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La explosión de la soja ¿un debate pendiente?

El crecimiento vertiginoso del cultivo de soja en todas las regiones del país, si bien responde a un cálculo que desde el punto de vista estrictamente económico otorga resultados muy ventajosos; cuando se analiza desde otras perspectivas da lugar a diversos cuestionamientos: su impacto sobre las demás actividades productivas desplazadas por este monocultivo, la seguridad alimentaria al tratarse de alimentos transgénicos, el negocio de las empresas multinacionales proveedoras de semillas y herbicidas y la sustentabilidad del ambiente, entre otros. Sobre este último, los ingenieros agrónomos Guillermo Cerioni y Elena Fernández de la Facultad de Agronomía y Veterinaria emitieron sus opiniones de especialistas.

Cerioni señaló que una de las ventajas del cultivo de soja es que "gracias a la incorporación de un gen en la semilla se usa un solo herbicida -el glifosato- con el que se controlan todas las malezas. Incluso, destacó, algunos productores cuando tienen mucha maleza siembran esta soja RR (Roundup Ready) sólo para limpiar el lote".
"Para esta campaña -continuó- está estimada un producción de 12 millones de hectáreas, una cantidad que no se esperaba hace diez años por ejemplo, cuando se llegaba apenas a los cinco millones. El crecimiento es explosivo y eso es peligroso también desde el punto de vista comercial, que sea un solo producto el que se exporte ya que ha desplazado a otros cultivos como el maíz y otras actividades como la ganadería. También tiene que ver con las características genéticas de este cultivo que permite sembrarlo en diferentes ambientes".


¿Debería el Estado intervenir?
Hay países que hacen un control de la cantidad de hectáreas sembradas por cultivo, donde el Estado subvenciona a los productores para que éstos cambien sus planes de siembra con el objetivo de equilibrar la producción a nivel del país, aunque económicamente a los productores les convenga otro cultivo. "Eso acá no esta regulado, señala Cerioni, además el Estado no debería sacarle al productor por medio de retenciones, sino que debería subsidiarlo y decirle: al país le conviene exportar tal producto y sembrar tal cultivo y no dejarlo en total libertad para llegar a esta situación en la que la soja triplica el cultivo de maíz con las consecuencias que ello puede aparejar".  Otro de los cuestionamientos de los especialistas hace referencia a cómo se enfrentaría una enfermedad que afectara masivamente a este monocultivo.

Los efectos para el suelo
Para Elena Fernández el monocultivo altera el ciclo de los nutrientes del suelo, "por otro lado -señala- podrían estar afectando su microflora y microfauna y esto tiene que ver con el crecimiento radicular, con la formación de enzimas que forman parte de esa solución del suelo y que favorecen la absorción de nutrientes y agua. En general se modifica la relación suelo planta y también se puede modificar la estructura de los suelos".
"Argentina -señala- debe ser el único país que produce casi un cien por ciento de soja transgénica y exporta los subproductos industrializados como harina y aceite sin etiquetar. Aún no hay problemas  en la comercialización, pero no se sabe qué puede pasar en el futuro".
Cabe destacar que la introducción de la soja RR fue autorizada sin debate público mediante una resolución administrativa de la Secretaría de Agricultura -bajo la gestión de Felipe Solá- y sin la participación del Congreso Nacional. 
La principal ventaja de las semillas de soja transgénica para los productores se vincula con la disminución de los costos, pero no necesariamente brinda mejoras en rendimiento por hectárea. Sí implica una disminución de entre un 28 y un 37 por ciento de disminución de mano de obra.

 
 
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