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Las piezas son anteriores al siglo XVI. Se trata de 434 escritos, que pertenecían a la familia Ferrer Vieyra. La colección se suma a los 2300 libros jesuitas ya exhibidos 
La principal biblioteca de incunables estará en Córdoba 

Gracias a una valiosa donación de libros impresos antes del siglo XVI, la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) se convertirá en el centro público dueño de la colección de incunables más importante del país. 

La entrega incluye, además, decenas de textos elzevirianos (impresos en el siglo XVII, en la célebre imprenta europea de los Elzevir) y una gran variedad de obras magistrales de la filosofía y el derecho canónico, muchas de las cuales fueron prohibidas por la Inquisición. 
Los libros pertenecían a la familia cordobesa Ferrer Vieyra, que hasta el momento los albergaba en un museo privado, ubicado en las cercanías de Despeñaderos, a unos 50 kilómetros de esta ciudad. Sin 
embargo, ellos decidieron donarle la importante colección a la biblioteca de la universidad. 
En total, se trata de 434 escritos (no todos son libros, ya que algunos se reducen a unas pocas páginas), y entre ellos hay 40 
incunables y un importante número de elzevirianos, que fueron exhibidos en la Biblioteca Nacional en 1994 y en 1996, respectivamente. 
Entre los incunables (impresos entre 1451 y 1500), figuran la primera Biblia en formato menor, impresa en Basilea en 1491 por Juan Froben, un alemán amigo de Paracelso y Erasmo y uno de los más famosos impresores de incunables. También hay una obra de gran valor teológico y filosófico, impresa en 1477, del fraile franciscano Johannes Duns Scotus, y varios libros impresos en 1498, en Venecia, de Santo Tomas de Aquino.
 Entre los ejemplares cuasi incunables, hay una Biblia impresa en Venecia en 1519 por los Di Giunta, una famosísima familia de 
impresores florentinos que trabajó para los reyes de España. Otro libro que también estará en los estantes de la Universidad de Córdoba es el “Jus Ecclesiasticum Universum”, de Bernardo Van Espen, impreso en 1778. 
Los singulares ejemplares se sumarán a los 2300 libros de la biblioteca jesuítica que ya se exhiben en el Museo de la Universidad. 
Para hojear esos libros es necesario solicitar un permiso especial y utilizar guantes indicados para esa tarea.


 
 
 
 
 
 
 
 

 


 
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