El rol del sector universitario
público en ciencia y tecnología en la Argentina actual
Realmente definir una Argentina predecible en macro variables y menos
aún en políticas de Estado claras y con continuidad en el
tiempo es prácticamente ficción, lo cual se constituye en
una importante limitación para definir programas de acción,
pero al mismo tiempo es un importante desafío el definir estas reglas
de juego, por lo cual la Universidad pública no debe quedar al margen.
En un modelo de crecimiento endógeno como se propone en la actualidad,
el progreso tecnológico adquiere un papel preponderante, en conjunto
con el ambiente institucional en que se genera y difunde el mismo y el
papel de la demanda en el crecimiento.
Pero para cualquier análisis que queramos hacer del presente
o de un futuro de mediano plazo, sería bueno que analizáramos
cuales han sido los indicadores de los últimos 5 años de
la anterior década.
La inversión en ciencia y tecnología realizada en los
últimos años (hasta el año 2000), no ha superado el
0.45 % del producto bruto interno (PBI) Nacional destinado a gastos de
investigación y desarrollo (GI&D), mientras que en países
desarrollados como Francia, Alemania y Estados Unidos superan el 2 % del
PBI y Japón el 3 %, y países latinoamericanos y socios del
Mercosur como Brasil invierten aproximadamente un 0.8 % del PBI en I&D.
Si en todos estos números tuviéramos en cuenta las magnitudes
de los PBI de los países mencionados, observaríamos las impresionantes
inversiones realizadas en este sector, lo cual explica su liderazgo en
la tecnología mundial.
En cuanto a la composición de la inversión en I&D,
tenemos a países como Suecia donde hay un fuerte aporte del sector
empresario en gastos en I&D, que fue en el año 2000 del 67.8
%, mientras que en Argentina la ejecución por parte del sector empresario
fue de sólo el 26 % del gasto de I&D.
Por otra parte los resultados de las inversiones en I&D en Argentina,
y las correspondientes políticas impulsadas por el ejecutivo nacional
implicaron un crecimiento en la producción científica, centrada
principalmente en la producción de libros, artículos en revistas
nacionales e internacionales, monografías, tesis y otros, el cual
fue ampliamente liderado por las Universidades Públicas.
Pero este incremento en las publicaciones científicas no se
tradujo en un aumento significativo de nuevas patentes de residentes argentinos,
sino más bien en un decrecimiento de presentación de solicitudes,
que explica el bajo Coeficiente de Invención (Número de patentes
solicitadas por residentes cada 10.000 habitantes) que tiene Argentina,
que se redujo de 0.31 en el año 1996 a 0.29 en el año 2000,
dejando al país muy lejos de los países desarrollados con
tasas de coeficientes de Invención de 4.50 para USA, 5.50 para Alemania
y 27.70 para Japón.
Ello ha sido entre otras causas producto de políticas científicas
endogamicas y de una falta de demanda de tecnología por el sector
productivo y de servicios, a partir de que la mayoría de las grandes
empresas que se instalaron en el país articularon su I&D con
las casas matrices, y las Pymes que pudieron sobrevivir en nichos muy acotados,
acudieron a importar tecnología a partir de que era más barata
y de más rápido acceso que la nacional.
En dicho marco, es posible entender el bajo número de patentes
que registra Argentina y la falta de comunicación entre el sector
académico - científico y el sector productivo. El desencuentro
de estos sectores, llevó a que el sistema tecnológico, interfase
necesaria para tal articulación, permaneciera subdesarrollado, a
diferencia de países europeos donde en las ultimas décadas
se incrementaron en forma exponencial parques tecnológicos, incubadoras
de empresas, entre otras formas de vinculación, que permitieron
articular Universidades e Institutos de investigación con el capital
privado, y actuaron como verdaderos semilleros en el desarrollo productivo
de pequeñas y medianas empresas en estos países, por ejemplo
en Alemania, tales empresas representaban en el año 2000 aproximadamente
el 99.6 de las empresas alemanas, el 70.0 % del empleo el 57.0 % del PBI
y el 46.0 % de las Inversiones.
La situación de crisis económica que enfrenta hoy el
país, el nuevo paradigma que impuso la devaluación, implica
que ya no es un deseo sino una necesidad, generar todos aquellos instrumentos
que nos permitan un contacto fluido entre dos sectores divorciados hace
al menos 25 años. Actualmente se están promocionando
algunos instrumentos que potencian la investigación ligada al desarrollo,
que si bien eran líneas preexistentes, prácticamente no eran
usadas ni por investigadores, ni por los empresarios. La generación
e incremento de la demanda de los mismos, implican una redefinición
de políticas de gestión por parte de las Universidades públicas,
donde se deberá armonizar las diferencias culturales de las partes,
el concepto de riesgo compartido, como capturar y dar forma a los
conocimientos tanto internos como externos, identificando los requerimientos
científicos como también los comerciales. Por ultimo
va a ser de gran importancia mantener un adecuado balance entre los proyectos
de investigación básica y aplicada, y en el caso de estos
últimos se deberá tener en cuenta la variable temporal en
el desarrollo de los mismos, permitiendo tener respuestas más
flexibles a las demandas de la sociedad. Todo ello deberá ir necesariamente
acompañado por vías bien definidas tanto por dentro como
por fuera de la organización, que permitan un importante flujo de
información, condición fundamental para el funcionamiento
de dicho sistema de gestión.
Por otra parte en los instrumentos que se diseñen se deberá
tener presente que la tasa de crecimiento tecnológico como lo dijéramos
en párrafos anteriores, tiene diferencias abismales en países
desarrollados, por lo cual tendríamos que aprovechar las áreas
donde los insumos a transformar sean mas baratos ó desde el punto
de vista tecnológico avanzar sobre las externalidades tecnológicas
de las economías mas avanzadas y aprovechar al máximo las
posibilidades de imitación y adaptación de las innovaciones
tecnológicas producidas en el exterior. Por todo ello el Estado
deberá participar interviniendo significativamente aunque no en
forma exclusiva en el sistema, de manera de corregir los ritmos de generación
de tecnología que nos permita acercar a lo socialmente óptimo
y a mediano plazo balanceados con la inversión en I&D del sector
privado.
Además, el sistema universitario público deberá
aportar un espacio de contención científico-tecnológica
en lo referente a respuestas en los ámbitos de la alimentación
y de la salud, de manera de aportar a una mejora en el nivel de vida de
las personas que han quedado marginadas del sistema económico, los
cuales por ser ciudadanos argentinos y ante todo seres humanos, tienen
derecho a tener una vida digna.
Por último, y no exactamente por no ser lo menos importante,
cualquier desarrollo tecnológico demandará una fuerte capacitación.
La Universidad publica ya ha mostrado estar preparada para tales desafíos,
pero no sólo deberá mantener su tradicional formación
de grado y postgrado, sino que deberá sumar actualización
y capacitación permanente a los agentes del sistema productivo como
de servicios.
Para concluir esta nota, quiero decir que este análisis, por
supuesto simplificado, no ha pretendido tener rigurosidad científica
de profesionales del área de la economía, sino el de generar
un espacio de debate político acerca de la Universidad pública
que deseamos y la posibilidad de que la misma participe en las definiciones
de Estado en las áreas científicas - tecnológicas
y de formación de recursos humanos para el sector productivo y de
servicio. |
Por Ing. Agr. Dr.
Sergio Gabriel Alemano
Secretario de Investigación y Extensión
Fac. de Ciencias Exactas,
Físicas-Químicas y Nat.
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