Estilos diferentes
“No voy a viajar 10 horas en avión para perder”, compadreó
Américo Gallego, de antemano a la revancha con Cruz Azul por cuartos
de final de la Copa Libertadores. Después, su formación cayó
3-0 y quedó eliminada.
Ratificaba Gallego su tendencia a la subestimación de los contrarios,
expuesta el 25 de abril en referencia a San Lorenzo, plantel del cual dijo
que “siempre que tuvo que pelear arriba, se cayó”.
Otra ha sido la modalidad enunciativa de Pellegrini, a tal punto que
el 25 de mayo, a dos días del juego entre el Ciclón titular
y el Boca suplente por la 17ma. del Clausura 2001, expresó que era
“el partido más difícil que tenemos por delante”.
Sólo un gol
Evidencia Pellegrini hábitos tales como la moderación.
No se lo ve gritar goles a la usanza de Gallego por la 16ta. fecha del
Clausura, cuando el 3-1 de River como visitante de Belgrano. Evita la exageración
en el festejo que a algún desprevenido le pudo haber hecho pensar
que los de camiseta celeste que se medían con River el domingo 20
de mayo en Córdoba no eran unos que peleaban por esquivar el descenso,
sino el mismísimo Santos de Pelé.
Ni qué decir de las lecturas del Tolo acerca de su propia escuadra.
Al cabo del 5-1 a Almagro el 27 de mayo, sostuvo: “Me gusta que a River
lo ataquen porque ahí hace la diferencia”. Su texto no fue ni parecido
tras los sendos 0-3 ante Boca por la 10ma. fecha del Clausura y contra
el Cruz Azul por la Libertadores, confrontaciones en cada una de las cuales
a River lo atacaron.
Manuel Pellegrini vino a la Argentina a trabajar. Sin conjugar muchos
otros verbos, en su primer torneo en el club le dio a San Lorenzo el título
que los de Boedo no lograban desde 1995.
Américo Gallego volvió a la carga este año con
sus desatinos verbales. A lo mejor debido a que supuso que eso es convicción,
no estupidez. Quizás porque creyó que las pavadas que no
dieron resultado un año podían cuajar en éxitos al
siguiente. Una pena: el miércoles 6 de junio tuvo que dejar de ser
el entrenador de River.
Alberto Ferreyra. |
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