Mariana Gutiérrez
Recuerdos de alguien que sigue en carrera
Fue una de las atletas más destacadas en la historia riocuartense.
Hoy trabaja en una oficina y le gustaría enseñar desde su
experiencia
“Comencé a fines del ‘82. Tenía una compañera a
la que todos los lunes la hacían pasar al frente a mostrar sus trofeos.
Y yo le ganaba, entonces la curiosidad mía era empezar porque si
a ella le iba muy bien y yo le ganaba, también me podía ir
bien”. Mariana Gutiérrez, riocuartense que guarda en su casa cerca
de 140 trofeos, evoca sus inicios en el atletismo.
La escena repetida semanalmente tenía lugar en un aula de la
escuela Florentino Ameghino, donde cursó la primaria. “Ella pasaba,
la aplaudían y a mí me gustaba todo eso”.
De ahí al primer torneo pasó poco tiempo. Mariana se
acuerda de haberlo disputado “en Estudiantes, un domingo. Corrí
y salí segunda”.
-¿Entrenaste algunos días antes?
-Sí, dos o tres días.
Le gustaba, a punto tal que “hacía todo lo que podía:
salto en largo, alto, llano, vallas, postas”.
Doce años y poco después del 23 de abril de 1971 en que
nació, participó de su primer provincial. Fue “en septiembre
del ‘83, en Villa María”. Ganó “en 60 metros, 80 con vallas
y salto en largo (4,37 metros)”. A pesar de su edad de preinfantil, daba
dos años de ventaja e intervenía en pruebas de infantiles:
“Me ponían en las postas porque no había chicas”.
Al año siguiente debutó en un campeonato nacional, en
Salta. “Ahí gané 80 metros con vallas”. En 1985, por su segundo
campeonato nacional de atletismo, en Paraná, volvió a imponerse
en la misma competencia, bajó el record nacional de 10” 3/10 a 10”
1/10 y decidió especializarse en vallas. Tenía 14 años.
-¿Cómo fue eso de ganar dos veces seguidas una competencia
nacional?
-La primera fue la más linda. Hacía poco que había
empezado, tenía poca experiencia. Había ganado todo acá
en la provincia, no sabía cómo iba a ser esto, además
fue la primera salida sola, lejos de mi mamá.
La charla no se desarrolla en una pista, ni en ámbito parecido.
Se cumple en la oficina de la Secretaría de Extensión y Desarrollo
de la Universidad Nacional de Río Cuarto, donde Mariana trabaja
desde hace años. En ese lugar afirma que le “encantaría dar
clases” y así transmitir su experiencia.
Su madre resultó para Mariana Gutiérrez una presencia
destacable. “Me acompañaba a todos lados, era indispensable. El
grito de mi mamá era lo más importante. Me acuerdo que en
una competencia en Holmberg no fue mi mamá y no clasifiqué
en nada. La ayuda de mi mamá y de mi familia fue fundamental”.
El entusiasmo con que evoca no le hace perder la cronología.
Dice que “después ya tenía más experiencia, me animaba
a viajar sola”. Si bien estaba orientada a los 80 metros con vallas, la
llamaban para las postas. Aunque “no corría llano, hacía
buenos tiempos y por lo general salíamos subcampeones en la posta
nacional, siempre nos ganaba Buenos Aires”.
Tropiezo
A Mariana Gutiérrez los golpes no la detenían. “En el
tercer nacional, en el Chaco, me caí, me quebré un dedo,
pero seguí y salí subcampeona. Eso fue en el ‘86, ahí
fue mi primer sudamericano. Me desgarré, pero competí y quedé
quinta. La bronca mía fue que a la chica que fue primera, Mariana
Álvarez, de Ferro, yo le ganaba”.
Al margen de lo agridulce del sudamericano ‘86, la riocuartense tenía
para estar contenta: “Me habían llamado de Ferro, de Boca, en el
primer nacional que corrí me llamaron del CENARD (Centro Nacional
de Alto Rendimiento Deportivo) para ir allá y seguir mis estudios,
pero no fui”. Entre las razones cita “un poco la inseguridad, el miedo
de mi mamá. Y yo también, era muy apegada a ella, me costaba
desprenderme”.
Asegura haber lamentado su decisión de no marcharse. Aclara
que “obviamente no me arrepiento de la vida que tengo, 3 hermosas hijas
(Daira, de 5 años; Nazarena, de 6, Lucila, de 8), mi esposo (Sergio
Daniel), pero para adquirir más experiencia y crecer económicamente
me tendría que haber ido”. |
En las pistas:
con el profesor Edmundo Denner,
su entrenador
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