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En qué pienso
Pienso todo el tiempo en la Argentina que fue, la que es y la que podría llegar a ser. Pienso que la mayoría de la población cree en la honestidad, la ética, la idoneidad y la democracia y que todavía existen líderes y dirigentes capaces de defender esos principios. Quizás utópicamente pienso que si esta mayoría pudiera coalescer y acertar en la elección de sus representantes, debería ser capaz de elegir un gobierno democrático, patriótico y honesto, que supiera – o al menos creyera – que la palanca para ese desarrollo reside en la cultura, la ciencia y la tecnología. Un gobierno que garantizara educación, salud y libertades y priorizara la creación de trabajo. También pienso en la enorme distancia entre esas normalidades posibles y nuestra realidad presente de país carcomido y gangrenado por el cáncer mafioso, de innumerables metástasis en los tres poderes constitucionales; el cual se ha extendido fáctica y culturalmente a todas las actividades sociales. Y entonces me asusto, porque existen otras futuros más probables, donde los jóvenes más brillantes y muchos habitantes acomodados ya se fueron, donde millones de otros jóvenes ineducados y subalimentados sólo tienen, como alternativas al desempleo o al trabajo mal pago, el delito, la droga, la prostitución o la violencia. Donde una minoría poderosa vive acosada por masas desesperadas, incultas y enfermas; donde el país es inviable y – por tanto – se anarquizará y/o fragmentará, volteando para siempre el sueño de nuestros próceres y de varias generaciones de criollos e inmigrantes. También pienso en los poderes que, eventualmente, impedirían un futuro con desarrollo independiente, condenándonos a la miseria y al atraso: los grandes capitales del mundo y sus pequeños aprendices criollos, avalados con mayor o menor virulencia por el centro imperial. Creo firmemente que un gobierno legítimo, que no ceda a presiones y reconstruya el país, también reconstruirá el mercado y el consumo por lo que – a la larga – la internacional del dinero, que es fenicia, terminará negociando una deuda externa lesiva para nosotros y deberá aceptar el derecho de los argentinos a tener también una sociedad más justa y avanzada. Por Luis Quesada Allué
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![]() “La ilustración y el fomento de las letras es la llave maestra que abre la puerta de la abundancia y hace felices a los pueblos”. “Es cierto que tenemos que sufrir escasez de dinero, paralización del comercio y agricultura, arrostrar trabajos y ser superiores a todo género de fatigas y privaciones; pero todo es menos que volver a uncir el yugo pesado e ignominioso de la esclavitud”. “Deseo que todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la esencia de los hombres libres”. En el mes aniversario de la muerte de José de San Martín |
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