Retorna a página principal de Hoja Aparte

 
El estrés nuestro de cada día

En los últimos tiempos me han consultado insistentemente acerca del Estrés y sus significados. Si hubiera que definirlo, una de las definiciones más completa y acertada, es la de Vigas, M. (1980) quien lo caracterizó como: "el estado de emergencia del organismo provocado por estímulos externos o internos, real o simbólicamente nocivos que desembocan en una respuesta característica, que se ha desarrollado en el curso de la filogenia y tiene primariamente un valor adaptativo". La respuesta característica es la activación de dos mecanismos: uno el eje simpático adrenal (adrenalina y noradrenalina) que lo prepara para afrontar una situación de exigencia mayor o compleja y el otro mecanismo es cortico adrenal (cortisol) que regula al anterior complementándolo. Los estímulos estresantes pueden ser físicos (ingesta de café, ejercicio, deportes, enfermedad, fractura, traumatismo, etc) o psicológicos (examen, cálculo mental, enfermedad o pérdida del cónyuge (máxima intensidad), emociones intensas en relación a los vínculos afectivos, riesgos de diversa índole, entre otros muy numerosos). Habitualmente estos mecanismos son beneficiosos, preparando al individuo para la lucha o la huída; y se conoce como estrés bueno. Pero cuando el estrés se hace frecuente incidiendo permanentemente sobre nuestro organismo, puede ocasionar alteraciones funcionales importantes, cambiando el set-point o término de referencia, de nuestros mecanismos internos de regulación (homeostáticos) conduciendo a la Alostasis; y en consecuencia a las patologías. Por ej.: hipertensión, insuficiencia coronaria, alteraciones cardíacas y del ritmo respiratorio, úlceras gastroduodenales, cólicos, náuseas, aumento de las deposiciones, inmunodepresión, estados depresivos, entre otros. A esto se llama Distrés. Generalmente la respuesta al estrés es mucho más intensa cuando el estímulo estresógeno es impredecible o incontrolable o inescapable. Es decir aparece o se presenta inesperadamente, no se puede evitar o controlar, ni suprimir; siendo acompañado en estos casos por manifestaciones psicológicas como la ansiedad, el miedo e incluso dolor profundo. Si bien cada estímulo estresógeno, afecta en forma diferente a cada uno de nosotros dependiendo de las vivencias previas; y de ello las formas de elaboración o procesamiento cerebral de la respuesta (coping o técnicas de afrontamiento), la presencia de estrés con estas características es menos positivo o más negativo y de consecuencias imprevisibles.
En nuestra vida cotidiana estamos expuestos diariamente a estos estímulos muy diversos que nos producen estrés bueno y distrés, pero indudablemente la situación socioeconómica actual constituye un factor de estrés social intenso, inevitable, incontrolable, imprevisible. Es muy difícil saber hoy quién nos gobernará mañana o a partir del año que viene, cómo se sostendrán nuestras activos, o amortizarán nuestras deudas o créditos bancarios, qué tipo de economía tendremos que soportar para sobrevivir, si podremos reponer lo que perdimos o evitar seguir perdiendo, o aún más: qué comer o no comer. Últimamente éste es el estrés nuestro de cada día. 
    En el caso de nuestros estudiantes deben sumarse, sobre todo los de primer año, que son los que tienen el índice mayor de deserción, adaptarse a muchas situaciones nuevas estresantes: cambiar los métodos de estudio, nuevas formas de evaluación de sus conocimientos, exámenes finales y parciales orales (hablar en público constituye un estrés fuerte) y escritos, que en muchos casos puede significar, de no aprobar, perder un año. Alejarse de su casa y familia en muchos casos, vivir solos o en una nueva vivienda, nuevas experiencias o exigencias económicas. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones.


por Héctor Gauna, 
docente  Facultad de Ciencias Exactas 
 UNRC
Escríbanos y envíe
sus sugerencias y
comentarios
a nuestro e-mail
Página Principal de la UNRC