Stiglitz y el malestar
Este año, el premio Nobel de Economía 2001 y Doctor
Honoris Causa de la UBA, Joseph Stiglitz, brindó allí una
conferencia en la que hizo una profunda visión de los problemas
del desarrollo. En la ocasión, que coincidió con el lanzamiento
de su impactante libro, “El malestar de la globalización”, el Dr.
Stiglitz brindó una conferencia sobre las lecciones de la deuda
y la cesación pagos para nuestro país y se reunió
con el Grupo Fénix.
Las ideas que el profesor de la Universidad de Columbia expresó
ese día en la UBA tienen tres ejes centrales: a) la evolución
y perspectivas del tratamiento de la insolvencia de los deudores, b). los
problemas y lecciones de la globalización financiera para los países
en desarrollo, y c). los desafíos actuales de la Argentina.
De la doctrina Drago al mecanismo internacional de quiebras para
deudores soberanos
Stiglitz comenzó su conferencia recordando, con gran sentido
de la oportunidad que, hace exactamente un siglo, cuando las potencias
europeas bombardearon Venezuela (con el expreso consentimiento de Estados
Unidos) por no haber cumplido con el pago de sus deudas externas, la República
Argentina, a través de su entonces canciller, Luis María
Drago, defendió el derecho de las jóvenes naciones americanas
a mantener intactas su integridad territorial y soberanía política
en caso de incurrir en problemas financieros.
La argumentación del Dr. Drago terminó convirtiéndose
en doctrina del derecho internacional y ya hace varias décadas que
la fuerza militar dejó de usarse como mecanismo de solución
de disputas en las finanzas internacionales.
El recuerdo de la doctrina Drago sirve para rememorar una Argentina
que contaba con una dirigencia valiente, lúcida, con capacidad de
liderazgo internacional y vocación soberana. Sin embargo, el punto
principal de Stiglitz es comprender que el tratamiento de los problemas
de los deudores ha evolucionado en la historia y continúa cambiando
en la actualidad. En tal sentido, trazó un sugestivo paralelismo
entre el abandono
de la fuerza militar respecto a los deudores soberanos (esto es, esta-dos
deudores) y la abolición de la prisión por deudas en relación
a las personas
privadas, en el siglo XX.
En rigor, destacó, el tratamiento de los problemas de los deudores
privados de un mismo país continuó evolucionando y un hito
central en este proceso fue la promulgación de leyes quiebras que
incluyeron la responsabilidad limitada, en todos los países desarrollados
(y muchos en desarrollo, como Argentina, agregaríamos).
Es sabido que la aparición y expansión de las sociedades
por acciones jugaron un papel central en el desarrollo del capitalismo.
Sin embargo, según Stiglitz, el gran desarrollo de las sociedades
por acciones y, por tanto, del capitalismo en el último siglo, no
habrían sido posibles sin la legislación de quiebras y la
responsabilidad limitada. En contraste, no existe una legislación
internacional de quiebras y este es el problema más serio que enfrentan
los deudores soberanos.
Stiglitz recordó que cuando en las discusiones que mantuvo con
el FMI sobre el manejo de las crisis financieras de los países emergentes,
enfatizaba la necesidad de avanzar hacia un mecanismo internacional de
quiebras, la respuesta de quienes dirigían el organismo era que
había que defender la ‘santidad de los contratos de crédito,’
desconociendo así la esencia del capitalismo moderno. Sin embargo,
observó, la defensa de los con-tratos de crédito, que entonces
con-taba con el apoyo de paquetes de decenas de miles de millones de préstamos
de los organismos multilaterales, se realizaba en desmedro del cumplimento
del contrato social por la condicionalidad draconiana aso-ciada a los mismos
que eliminaba subsidios para los pobres mientras se rescataba a los acreedores
ricos de los países desarrollados.
Esto último revela que toda discusión sobre el tratamiento
de deudo-res privados o soberanos, como lo señaló el premio
Nobel, involucra no sólo cuestiones de eficiencia económica
sino también problemas de carácter distributivo que exigen
la aplicación de criterios éticos. Más aún,
en el caso de problemas de deudo-res soberanos, no pueden dejarse de lado
los aspectos políticos, por lo cual resultaría absurdo, advirtió,
dejar li-brado el tratamiento de los mismos a tecnócratas que responden
a ciertos intereses. En tal sentido, Stiglitz se preguntó si las
consecuencias de la coerción económica ejercida por la condicionalidad
que imponen los organismos multilaterales a los paí-ses deudores
en problemas no eran tan terribles como las ocasionadas hace un siglo por
la intervención mi-litar, y conjeturó que nuestra sensibilidad
moral podría llevar a un cam-bio futuro en el tratamiento de este
tema así como ya había ocurrido con
las intervenciones militares.
Profundizando en los aspectos eco-nómicos y éticos, destacó
que las leyes existentes de quiebras no sólo tienen un enfoque equilibrado
de los intereses de los deudores y acreedores si no que también
contemplan los de otras partes en juego. En tal sentido, resaltó
la importancia que la legislación le atribuye a una resolución
rápida del problema de la deuda para mantener la continuidad de
la producción y del empleo de los trabajadores de las empresas en
quiebra y, en el caso de los deudores públicos (municipalidades,
provincias y otros entes públicos), que en la legislación
norteamericana están protegidos por el capítulo 9, para preservar
la calidad y cantidad de los servicios que prestan a la población,
que se considera el interés prioritario a proteger.
Stiglitz anunció la buena nueva de que finalmente el Fondo haya
reconocido la necesidad de establecer un mecanismo internacional de quiebras
de deudores soberanos. Sin embargo, criticó enfáticamente
la pretensión del organismo de cumplir un papel preeminente en tal
mecanismo, pues al ser uno de los acreedores claves sería a la vez
juez y parte.
La liberalización financiera y la trampa de la deuda
El segundo eje central de la conferencia del premio Nobel se refirió
al origen de las dificultades de los deudores soberanos. ¿Por qué,
se preguntó, casi todos los principales
países en desarrollo sufrieron crisis financieras en la última
década? El problema, respondió, radica en la liberalización
financiera. La excepción confirma la regla: China e India no abrieron
sus economías al libre flujo de capitales, no sufrieron crisis de
balance de pagos y así crecieron bastante más que quienes
sí lo hicieron, América Latina y el Este de Asia. La gran
lección, entonces, es que contraer deuda externa es altamente riesgoso
para los países en desarrollo, especialmente, por las grandes fluctuaciones
que sufren las tasas de interés y los tipos de cambios en los mercados
financieros por razones ajenas a sus políticas.
Esto lleva a que en los llamados mercados emergentes existan equilibrios
múltiples basados en profecías autocumplidas. Cuando los
inversores externos son optimistas respecto a las perspectivas de crecimiento
de cierto país, el ingreso concomitante de capitales facilitará
que tal profecía se cumpla. Sin embargo, si los inversores son pesimistas,
retirarán sus capitales de tal país, lo que elevará
las tasas de interés y deprecia-rá su moneda, causando así
graves crisis financieras porque las deudas están denominadas en
moneda extranjera.
Así los beneficios de los ingresos de capital en la etapa optimista
son más que com-pensados por los enormes costos que se producen
al momento de la crisis, de manera, que la política de liberalización
financiera implica mayores riesgos sin ninguna com-pensación, dado
el carácter procíclico de los mercados financieros internacionales
que le prestan a los deudores soberanos cuando les va bien y les exigen
la devolución de los préstamos cuando les va bien, de manera
que en lugar de ayudar-los a suavizar las fluctuaciones del ciclo económico,
contribuyen a exacerbarlas fuertemente. A nuestro
juicio, la advertencia que Stiglitz formula acerca de la trampa de
la deuda externa se vincula con la conveniencia de elegir estrategias de
desarrollo que se apoyen más en
los recursos propios del país, una idea que hace años
viene defendiendo el Dr. Aldo Ferrer, desarrollada en su obra Vivir con
lo nuestro, oportunamente reeditada.
Los desafíos actuales de la Argentina
Uno de los grandes miedos que ha sido instalado de manera interesada
en nuestro país es que la cesación de pagos es un punto de
no retorno. Stiglitz no lo ve así y en tal sentido su mensaje es
esperanzador. La moratoria es producto en buena medida de los graves problemas
de la liberalización financiera arriba discutidos. Hay un reconocimiento
internacional creciente sobre la necesidad de crear un marco legal para
la reducción de las deudas soberanas insolventes.
El temor de que la moratoria impediría el acceso de nuestro
país al crédito internacional por muchos años, se
ve desmentido, según Stiglitz por la experiencia: Rusia volvió
a los mercados de crédito dos años después de su cesación
de pagos. En rigor, explica el premio Nobel, la moratoria puede ayudar
a un país a volver más rápida-mente a los mercados
internacionales, pues al tener una carga de deuda sostenible y poder así
crecer se convierte en riesgo atractivo para los inversores quienes miran
más el futuro que el pasado. Sin embargo, sin negar la importancia
del tema de la deuda, Stiglitz nos advierte que el desafío funda-mental
para la Argentina es la restauración de su crecimiento económico.
Más allá de la fuga de capita-les y la falta de crédito
externo, el profesor de la Universidad de Columbia nos recuerda que los
recursos reales que precisamos para crecer, capital físico y humano,
están aquí en el país, en otra notable coincidencia
con el Dr. Ferrer. Cierto es que la recuperación de la competitividad
con la devaluación implica un potencial de crecimiento por el lado
de las exportaciones. Sin embargo, alerta Stiglitz, esto no es suficiente,
como lo prueba la experiencia de Méjico, que si bien creció
en términos de producto, sufrió también un aumento
de la desigualdad por el estancamiento del mercado interno.
¿Qué más debe hacerse para reactivar la economía?
En una notable coincidencia con las ideas del Grupo Fénix, Stiglitz
propone que el gobierno juegue un papel más importante en la economía
adoptando medidas para mejorar la recaudación
tributaria y reformar el sistema tributario para hacerlo más
eficiente y equitativo; facilitar el crédito financiando la expansión
de los bancos estatales y privados y reestructurando el sistema, financiar
el comercio exterior; y seguir apostando
a la integración en el Mercosur a mediano plazo. La oferta de
crédito aclara no tiene que ser inflacionaria en el actual con-texto
porque permitiría la expansión tanto de la de-manda como
de la oferta.
En la reunión que mantuvo con el Grupo Fénix, Stiglitz
precisó alguno de sus
recomendaciones, subrayan-do la importancia de crear fuentes de financiamiento
de tipo cooperativo, dirigir el crédito y la conveniencia de no
limitarse a los instrumentos convencionales de política monetaria
para utilizar controles cambiarios y de capital, un tema de rigurosa actualidad.
De especial significación fue su postura en relación a las
negociaciones con el FMI. Dado que en el mejor de las casos un acuerdo
con el Fon-do sólo serviría para refinanciar las deudas que
venzan, aconsejó no firmar un acuerdo que implique políticas
contractivas o condiciones inaceptables desde el punto de vista distributivo.
Extraído de La Gaceta de Económicas (Fac. de Cs.
Económicas de la UBA) Sept. 2002.. |
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