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La crisis y las prioridades académicas

1 - Crisis y Universidad
Es ineludible, un imperativo ético, que la Universidad en general y la Universidad pública en particular movilicen sus recursos materiales, intelectuales y hasta diríamos imaginación, en función de solucionar aspectos, paliar efectos negativos de la profunda crisis que padece el país. Pero no es menos cierto que tiene el ineludible deber de hacer todo eso con inteligencia, sería lamentable y doblemente doloroso que tras comprometer un esfuerzo, éste no se concrete en una suerte de resultado caracterizado como tal desde un cierto criterio de eficiencia. Y este es el riesgo que creo advertir, no porque dude de la innegable y ya demostrada capacidad de los cuadros científicos y académicos de nuestra Universidad, sino por algo mucho más sutil, profundo y resbaladizo que podría caracterizar ahora como la propia complejidad de la crisis, que es estructural y orgánica, y por la reinante, aún vigente aunque desprestigiada ideología del pensamiento unilateral de corte tecnocrático, supuestamente "objetivo", neutro al valor.
No dudo ni por asomo que el país, cualquier país, para salir del estancamiento y del desarrollo requiere casi vitalmente desarrollar su sistema científico y tecnológico. De tal modo, no es el  caso de irresponsablemente caer en meras posturas críticas, en imposturas de un escepticismo nihilista, en una patológica "tecno-fobia" absolutamente inmadura e infantil. Debemos saber que el mundo funciona y habrá de funcionar en torno a un insumo fundamental: el conocimiento, mejor aún sería: el saber . Pero no podemos ignorar tampoco que si se ha difuminado el estricto criterio de demarcación entre ciencia básica, ciencia aplicada y tecnología, no es menos cierto ni menos importante tener plena conciencia que al conocimiento, hoy patentable, hay que "saber" gestionarlo para evitar que el financiamiento público sea luego objeto de una  apropiación. 

2 - Crisis y prioridades
Si bien entonces, me parece fundamental e importantísimo que la Universidad determine prioridades científicas y académicas teniendo en especial consideración los problemas vinculados y derivados de la crisis que vive nuestro país y el pueblo que nos financia. Creo que nadie podría estar en desacuerdo con tal obligación ética. Pero no podemos caer en un error de diagnóstico sobre la extensión, las causas y la magnitud de la crisis que padecemos, por un lado y por otro, tampoco podemos reproducir errores de una clase dirigente que durante mucho tiempo impuso un modo único de pensar, una visión tecnocrática, reduccionista, simplista e ideológicamente violenta excluyente y devastadora de pensar la realidad. Quiero significar que no podemos pensar, repito más allá de la innegable importancia de la ciencia y la técnica, que la solución es solo científica y tecnológica. Sin ir más lejos, me permito dejar planteado nuestra responsabilidad pedagógica, no podemos olvidar nuestro compromiso con la enseñanza de grado o es que acaso no formamos los dirigentes precisamente de nuestro futuro? y para ello, hemos desarrollado currículas vinculadas a las reales necesidades del país?. Si en el país y en el mundo se apuesta a un modo de desarrollo científico-tecnológico ello no debe seguir implicando una expropiación de la deliberación democrática sobre el uso y orientación general de tal desarrollo. Para ello como universidad tenemos que formar sujetos críticos pero al mismo tiempo profesionales orgánicos a la época, portadores de un saber útil pero  al mismo tiempo imbuido una sabiduría humanista. Entonces, a la hora de fijar prioridades que la obsesión en encontrar medios urgentes no haga perder de vista los fines últimos. Después de todos los medios, solo median en la crisis y terminan siendo orgánicos a ella misma, casi estamos tentados a decir tributarios de la misma. 

3 - El riesgo de interpretar unidimensionalmente la crisis
Hace ya demasiado tiempo que en la Argentina se vino pontificando sobre la verdad de un pensamiento economicista que pretendidamente nos iba a insertar en el mundo. En ese mismo marco políticas académicas nos aseguraron que la investigación se iba expandir, todo ello en el marco de una ideología de la "eficiencia" la meritocracia, etc. Al cabo de un tiempo y después de mucho tiempo y mucho dolor se "descubre" casi con sorpresa que la crisis es la ruptura, la caída de la juridicidad, la violación del contrato social y de los contratos particulares. Ahora se nos empeña en un esfuerzo por restituir dimensiones tan difíciles y complejas de la realidad, como la "seguridad jurídica" , para que retorne la "confianza". De la matematización de variables macro-económicas a una suerte de "psicología social" para restaurar una patología de desconfianza institucional.
Abogo para que no nos vaya a pasar lo mismo en la Universidad. No propugnemos un "Technology push" para enfrentar la crisis y nos olvidemos impunemente de una mirada integradora, holística en donde no queden afuera las ciencias sociales, la filosofía ni el análisis ético y crítico. 


Carlos Gonzalez, 
Docente de la Facultad de 
Ciencias Humanas
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