Pérez Esquivel recibió
el Honoris Causa
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, a quien
la Universidad Nacional de Río Cuarto le otorgó el Doctorado
Honoris Causa, durante su discurso de investidura reclamó «la
urgente refundación de la República» para «revertir
la situación de postración y desintegración que el
modelo neoliberal nos impuso, al igual que la irresponsabilidad de los
gobernantes».
La distinguida personalidad, que desplegó en su mensaje un pensamiento
iluminador que cautivó al auditorio del Aula Mayor del campus Universitario,
propuso «encontrar caminos alternativos y generar la resistencia
cultural» y «propuestas para asumir los desafíos y volver
a recuperar los valores y la capacidad productiva de la Argentina».
La atenta concurrencia, que siguió con particular atención
la palabra de Adolfo Pérez Esquivel, escuchó del Premio Nobel
una denuncia de «traición al pueblo argentino y a todo el
continente» del gobierno del ex presidente Carlos Saúl Menem
por vender armas a un país hermano (Ecuador en guerra con Perú),
calificando la decisión como producto «del mal uso del poder,
que a todo le ponen precio y valor a nada».
«Esto no lo puedo dejar pasar por alto -reflexionó el
distinguido visitante- porque tiene serias connotaciones políticas
para la Nación».
El flamante doctor honoris causa criticó también la globalización
económica y al neoliberalismo, «causantes de tantos males»,
pero advirtió que «la primera dominación es cultural,
después es económica y política».
En este momento de su mensaje, reclamó nuevamente «la
capacidad de resistencia cultural» y de «lucha por fortalecer
el pensamiento propio, la identidad, la memoria, la espiritualidad y la
razón de ser del pueblo», evocando así a Gustavo Gutiérrez,
el padre de la Teología de la Liberación.
En el Aula Mayor del campus universitario, la disertación de
Pérez Esquivel, de profunda inspiración humanista, tuvo lugar
el jueves 14 de junio y fue escuchada por docentes, alumnos, dirigentes
de los derechos humanos, por el secretario de Derechos Humanos de la Provincia,
Guillermo Jhonson, el intendente Alberto Cantero, la senador frapasista
Griselda Baldata, el diputado justicialista Luis Sánchez y el jefe
de la Unidad Regional 9, comisario mayor Aldo Echeverry, entre otros.
Distinción que lo «compromete»
Pérez Esquivel, que recibió la máxima distinción
académica de la Universidad y su diploma de manos del rector Cholaky,
dijo que «esta distinción es un honor y una responsabilidad
que lo compromete aún más para compartir luchas y esperanzas,
junto al pueblo de la Argentina y de los pueblos de América Latina».
«Mi trabajo no es individual -recalcó en ese instante-;
es la tarea de muchos hombres y mujeres que luchan por construir sociedades
más justas y humanas».
«Los campesinos, las organizaciones populares, los indígenas,
los religiosos y las religiosas que trabajan y luchan en los lugares más
inhóspitos del continente -reconoció luego el Premio Nobel
visitante- me enseñaron que a pesar de tantas privaciones y necesidades
existe la capacidad de desarrollar la resistencia cultural, social y espiritual
como valores de solidaridad y esperanza, que dan sentido a la vida».
Pérez Esquivel, que sufrió la tortura y la cárcel
en Brasil, Argentina y otros países, por su lucha por la defensa
de los derechos humanos, particularmente durante los años de los
gobiernos militares en Latinoamérica, impuso respeto por su palabra
en el auditorio, y evocó la lucha y el trabajo de las Madres de
Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo y de otros organismos de los derechos
humanos, que «se fueron sumando -dijo- en la búsqueda de la
verdad y la justicia».
Primera distinción
En otro momento de su discurso Pérez Esquivel destacó
que la Universidad de Río Cuarto es la primera en el país
en otorgarle una distinción académica, después que
las ha recibido de numerosas universidades latinoamericanas, europeas y
estadounidenses.
«Los derechos humanos -sostuvo también en otro momento
de su mensaje- no tienen fronteras; hacen a la gran familia humana, de
la cual todos somos parte».
«Si se siembra violencia -esclareció luego- recogeremos
violencia; si sembramos solidaridad podemos resolver los conflictos y alcanzar
la paz».
Pérez Esquivel, que evocó al educador brasileño
Paulo Freire, se definió como un educador y manifestó que
siempre tuvo como un gran desafío «contribuir a generar conciencias
críticas para determinar los caminos de la libertad de nuestros
pueblos».
En otro momento, denunció que las dictaduras militares en toda
América Latina «respondieron a políticas determinadas,
a un plan de exterminio y exclusión social, que generaron un alto
costo de vida y la destrucción de la capacidad productiva, imponiendo
el modelo neoliberal con sus políticas de ajuste, capitalización
y privatizaciones, restando a los pueblos recursos para la salud, la educación,
el trabajo y el desarrollo».
«Estas son nuevas formas de dominación -sentenció-
impuestas a través del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial. Ese es el gran drama de nuestra sociedad».
Pensamiento único
Más tarde, indicó que «la globalización
busca imponer el pensamiento único en lo cultural, en lo económico
y en lo político, lo que lleva irremediablemente a la pérdida
de las identidades», y advirtió que «como nunca hoy
el mercado estuvo más amarrado; la dependencia de los centros de
poder ha llevado a la pérdida de la soberanía de los pueblos».
En otro momento, hizo notar que «el concepto de democracia está
totalmente tergiversado» y se la «confunde con el voto y no
con el derecho y la igualdad de todos».A renglón seguido,
enfatizó que «es necesario comprender que los derechos humanos
y la democracia son derechos indivisibles».
«La Argentina tiene que recuperar los valores democráticos
-reclamó luego Pérez Esquivel-, es decir derechos e igualdad
para todos, para que no falte un plato de comida en ningún hogar,
que todo niño tenga derecho a la salud y a la educación,
a una vivienda digna, así como un derecho a la vida justa desde
su nacimiento».
«En la Argentina -dijo- mueren 55 niños de hambre por
día y de enfermedades evitables».
«El hambre -denunció- es la bomba silenciosa; su estallido
no se quiere ver ni oír, pero hace más estrago que la guerra».
En su mirada crítica de la realidad social, el visitante
también instó a «mirar a nuestro alrededor» y
dijo que «no faltan recursos para solucionar los problemas que aquejan
a nuestro pueblo, faltan políticas sociales y decisiones gubernamentales
que impulsen nuevas formas de desarrollo», sentenció.
En otro momento de su extenso discurso, Pérez Esquivel dijo
«ver con preocupación que las políticas impuestas por
la dictadura continúan», que «del terrorismo de estado
pasamos al terrorismo económico, a la destrucción del aparato
productivo del país, al saqueo sin piedad de los recursos de nuestro
pueblo».
Resaltó lo que consideró «el vaciamiento de Aerolíneas
en el marco de las políticas de ajuste, capitalización y
privatizaciones, que han dejado a miles de trabajadores en la calle».
Más inversión para la educación
El Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, al ser
recibido por las autoridades de la Universidad antes de ser investido con
el título de Doctor Honoris Causa, sostuvo que «no hay desarrollo
sino hay inversión en la educación» y afirmó
que «el fin de la educación es la formación de la conciencia
crítica para alcanzar la libertad».
La distinguida personalidad, reconocida mundialmente, fue saludado
por el Rector Leonidas Cholaky, el Vicerrector Oscar Spada, decanos y demás
autoridades de la casa de altos estudios, oportunidad en que el titular
de la Universidad expresó su «orgullo» por haber aceptado
la distinción universitaria y destacó «su trabajo por
la defensa y la reivindicación de los derechos humanos».
Cholaky, quien le dio la bienvenida a la institución que lo
distinguiera, le entregó como testimonio de reconocimiento una obra
del artista local Guillermo Suñé, así como obras editadas
por la editorial universitaria vinculadas a la defensa de los derechos
humanos y ejemplares de las obras editadas del desaparecido escritor Juan
Filloy.
Pérez Esquivel, emocionado, destacó el gesto de la Universidad
por ser la primera en el país que le otorgara el título de
Doctor Honoris Causa, cuando dijo: «He tenido el privilegio de haber
sido honrado por el trabajo de nuestra organización en universidades
latinoamericanas, europeas y estadounidenses, pero aún ninguna universidad
Argentina me había concedido este privilegio».
El Premio Nobel visitante departió con las autoridades y también
recibió a la prensa, oportunidad en la que sostuvo que le duelen
en el país dos cosas: «que la gente joven emigre porque no
tiene capacidad para desarrollarse en la Argentina y que seamos un país
potencialmente rico empobrecido, lo que obliga a repensarlo».
Refundar la República
«Hay que pensar el país nuevamente para una nueva refundación
de la República», dijo Pérez Esquivel en su charla
con los periodistas en el despacho del rector.
Pérez Esquivel destacó por otra parte que «en la
democracia argentina no se respetan los derechos humanos» y pidió
que la justicia investigue a fondo el caso del contrabando de armas, reclamando
que, así como está detenido Menem, se investigue a Domingo
Cavallo.
No hay valores
Al hacer una análisis de la realidad argentina, el Nobel de
la Paz 1980 por su trabajo en defensa de los derechos humanos, se mostró
preocupado, no solo en el plano social, donde reclamo como ya se
dijo una «refundación de la República», sino
también desde lo ético «porque a todo se le pone
precio pero no hay valores» dijo.
«El país -dijo Pérez Esquivel- está en situación
de postración, porque al ‘terrorismo de estado’ lo sucedió
el ‘terrorismo económico’». |
Cholaky: “es un gran pacifista que lucha por la libertad y los derechos
humanos”
El Rector Cholaky, antes de investir con el título
de Doctor Honoris Causa al Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez
Esquivel, lo recibió con una pieza oratoria en la que lo calificó
como «gran pacifista», que hizo de su «condición»
de dirigente perseguido, encarcelado y torturado, «una bandera de
lucha por la libertad y los derechos humanos».
La máxima autoridad universitaria, dirigiendo
su mirada al flamante Doctor Honoris Causa, destacó luego que «fue
galardonado con el Premio Nobel de la Paz, cuando en gran parte de Latinoamérica
reinaba el terror y la oscuridad, y su voz que se convirtió en la
voz de los sin voz ardía como una luz de esperanza en medio de una
generalizada violación de los derechos humanos».
«Su accionar comprometido y arriesgado -enalteció
en su discurso Cholaky- permitió salvar muchas vidas y denunciar
al mundo la situación de los derechos humanos, y de la vida de los
argentinos en particular y de los latinoamericanos bajo las dictaduras
militares».
Luego resaltó, volviendo a girar la vista sobre
el dirigente social distinguido, que «este hombre, pertenece a esa
clase de personas que son capaces de entregarse silenciosa y desinteresadamente
a las grandes causas».
«Es de aquellos -agregó enfatizando- que
se posponen en lo personal y en lo familiar para entregarse generosamente
en servicio a la humanidad, a la defensa de la dignidad de sus hermanos
más pobres y de los que más sufren los totalitarismos; en
una expresión amorosa pero no por ello menos arriesgada, dignísima
pero no menos incomprendida, noble pero no menos temeraria».
En medio del Aula Mayor, donde compartían el auditorio
docentes, alumnos y dirigentes de los derechos humanos, la palabra del
rector, trazando una semblanza de Pérez Esquivel, sonaba fuerte
y reconocida.
«Cuando hombres como éste -insistió
Cholaky- asumen resistencias, generan alternativas que permiten rearmar
la libertad y dan nuevo y renovado sentido a la democracia como sistema
propicio para construir la igualdad para todos en todos los ámbitos
de que se trate».
“Adolfo Pérez Esquivel -sentenció- fue
y continúa siendo una de las voces atrevidas y valientes»
cuando reinó «la conspiración del silencio que cubría
nuestra sociedad».
En la democracia
«Ya en tiempos de democracia -recordó el
Rector- Pérez Esquivel no dejó de lado su lucha cotidiana.
Hoy continúa elevando con fervor las banderas de la necesidad de
la integración solidaria de los pueblos del mundo, el respeto de
los derechos humanos y el fortalecimiento de la verdad y de la justicia;
todo lo que interpreta como un desafío de vida».
«Pérez Esquivel -dijo luego Cholaky- tuvo
siempre en claro que la paz es una construcción hacendosa, laboriosa,
como lo decían nuestros padres».
«No se construye -remarcó- sobre la base
de desigualdades e iniquidades, ni sobre la base de la opresión
o del sufrimiento».
Dijo que «se revela como un agudo crítico
a las flagrantes manifestaciones del neoliberalismo y de la globalización
del mercado, y al terrible sometimiento que provoca la deuda externa en
los países latinoamericanos».
El rector señaló que «Pérez
Esquivel propone como salida a la pobreza, exclusión, hambre, desocupación
y analfabetismo», el «camino de la educación»
y «por ello espera de nosotros, los educadores, que tengamos con
objetivo central de nuestra misión el generar hombres y mujeres
con conciencia libre y crítica, con discernimiento».
«Que aboguemos -agregó- por un sistema educativo
público y gratuito, como es con orgullo esta Universidad Nacional».
«Espera de nosotros también -agregó-
que seamos capaces de refundar la educación».
La autoridad universitaria, que habló de pie desde
un costado del escenario del Aula Mayor, donde Pérez Esquivel compartía
el estrado con otras autoridades, cerró su discurso de investidura
expresando: «Ojalá que este solemne acto académico
haya creado el espacio adecuado para reflexionar y hacer un examen de conciencia,
como hombres, como ciudadanos argentinos y del mundo, a fin de tener como
ejemplo a quienes hacen de su vida una experiencia constructiva e inspiradora,
como lo es el caso del arquitecto Adolfo Pérez Esquivel».
Perfil de un Premio Nobel
Adolfo Pérez Esquivel nació en Buenos Aires en 1931
y se graduó como arquitecto en la Universidad de la Plata, estudios
que completó en la Escuela de Bellas Artes. Dedicó
su vida a la docencia en todos los niveles y la defensa de los derechos
humanos, sobre todo durante la época de la última dictadura.
En reconocimiento por esa labor solidaria en 1980 recibió el Premio
Nóbel de la Paz.
Es presidente honorario del Servicio de Paz y Justicia Latinoamericano
y de la Liga Internacional por los Derechos Humanos y la Liberación
de los Pueblos (con asiento en Milán-Italia), además de miembro
del Tribunal Popular Permanente de este organismo. Entre otras labores
que lo distinguen ha sido el autor de Caminado Junto al Pueblo donde relata
su experiencia junto a organizaciones no violentas de defensa de los derechos
humanos.
En la década del ’60 trabajó en las organizaciones
populares del movimiento pacifista cristiano de Latinoamérica, en
1974 fue elegido coordinador general para América Latina en grupos
de base que promovían la liberación del continente por medios
no violentos.
Frente la política de represión del gobierno
militar de 1976, Pérez Esquivel se destacó por su lucha en
favor de los derechos humanos, esfuerzo filantrópico que lo llevó
a ser consagrado como premio Nóbel de la Paz en 1980.
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