![]()
Respuestas para una crisis inédita
Hoy la Patria requiere algo inédito. Y ello porque inédita es la crisis que nos sacude a los argentinos, e inédita ha de ser la respuesta que hemos de darle. Esta crisis, no es sólo coyuntural, sino una crisis histórica, que supone un largo proceso de deterioro en nuestra moral social; y no es sólo de orden político-económico-social, sino que es una crisis de orden espiritual y religioso. Para comprender bien esto, es menester que quienes leen este artículo se libren de un preconcepto: cuando decimos espiritual y religioso hablamos de una dimensión fundamental del ser humano que va más halla de la oración y el culto: es un hecho religioso el asistir a clases, es un hecho espiritual que reclamemos nuestros derechos: son realidades espirituales y religiosas en cuanto somos personas con una vocación trascendente, redimidos por Jesucristo no sólo de pecados individuales y privados sino de toda estructura de injusticia y opresión, detrás de la cual siempre hay pecados personales.
Quisiéramos fundamentar un poco más la dimensión religiosa de la actual crisis. Toda religión tiene tres ejes básicos: un credo, un culto y una moral, que marcan la manera de ligarse con la divinidad. Estos elementos se dan inequívocamente en las causas de la terrible situación que hoy vivimos. Hay un credo del mercado, que es el dios secular que hace justicia sobre el mundo. Este credo dice que el mercado es el espíritu que mueve al mundo al cual se debe rendir el culto de sacrificar vidas para apaciguarlo. Si ustedes quieren ponemos aquí varios ejemplos: los 100 niños que mueren por día en este país por causas que puedan sor evitadas, la desocupación, y el recorte a los magros salarios de los trabajadores y jubilados, la destrucción de un sistema educativo que permite el acceso a la mayoría, a una universidad publica libre y gratuita; son modos de ofrecer sacrificios al dios mercado, que muestra su enojo a través del riesgo país, la caída de la bolsa, la fuga de capitales y la confianza internacional. Nada más parecido al dios Moloc al que los cananeos del antiguo testamento ofrecían niños como ofrenda, dios que se ubica en las antípodas del Dios Padre del pueblo elegido que envío a Jesucristo para darnos la vida y no la muerte. No es casualidad que Moloc fuera el dios de 1os ricos en aquel tiempo. La moral de la religión del mercado es la que dice que todo se debe privatizar. No decimos con esto que no deba haber dimensiones privadas, decimos que todo lo privado tiene resonancias públicas y comunitarias. Uno de los efectos de esta moral es que nadie se interesa por lo que es de todos, hasta tal punto que los mismos pobres se ven quebrados en la cultura de la solidaridad que fuera su distintivo en América Latina. Y bien se sabe que, a división del Pueblo, ganancia del no pueblo. ¿Qué perspectivas y soluciones son posibles?. Todos sabemos que no basta con que la Iglesia llame a la revisión de conciencia de los individuos. Por esta razón, creemos que las acciones deben ir en dos relaciones:
En un ámbito que podemos llamar estructural:
Reclamar que el Estado se haga cargo de su rol de defensor de los ciudadanos, de regulador entre los particulares;
La reforma del Estado ha de ser al ser al servicio de todos, y si hace falta reducir costos que se haga sólo sobre los que más ganan, sobre los gastos superfluos, sobre los costos de la política, y sobre 1os gastos corruptos;
La reforma impositiva ha de hacer girar su peso sobre las grandes empresas y no sobre el consumo; Que se haga la inversión social con un mayor sentido de superación del asistencialismo, el clientelismo político y la corrupción en la distribución.
Priorizar políticas de producción y de mejor distribución, superando la mirada exclusivamente financiera.
En un ámbito que llamamos ”de lo pequeño”:
Reconstituir los lazos de la solidaridad, involucrando cada ves mas a los particulares;
Partir de los pobres y los empobrecidos, por que se puede resistir desde dentro los efectos de la crisis, buscando vencer la apatía y el individualismo;
refundar políticamente la Nación, partiendo de valores concretos y propios, denunciando toda forma de corrupción;
La Iglesia deberá buscar hacer más eficiente sus estructuras, como Caritas, Pastoral Social y otras.
Por ultimo quisiéramos expresarles que no ponemos nuestra confianza en los hombres, por que ningún mesianismo humano es verdaderamente salvador. Solo confiamos en Dios, que como Padre acompaña de una manera particular a sus hijos más sufridos, que como Señor de la Historia se hace presente entre nosotros y, como humilde servidor de la humanidad, se sirve de las manos de quienes quieran construir en el presente de Argentina el reino de justicia, paz, amor y solidaridad que El quiere para nosotros.EPU, Equipo de Pastoral Universitaria
Universidad Nacional de Río Cuarto