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Ser solidarios, una obligación universitaria 

Hasta hace poco tiempo cuando nos hablaban de la crisis y del nivel de pobreza que existía en el país, creíamos que esta situación nunca llegaría a Río Cuarto que por sus características de modelo económico (agropecuario y comercial) demoró en llegar, pero llegó. Pero hoy los números muestran una realidad pasmosa de la realidad de la crisis en nuestra ciudad. Río Cuarto, actualmente, tiene cuarenta mil (40.000) nuevos pobres y todo hace presumir que la curva ascendente terminará elevando esa cifra. Cuatro (4) de cada diez (10) riocuartenses reciben ayuda alimentaria. La secretaría de Promoción Social de la Municipalidad tiene empadronadas 17 mil familias que requieren ayuda del Estado municipal. Se reparten más de 7.500 raciones diarias de alimentos y 17.000 kg. de leche en polvo por mes. El 50 % de las mujeres embarazadas de bajos recursos (según un relevamiento de la Maternidad Kowalk) y el 70 % de los lactantes que están internados en el Hospital Central de Río Cuarto tienen anemia. Cifras que en un futuro próximo, y a la luz de los acontecimientos políticos-económicos reinantes en el país, seguramente aumentarán. Otra situación similar se vive con la salud. Y por supuesto que datos similares golpean a nuestra región de influencia.
No caben dudas que como ciudadanos primero y como universitarios segundo (existimos gracias a un presupuesto estatal), tenemos una obligación moral y ética de no hacernos los distraídos ante semejante situación de padecimientos que están sufriendo miles de nuestros conciudadanos y menos aún de ser indiferentes. Hoy además de estar trabajando fuertemente para evitar que la  crisis golpee y deteriore aún mas la educación universitaria pública, deberíamos estar fijándonos como prioridad institucional con las autoridades y órganos colegiados de conducción a la cabeza, de qué manera podemos contribuir desde la universidad a colaborar y paliar la crisis. Tenemos una potencialidad enorme, poseemos recursos humanos, infraestructura, medios, y lo que es más importante “conocimiento”, que si logramos ponerlo al servicio de las grandes necesidades que está teniendo nuestro pueblo, seguramente habremos demostrado que somos parte de esta misma sociedad, a la vez que nos estaremos reivindicando socialmente. Hoy más que nunca debemos ser solidarios, entendiendo a ésta no como una entrega de algo material, sino todo lo contrario, dedicarle tiempo dentro de nuestras actividades diarias, primero a visualizar y a identificar de que manera en forma individual o grupal podemos colaborar, y en una segunda etapa trabajar en forma directa y efectiva sobre el aporte mismo. Es aquí donde el rol que le debería tocar a las autoridades debería ser claro, contundente, sin titubeos y con mucha valentía, no queda mucho tiempo para reaccionar. En esta crisis, como en cualquier otra, hay que ser pragmáticos hasta la médula, si hay hambre hay que dar alimentos, si falta educación, hay que dar mas educación, si falta salud, lo mismo.
Si hemos sido capaces de producir paper´s con reconocimiento internacional, científicos de nuestra universidad premiados en el extranjero, organizar congresos y simposios internacionales, participar en proyectos científicos internacionales, aumentar el nivel académico de nuestros docentes graduados con posgrados, haber aumentado en forma exponencial el número de docentes dedicados a la investigación, etc. no hay ninguna razón objetiva o valedera para que no nos involucremos de lleno ante esta problemática social que nos debería avergonzar por un montón de razones sin esperar, para que nos sensibilicemos y nos demos cuenta que algo hay que hacer, ver una imagen por el canal local de televisión, similar a la de la niña salteña con un cuadro agudo de desnutrición (2 años de vida y 6 kg. de peso) que horrorizó el país. Si no reaccionamos a tiempo, gran parte de una generación, como en la década de los ´70 (por otras razones), habrá sido arrasada. Todas las áreas de nuestra universidad (no cabe excusas para nadie) pueden y deberían contribuir en esta instancia, desde las ciencias humanas y económicas, hasta las ciencias exactas, ingeniería y agronomía-veterinaria. Todos tenemos la obligación de involucrarnos y comprometernos asumiendo algún grado de responsabilidad, pero los que más deberían estar comprometidos y a la cabeza de esta cruzada son las autoridades de nuestra universidad poniéndose a la altura de los acontecimientos y hacer una convocatoria amplia, humilde y despojada de todo tipo de sectarismo. El hambre y la miseria no tienen ideología ni partidismo, es hambre y es miseria. Cuando en nuestra universidad se han querido hacer cosas importantes y existía la voluntad política de hacerlo, se ha hecho. Si logramos emprender un proyecto en común, sin duda alguna, servirá para demostrar que la universidad quiere, puede y debe ser parte de esta sociedad.
 


Ing. Gabriel Campetelli, 
Fac. de Ingeniería - UNRC
E-Mail: gcampetelli@ing.unrc.edu.ar

 
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