Ciencia Política de la Facultad
de Ciencias Humanas |
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