EE.UU-Irak: la guerra sin 
consenso internacional

La hegemonía norteamericana 
en una despiadada acción militar 
hacia el control del último 
recurso energético natural 
como el petróleo 

Prof. Osvaldo Wehbe y Prof. Zulma Larrea

“Esta guerra tendría que haberse concretado un año antes, cuando las ruinas de las dos torres (de Nueva York) estaban todavía humeantes, y todo el mundo civilizado se sentía norteamericano”, arremetió la corresponsal de guerra, Oriana Fallaci, en su reciente artículo “La guerra, el orgullo y la duda”, publicado en el diario español El Mundo. Tal vez tenga razón, en el sentido de la oportunidad. Pero la oportunidad no es la condición única para el desarrollo y la convivencia de la comunidad mundial, menos aún del “mundo civilizado” al que alude la reconocida periodista. Por eso esta guerra es el disparo final al deshilachado equilibrio internacional, que ni la omnipresencia estadounidense podrá garantizar en el curso de los acontecimientos futuros.
Desde esta columna, se consideró atinado recurrir a dos especialistas de nuestra Universidad para comprender algunos aspectos de este grave conflicto. 
El profesor Pablo Wehbe, titular de las cátedras Teoría de las Relaciones Internacionales y Derecho Internacional de la carrera de Ciencias Políticas,  disparó que “Estados Unidos tiene doble discurso, oculta sus verdaderas intenciones que, como todos saben, esta basado en obtener el recurso del petróleo, por eso disfraza la situación”. Explicó a Hoja Aparte que las grandes cuencas petroleras controladas por Estados Unidos se están agotando, razón por la cual inevitablemente avanza en este conflicto bélico. “Es que la cuenca árabe es la que cuenta con suficientes reservas; obtenerlas constituirá un reaseguro del poderío cívico-militar de Norteamérica para los próximos 20 años”, razonó.
En esa línea, la investigadora Zulma Larrea, responsable de Historia del Mundo Actual y Problemáticas de Fin de Siglo en la carrera de Historia, consideró que “la presente crisis económica de EE. UU. es enorme, pero el poderío militar resulta ahora clave para fortalecer la delicada situación financiera del país, por eso no duda en avanzar hacia una nueva escalada bélica”.
En este escenario global y de lucha de poder, “la lógica del país del norte incluye a la violencia como instancia funcional para mantener, cuando no profundizar, su status de país dominante”, aseguró Wehbe. Por su parte, Larrea sentenció que “estamos ante lo que se puede explicar desde la Teoría Realista, es decir que este tipo de conflictos se maneja con la lógica del mantenimiento del poder”.
Otros casos de la historia reciente (la anterior guerra del Golfo y la de la ex Yugoslavia) mostraron una decidida acción militar estadounidense con amplio consenso internacional que evidentemente ahora no existe, por el contrario, la comunidad mundial ha desenmascarado los planes del gobierno del presidente George W. Bush.
El desembarco norteamericano en Irak, lejos de avanzar hacia la paz social como proclama Bush, provocará mayores enfrentamientos no sólo entre las etnias que conforman ese país, sino en el conjunto del mundo musulmán, que se sabe, está abiertamente en contra del “régimen democrático” que les propone EE UU. Para el analista Wehbe, “Irak no es una nación a la manera occidental, pues básicamente viene funcionando por un gran acuerdo de importantes clanes y tribus que se reparten el poder y cuya descomposición afectará a sus vecinos Siria, Irán y Turquía, entre otros”.

El Nuevo Orden 
Luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta el fin de la Guerra Fría se asistió a la era del mundo bipolar, que encontró Estados Unidos y la ex Unión Soviética en cada extremo. En los 80 hubo un breve interregno respecto al Nuevo Orden Internacional por la caída del muro y el bloque comunista. Por eso, se especuló con la conformación de tres nuevos polos de poder: Asia, con Japón a la cabeza, Europa y Estados Unidos, pero como se demostró rápidamente ello no fue así. Según Larrea, en Japón se desató una fuerte crisis económica, los países europeos tardaron demasiado en afianzar el bloque de la Unión y sólo el gigante del norte de América se erigió claramente dominante.
Al respecto, Wehbe consideró que en los pasajes de la historia contemporánea, se podría decir que ahora hay un avance con respecto a los tramos finales de la segunda Guerra Mundial cuando USA dejó caer sus bombas atómicas sobre el suelo japonés y nadie le pidió explicaciones, mientras ahora fue condenada a justificar su estrategia bélica.
Europa se dividió, acotó; ha recuperado sus posiciones históricamente encontradas, esto es la Europa Atlántica y la Europa Occidental. En la primera, Gran Bretaña y España y en la segunda, Francia y Alemania. Surge claramente la contraposición de intereses en la región por cada uno de los países europeos mencionados. Francia y Alemania le dicen no a la guerra porque decididamente no están dispuestos a ir a la zaga del liderazgo norteamericano. Con este panorama es posible vislumbrar otro importante bloque de naciones donde Francia, Alemania, Rusia y China serán los actores principales. Así la Unión Europea y su brazo armado la OTAN deberán reordenar sus objetivos.

El inicio del fin
Wehbe alertó que Bush y el primer ministro británico Tony Blair, “buscan legitimar en el plano internacional una defensa nacional preventiva mediante un ataque militar a otro país. Esto es gravísimo para el equilibrio mundial, pues de concretarse bajo este paraguas, se avanza hacia la legitimación de un nuevo orden internacional”. “Entonces –prosiguió-, cabe preguntarse en este razonamiento ¿quién será el próximo objetivo después de Irak?, ¿serán los países de América Latina?, ¿la triple frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina por ejemplo?, en eso radica la gravedad de ese posicionamiento”.
Con el mismo tono crítico, Larrea opinó que “así, se termina de desarticular la cuestionada capacidad de la ONU para contener conflictos, eso es porque representó siempre a los intereses del grupo de países más poderosos, con su Comité de Seguridad donde un solo voto negativo frena una decisión”; “está claro que el organismo quedó condenado al fracaso en su intento de vertebrar el equilibrio mundial”, sentenció.
En un intento de proyectar lo que vendrá la decana de Ciencias Humanas no dudó: EE. UU. iniciaría el camino de su último tramo de hegemonía, por lo menos así lo marca la historia con los grandes poderes políticos. Concluyó en que “no sólo hay que analizar los grandes procesos sino detenerse para atender la coyuntura, donde uno puede observar en este caso lo que representa la figura de Bush, ¿qué hubiera pasado si el presidente de Estados Unidos hubiese sido un demócrata?”.

La opción argentina
Para la Argentina no es una elección más la del próximo 27 de abril para consagrar al nuevo presidente. En el plano internacional, también se vota la reinserción de nuestro país en el mundo, básicamente en lo económico y en lo político. “Colarse en el esquema del ALCA o apostar al MERCOSUR, incentivar políticas comunes con los países de la región o profundizar las alianzas con los países más poderosos, son apenas algunos de los interrogantes que deberá definir el futuro mandatario nacional”, dijo el director del Departamento de Ciencias Jurídicas y Políticas. Además, en el corto plazo el estallido de la guerra tendrá impacto negativo para la Argentina, se producirá una suba en las tasas de interés, lo que automáticamente representa un valor más alto por los servicios de la deuda externa, con todo lo que ello significa; también, la suba del crudo redundará sin muchas vueltas en un encarecimiento de la canasta de precios.
En tanto, Zulma Larrea especuló con que en este rompecabezas, Argentina debe tener en claro hacia donde transitar. “Parece una buena oportunidad que el país intente converger hacia una verdadera integración latinoamericana, eso sí, sólo mediante la lógica de la cooperación”, enfatizó. 

Elecciones presidenciales: Los candidatos y la guerra


Carlos Menem
“La Argentina no puede ser neutral”. Es el único a favor de participar en el conflicto bélico. El ex presidente es uno de los pocos que sí habla de la guerra en público ya que suele utilizar el tema para reivindicar su decisión de haber enviado naves a la Guerra del Golfo durante su gobierno.

Néstor Kirchner 
“Se debe avalar la decisión del Gobierno de enviar ayuda humanitaria”. Se mostró a favor de la posición adoptada por Duhalde: «Ayuda humanitaria y no participación en el conflicto bélico». Aclaró que «sujetarse a derecho internacional no es ser neutral» sino que se trata de una decisión «acertada y democrática en la medida que respeta la voluntad absolutamente mayoritaria del pueblo argentino».

Adolfo Rodríguez Saá
Después de enumerar las medidas para los primeros 100 días de gobierno, Rodríguez Saá se comprometió públicamente a que durante su gobierno «el país no participará en ninguna guerra y no permitiré que nuestros hijos y jóvenes mueran en un conflicto».

Elisa Carrió 
“Es necesario preservar la paz”. La candidata que comenzó a incluir el tema de la guerra en sus discursos de octubre pasado y también lo utilizó para marcar diferencias con Menem, respondió que la Argentina debe «sumarse a los esfuerzos por evitar una acción bélica de los Estados Unidos por fuera de lo que decida el Consejo de Seguridad». 

Jorge Altamira
El candidato del Partido Obrero señaló que el Gobierno «no ha decidido una posición de neutralidad sino de apoyo» al ataque a Irak y opinó que, en cambio, debería «oponerse resueltamente a una guerra». 

Ricardo López Murphy 
“Hay que apoyar lo que decida el Consejo de Seguridad. Opinó que «la neutralidad del Gobierno argentino no se justifica si el uso de la fuerza es autorizado por la Comunidad Internacional a través del Consejo de Seguridad».

Leopoldo Moreau
«Neutralidad activa». En sintonía con la política exterior que exhibieron históricamente los gobiernos radicales, Moreau consideró «acertada la decisión argentina de mantenerse neutral». Sin embargo, se manifestó a favor de «una neutralidad activa y no pasiva, decidida más no retórica, protagónica y no testimonial».

Alfredo Bravo
Condenó «el régimen dictatorial que impera en Irak» pero también «la actitud de los Estados Unidos de llevar adelante una invasión armada». Para el diputado socialista, la Argentina «debe promover activamente los acuerdos que procuren la solución pacífica del conflicto en coordinación con los países de América latina».