El ántrax, un viejo conocido de los veterinarios*

Cuando comenzó “la locura” de la presentación de casos clínicos de Ántrax observé con cierto asombro que la gran mayoría de la población desconocía esta enfermedad e incluso algunos periodistas de medios gráficos, radio y televisión hacían referencia a la misma como si se tratara de un descubrimiento reciente. Mas aún, he leído y escuchado hablar del ”virus” del ántrax, cosa que es totalmente errónea. Por ese motivo me pareció oportuno hacer algunos comentarios sobre esta enfermedad que es ampliamente conocida por los profesionales médicos veterinarios, ya que para nosotros se trata de una enfermedad profesional. 
El Ántrax o Carbunco, es una enfermedad infecciosa de índole septicémica que se caracteriza por presentar en los animales afectados un infarto agudo del bazo y una infiltración serohemorrágica del tejido subcutáneo y subseroso principalmente. Su agente etiológico (quien produce la enfermedad) es una bacteria denominada Bacillus anthracis. 
El Ántrax es conocido desde tiempos remotos, se ha encontrado referencias de esta enfermedad en algunos papiros egipcios, en donde se describe su forma cutánea y se menciona la muerte de animales y de personas con cuadros hemorrágicos. También era conocido por civilizaciones tan antiguas como la babilónica, ya que se han encontrado referencias en escritos datados en la época del gran Rey Hammurabi (1.700 a. C). 
En la Grecia clásica, sobre todo en la gran expansión de esta civilización durante las conquistas de Alejandro magno (300 a.C), también es mencionada como causa de mortandad en animales y de epizootias en seres humanos. 
Como vemos en la antigüedad se conocía el Ántrax, aunque no existiera certeza de su etiología. Si nos remontamos a épocas mas recientes también queda claro que el estudio de esta enfermedad lleva muchos años. 
Esta enfermedad es ampliamente conocida en el campo, se presenta con más frecuencia en regiones húmedas, pantanosas o expuestas a inundaciones frecuentes. Hace algunos años atrás existían los llamados ”campos carbuncosos” en donde todos los años aparecían brotes enzooticos de esta enfermedad en el ganado vacuno. La aparición de las vacunas y de los antibióticos, sumado a mejoras en el manejo sanitario del ganado, disminuyó enormemente la frecuencia de casos. 
En el sur de nuestro país era también frecuente en nuestras ovejas y por contagio en los esquiladores. 
Muchos veterinarios de todo el mundo se enfermaron de carbunco y algunos murieron. Por esta causa cuando se estudia la enfermedad en las facultades de veterinaria se hace expresa referencia a las medidas de bioseguridad que debe tomar el profesional cuando va a rea1izar una necropsia de un animal muerto con signos de carbunco. 
En condiciones naturales se enferman principalmente los ovinos, bovinos y équidos. También son muy sensibles las cabras, el búfalo, el camello y el reno. La enfermedad se observa muy raras veces en el cerdo y aun más raramente en el perro. Muchos animales silvestres son también susceptibles, pero en el Canadá, las Martas de Canadá, sobre todo las criadas para peletería son muy susceptibles. En las aves domésticas también se ha diagnosticado esta enfermedad, pero es muy poco frecuente. 
Después de la ingestión de las esporas la incubación dura en los bovinos y equinos unos tres días. En los ovinos puede ser más rápida y aparecer los primeros síntomas a las 24 horas. Si la infección es menos intensa el período de incubaeión puede ser mayor. 
Algunos animales tienen un cuadro sobre agudo en que la enfermedad cursa como una apoplejía encefálica. Estos animales están sin signología evidente y en pocas horas caen, presentando secreciones espumosas y sanguinolentas por la boca y la nariz y por el ano sangre pura. Mueren rápidamente con una gran dificultad respiratoria y convulsiones.
En los casos menos agudos, los animales presentan inicialmente un cuadro febril muy marcado, se los nota deprimidos y embotados. Dejan de comer, se quedan quietos y con la cabeza baja. Pueden presentar paulatinamente dificultad respiratoria y diarreas sanguinolentas. Si son vacas de tambo interrumpen la producción de leche. La forma cutánea de la enfermedad (semejante a la que se produce en el hombre) es menos frecuente en el bovino. Se forman ampollas de contenido amarillo o rojo pardusco conteniendo suero o sangre (pústula maligna).
La creencia popular de que los bovinos deben estar muertos “patas para arriba” si se trata de carbunco no es correcta, aunque tiene algo de verdad, ya que muchos animales mueren con gran producción de gases en sus intestinos o en el rumen, lo que puede hacer que el cadáver adopte una posición semejante.
Finalmente, es importante aclarar que es una enfermedad totalmente controlable y tratable con antibióticos y que no se contagia de un animal a otro ni del animal al hombre, salvo que se tome contacto con la sangre contaminada.
La mejor manera de combatir un enemigo invisible es conocerlo, los veterinarios lo conocemos muy bien, ya que es un “viejo contrincante” con el que nos enfrentamos desde hace muchos años.

(*) Prof. Juan Tomás Wheeler Docente del Departamento de Clínica Animal. Facultad de Agronomía y Veterinaria 

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