Hesayne pidió la primacía
del trabajo sobre el capital y de la ética sobre la técnica
Vital y lúcido, con sus 79 años a cuesta, el flamante
Doctor Honoris Causa de la Universidad monseñor Miguel Esteban Hesayne
trazó en un enjundioso discurso una disección de la globalización
con sus pro y sus contras como proceso histórico, económico,
social y cultural, y reclamó «exigir al Estado nacional su
función propia para que el país no sea una simple selva salvaje
de intereses financieros individuales», así como «crear
redes para construir un nuevo tejido social alternativo en este tiempo
de desarticulación de la sociedad provocada por el individualismo
neoliberal».
El prelado, actual obispo emérito de Viedma, que trazó
un cuadro de situación de la globalización que vivimos y
creó un hondo estado de reflexión en el auditorio que cubrió
el Aula Mayor del campus universitario, también pidió «la
primacía del trabajo sobre el capital, de la ética sobre
la técnica, de la persona sobre todo poder y de la vida humana
digna sobre cualquier otro valor».
Ante el Rector Leonidas Cholaky, la secretaria general de la Gobernación,
Olga Riutort, el obispo de Río Cuarto, monseñor Ramón
Artemio Staffolani, ministros del Poder Ejecutivo Provincial, el Intendente
Alberto Cantero, otras autoridades e invitados especiales, que siguieron
con atención su conferencia, el actual obispo emérito de
la capital rionegrina asimismo advirtió que «no hablemos mal
del complejo fenómeno de la globalización», sino que
«la asumamos, por el contrario, principalmente los cristianos, para
crear una verdadera cultura globalizada de la solidaridad, cuyo nombre
y realidad es el compartir, el partir ‘mí’ pan con los demás
y con una sola preferencia: la del más necesitado».
Atreverse a ir contra la corriente
Más adelante, como propuesta, pidió monseñor Hesayne
«atreverse a ir contra la corriente», «atreverse a ser
decididamente antineoliberal», «no esperar que fracase el NI»,
y «ser», a la vez, «continuadores de aquellas cuatro
mujeres heroicas, excepcionales, que se atrevieron a enfrentarse al mercantilismo
esclavista de los siglos XVI y XVII, cuando nadie, ni en la sociedad ni
en las iglesias, se atrevió a negar la supuesta negatividad del
sistema esclavista dominante».
Las propuestas del prelado no se detuvieron en su mensaje, y señaló
«cuatro coordenadas a tener presentes por los cristianos en la era
de la globalización, presentada como un torbellino que todo lo envuelve
en una gran confusión y pérdida de valores humanos, dando
como consigna ‘sálvese quien pueda». Así, reclamó
«la primacía del trabajo sobre el capital; la primacía
de la ética sobre la técnica; la primacía de la persona
sobre todo poder, y la primacía de la vida misma sobre cualquier
otro valor».
Hesayne, que evocó al malogrado obispo de La Rioja Enrique Angelleli
como «mártir de la Punta de los Llanos», donde murió
en un sospechoso accidente en 1976, expresó durante su discurso
su voluntad de «servir de modo preferencial a la juventud universitaria
-es miembro de la Pastoral Universitaria del Episcopado Nacional-, en cuya
responsabilidad de hoy -dijo- como estudiantes está el mañana
de una nueva civilización, de una nueva época que está
surgiendo inexorablemente por el extraordinario proceso de mutación
que está viviendo nuestro mundo».
Palabra-Idolo
El prelado advirtió sobre la globalización, señalando
que «es la palabra mágica que usan políticos y economistas
y algunos pensadores para ocultar errores o algunas opciones inconfesables».
«Esta palabra - ídolo -añadió- es sumamente
ambigua, pero esclarecida y manejada en clave humanista nos permite detectar
los riesgos y las oportunidades de este nuevo y flamante siglo XXI».
Globalización tecno-económica
Hesayne reconoció que la incorporación a la sociedad
de tecnologías de información y de la comunicación
(TIC) y de otras técnicas en los procesos productivos «han
acelerado la desmaterialización y la desnacionalización de
muchos productos y de muchas empresas».
«Estas tendencias -añadió- han creado oportunidad
para fundar empresas, a gente con ideas, conocimientos organizativos y
relaciones humanas, y han facilitado la división internacional del
trabajo y la expansión del comercio internacional en diversos grados».
«Pero -advirtió Hesayne- en contrapartida, la globalización
en el mundo del trabajo ha sido perjudicial por la pérdida de ingresos
por parte de los asalariados a favor de los beneficios empresariales y
de las retribuciones de los directivos. En esta nueva organización
del capital, los perdedores absolutos -de momento- son los trabajadores».
La Globalización Socio-política
En esta parte de su conferencia, dijo que, «de dos bloques políticos»
después de la caída del Muro de Berlín, «se
ha pasado a tres bloques económicos en el panorama socio-político
mundial: Estados Unidos, la Unión Europea y Japón - Sudeste
Asiático».
«No hay confrontación desde bloques políticos»,
advirtió Hesayne, sino que «se enfrentan tres centros económicos
con diferencias políticas y, sobre todo, culturales».
«El resto del mundo -describió-, salvo algunos países
satélites, queda al margen de la prosperidad y con graves conflictos
internos».
«En síntesis -expresó el jefe pastoral-, a nivel
social el proceso de globalización, como se ha configurado en los
últimos años, ha creado una irritante división entre
grupos que han logrado dominar las TIC y enriquecerse, y los que han quedado
excluidos y se van empobreciendo en forma alarmante».
Al detenerse en el término «excluido», Hesayne dijo
que «es una categoría sin ninguna posibilidad de recuperación».
«Es el nuevo nombre -subrayó- de la muerte en vida».
Globalización Cultural
También señaló que «la globalización,
tal cual se viene configurando, ha creado una división entre los
que se enriquecen y la aprovechan, y los que se empobrecen y la sufren».
«Urge ya -instó enfático-, porque mañana
es demasiado tarde, recuperar una cultura plenamente humana».
«Urge -insistió- estudiar, reflexionar para discernir
y distinguir para encontrar la globalización buena y desterrar la
globalización mala». |
Cholaky: «un mensaje fuerte, comprometido e iluminador»
El Rector Leonidas Cholaky, que invistió del título de
Doctor Honoris Causa a monseñor Miguel Esteban Hesayne, consideró
que «su mensaje fue y continúa siendo fuerte, comprometido,
frontal, sin concesiones, contundente, durísimo si es menester,
aunque siempre impregnado de sensatez, de sentido crítico, pero
que es a la vez iluminador por lo que dijo y dice, y por los momentos en
que lo hizo o lo hace».
Señaló que «la Universidad es una institución
permanentemente comprometida con la sociedad, que busca señalar
rumbos favorables y abrir caminos concretos que permitan alcanzar una proyección
social y cultural diferente y superior», enfatizó también
que monseñor Hesayne «es partidario sin concesiones de la
opción de los pobres».
En otro momento de sus palabras, el titular de la casa de altos estudios
dijo que Hesayne «fue una de las voces atrevidas y valientes»,
que encarnó la denuncia «de aberrantes hechos» en el
último régimen militar, «en un momento en que la palabra
podía ser castigada con la muerte».
Cholaky recordó algunas frases liminares del obispo emérito
de Viedma. «Cuando no hay justicia social, no hay democracia, por
lo que un buen cristiano debe abrir el corazón y el bolsillo para
compartir», evocó; y abundó en otra cita: «Con
el asistencialismo no alcanza; la lucha debe ser para que el chico pobre
no pida más. Esta es la verdadera justicia, lo que llamamos el amor
solidario».
Y completó el trípode del pensamiento del jefe pastoral
distinguido al recodar otra de sus frases: «Lo que cuenta es la vida
del hombre; cada uno es uno en relación al otro y que sus derechos
terminan donde comienza el derecho del otro».
Ya casi al terminar sus palabras, el rector sostuvo que «ojalá
este solemne acto académico, haya creado el espacio adecuado para
reflexionar y hacer un examen de conciencia sobre el papel de cada uno
de nosotros como hombres, como ciudadanos argentinos y del mundo, a fin
de tener como ejemplo a quienes hacen de su vida una expresión constructiva
e inspiradora, como es el caso del Padre Obispo Miguel Esteban Hesayne».
La recepción en el rectorado
«Los principios de los derechos humanos los reestableció
Jesús con la frase la ley es para el hombre no el hombre para la
ley y con esto puso al hombre en el centro de las problemáticas
sociales», dijo Monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo
emérito de Viedma, momentos después de arribar al campus
universitario donde fue recibido por el Rector.
Hesayne, que fue recibido este jueves en el Rectorado, criticó
«a la idea de progreso neoliberal que no piensa en el hombre y que
se inserta dentro de una estructura de pecado porque esclaviza
la humanidad». Subrayó, en tono crítico a las políticas
asistencialistas, que «la ayuda a los pobres es muy importante
pero que no alcanza si no se promueven los cambios para que salgan de esa
situación».
Bienvenida
«Es muy grato tenerlo en la Universidad, darle la bienvenida,
es una gran alegría que haya aceptado esta invitación por
parte nuestra» dijo Cholaky a Hesayne y destacó que
«la Universidad tiene como meta difundir los grandes valores como
la defensa de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos y
hemos considerado que hay personalidades en el país que se han distinguido
por esta labor y por un mensaje permanente en favor de la paz, de
la solidaridad y por el bienestar, el Consejo Superior ha considerado
que Ud. reúne estas cualidades y por estas razones lo ha distinguido
como Doctor Honoris Causa de la Universidad».
También el Rector hizo entrega al obispo de
varios presentes, entre estos un cuadro con la imagen
de Jesús, obra del artista santafesino J. C. Bosco. El gesto
emocionó a Hesyane, quien se restó mérito para tales
distinciones y se definió como «un autodidacta hecho
en la lucha diaria con moral cristiana pero en sus formas más concretas».
Importa el para qué
El clérigo sostuvo al respecto, que «no es tan importante
el por qué vivo sino para qué y en este sentido comprometerse
más y más al servicio del hombre, tal vez esta declaración
me indique que estoy siguiendo la costumbre de Dios de
preocuparse por los otros».
Rescató que «un obispo debe ser ante todo un padre, un
amigo y un hermano de la gente» y admitió que en los últimos
tiempos la Iglesia debió repensar su relación con el sistema
social y ponerse «al servicio de todos los hombres y de todo el hombre». |