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Los que educan a pesar de todo

La gente responsable de lo que le pasa a "la gente"

Hace varias semanas que el debate educativo está centrado en nuestro presunto desinterés por la educación. Las frases suenan certeras, lapidarias, terminantes: "la Argentina no es un país que esté interesado por la educación y, más allá de lo que escuchemos en los discursos, sabemos que en los hechos concretos hay poca preocupación sobre el tema." El argumento, incluso, fue  convalidado después por la actual Ministra de Educación de la Nación  cuando afirmó que una de las causas de la crisis educativa del país es que "desde hace demasiados años" parte de la sociedad "pone su mirada y su confianza sólo en la especulación".
Parece que además de las cuestiones sociales y económicas la crisis que vive la Argentina desde hace varios años  ha generado también  una enorme confusión acerca de las dimensiones de la vida social: ahora resulta que es "la Argentina" la que no se ocupa de la educación cuando en rigor  son los dirigentes de una estructura institucional obsoleta e injusta los que no lo hacen. Evidencias de todo tipo muestran que en el país existen innumerables experiencias escolares tanto en el ámbito público como en el privado que desarrollan proyectos educativos democráticos, de alta calidad y que tienden a dar soluciones  justas y equitativas para todos. 
Estos proyectos, además, se desarrollan muchas veces a pesar de estos funcionarios, quienes en lugar de  diagnosticar la crisis educativa achacándole a "la Argentina" o a  "la gente" la causa de los problemas, son nada menos que los responsables de  modificar el diseño institucional del sistema educativo para permitir que se libere el enorme potencial pedagógico que existe en las escuelas. Funcionarios políticos que se comportan como amables comentaristas deportivos frente a la derrota, por goleada, de la selección nacional. Y una tremenda tragedia educativa (al decir de Jaim Etcheverry) que precisa avanzar más allá de los diagnósticos, las frases grandilocuentes y las estrategias mediáticas para construir iniciativas políticas nuevas para mejorar la educación.

El potencial educativo
La sociedad culpable de la educación nos incluye en el concepto a todos: a un ministro de educación, a un docente que gana trecientos patacones mensuales y a un papá que mete la mano en bolsas de residuos para darle una vida digna sus hijos. La culpa es de todos y por lo tanto no es de nadie.
Gran parte de este arsenal argumentativo se basa en la idea de que la alianza entre la escuela y la familia  está rota. Sin embargo, este lamento  solamente se puede entender como producto momentáneo de la desilusión por las esperanzas destruidas, pero no parece ser un dato de la realidad. No es cierto que hoy los padres estén aliados a sus hijos en contra de la educación. Lo que ocurre es que así como la vieja política ya no tiene cabida en la Argentina, la vieja alianza escuela familia tampoco está en condiciones de dar resultados consistentes con las nuevas realidades sociales. 
Ya no es posible pretender que las familias acepten mansamente lo que los educadores les ordenamos, como si en la escuela estuviera todo lo bueno y afuera de ella todo lo malo. Se trata de establecer una nueva alianza basada en la reciprocidad y el trabajo conjunto entre educadores y padres que garantice una escuela de puertas abiertas: la escuela es la sociedad y la sociedad es la escuela.
Frente a este desafío, muchos funcionarios y especialistas en educación aducen que a los padres "no les interesa la educación"  o que "depositan a los hijos como si las escuelas fueran guarderías". Esto ocurre muchas veces, pero la situación está causada por el propio sistema político educativo, el que le da lugar a las familias solo en dos oportunidades:  para responsabilizarla de los problemas que tienen los alumnos o para que contribuyan con dinero o con trabajo a la manutención del establecimiento. Por el contrario, educadores de pie  en las escuelas del país buscan y consiguen nuevas modalidades de educación, y mucho más en este duro año 2002, en el que muchos docentes saben que bajar los brazos es conventirse en cómplices de situaciones altamente perjudiciales para niños y adolescentes. Es la fuerza de estos educadores la que mantiene en alto a nuestras escuelas sin importarles y ya sin esperar que los funcionarios nacionales o de las jurisdicciones se dignen a apoyarlos.
Esta fuerza educativa es la que ya está cambiando las escuelas de Argentina. Cambió que se generalizará cuando nuevos dirigentes interpreten estas nuevas realidades y actúen en consecuencia. Tarea difícil sin duda. Pero miles de compatriotas demuestran que aún hoy y a pesar del derrumbe político, se puede educar con excelencia en la Argentina. Son los que educan a pesar de todo:  del presupuesto, de la miseria, del derrumbe de las instituciones, del marketing educativo y de la patética soberbia de muchos políticos. Educadores que demandan al Estado no desde una posición quejosa  o melancólica  sino desde una posición activa. Educadores que muestran que el problema de la Argentina no es la consabida "capacitación docente" y que, al contrario, son los funcionarios políticos los que tienen mucho por aprender.
 

Por Mariano Narodowski
Doctor en Educación
 
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