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Con motivos, con memoria

La gesta del movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918, no sólo implicó modificaciones en la organización institucional de las “Casas de Estudio”, tal como se conocía a las Universidades Nacionales en aquella época. También involucró una redefinición de las reglas de juego entre  las Universidades y el Estado, entre aquellas y la sociedad civil, los partidos políticos, movimientos sociales, sindicales, culturales, etc. De casas de estudio, las Universidades empezaron a ser “casas” de ciudadanía, de excelencia académica, de igualdad de oportunidades, de compromiso social.
Esta verdadera “revolución” de las ideas, logró trascender las paredes de la Universidad de Córdoba y alcanzar proyección nacional e internacional, significó la cristalización de una corriente de pensamiento impregnada de los valores que le permitieron a la Universiadad Pública Argentina establecerse entre las más prestigiosas de mundo y en una de las pocas instituciones de Eduación superior que pueden conjugar en sus seno, pilares tan elementales en un sistema democrático cómo lo son la autonomía, la gratuidad, el ingreso irrestricto, el co-gobierno y la extensión universitaria.
Es a partir de la vigencia de estas ideas, de estos principios, que la Universidad Pública Argentina sigue formando a los mejores profesionales, continúa siendo un actor insuistituible del sistema científico tecnológico argentino y posibilita que los jóvenes de nuestro país, sin discriminaciones, puedan acceder a la eduación superior.
Con el triunfo de los reformistas cordobeses, las fuerzas progresistas revitalizaron su accionar a lo largo del continente. La consolidación de la Reforma en las universidades argentinas abrió la discusión sobre el modelo universitario en la región. En cada universidad latinoamericana, los estudiantes organizaron actividades que tenían como centro los principios reformistas.
La rebeldía juvenil de los estudiantes cordobeses en 1918 nos dejaba la consigna de luchar por nuestras libertades. Ideal recuperado por diferentes generaciones que participaron de la vida política de Latinoamérica, que forjaron la identidad de nuestra universidad pública y lucharon por la democracia a lo largo del continente. Además la Reforma del ’18 ha sido fuente de inspiración de los estudiantes franceses en 1968: bajo la famosa consigna “Prohibido prohibir”. Es por ello, que hay que tratar de recuperar sus principios en el marco del nuevo contexto que le toca vivir.
En ese sentido es oportuno señalar, que el Banco Mundial, portando un discurso “modernizante” y acompañado por intelectuales devenidos en consultores, ataca abiertamente los principios reformistas – autonomía, cogobierno, extensión, pluralidad y gratuidad -, diseñando todo un esquema contrapuesto de política en educación superior, que intenta reemplazar el Modelo Reformista bajo la inspiración neoliberal. Con esto queda expresamente claro que, los reformistas comprenden que la masividad está orientada a una formación integral, tanto cultural como ciudadana del individuo. Donde el pensamiento autónomo es esencial para la extensión de la investigación y en la búsqueda de un conocimiento que contribuya al desarrollo social. A partir de garantizar el derecho gratuito a la educación, en un espacio democrático con la participación de todos los claustros en el cogobierno y bajo la pluralidad de pensamiento e ideas. Queda claro que la Universidad reformista entra en contradicción con la mercantilización propiciada por el capitalismo actual.
El propósito queda explicitado: La Universidad Reformista no sólo apela a lo mejor de su tradición y al ejercicio de la memoria, también asume la responsabilidad de repensarse, de superarse, de asumir el desafío de mantener en alto los principios que le dieron sentido.


Matías Moreno Zamanillo, Presidente FURC 
Juan Pablo Casari,  Secretario de Extensión FUA
 

 
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