¿ontinente y contenido del agua 
que descuidamos 
Una tesis doctoral del departamento de Geología formula un inestimable aporte sobre 
las condiciones de calidad que presenta el agua de consumo. Rastreando en la 
profundidad de los acuíferos constata la presencia de contaminantes, tanto en zonas urbanas como rurales. 
Alerta sobre la falta de planificación en la gestión del recurso y postula la 
conformación de un Comité de Usuarios.

 

El problema del agua ha comenzado a ser parte de nuestra cotidiana agenda de preocupaciones. Es que a veces nos falta en los tanques de las viviendas, cuando hay en exceso provoca el anegamiento de innumerables campos productivos, sacude nuestros bolsillos porque hay una factura mensual que abonar y hasta ya constituye un serio terreno de disputa internacional, donde los países más desarrollados proyectan futuros escenarios de conflicto por el control de este vital recurso natural.

Aunque suene a exageración, entre la falta de presión en nuestras canillas y la lucha por mantener el dominio de ricas cuencas hídricas podrá haber en un plazo no muy lejano un exiguo trayecto.
Pero en estas épocas de mezquinos proyectos estratégicos, resulta casi una obviedad que prácticamente nadie se halla ocupado de establecer las condiciones presentes (y también futuras) del agua que tenemos, de la cual dependemos, y que invariablemente despilfarramos. En general, es lo que se observa en la Argentina y de manera más alarmante aún, en la ciudad de Río Cuarto. 
En el desierto de aportes técnicos (más allá de esporádicos avances de los organismos oficiales), un extenso trabajo de investigación del departamento de Geología de la facultad de Ciencias Exactas acaba de ser presentado para su evaluación académico-científica, ocupándose hasta el límite de la problemática en ciernes. 
«Geohidrología ambiental del sur de Córdoba con énfasis en la ciudad de Río Cuarto y su entorno rural», es el ampuloso título de una apuesta analítica y propositiva mayor, donde abundan datos reveladores sobre las condiciones actuales que presente el agua que llega hasta nuestros hogares.

Saber del agua
El objetivo general de la propuesta se centró en caracterizar geohidrológicamente, a nivel regional el sur de Córdoba y a nivel local la ciudad de Río Cuarto y sus alrededores, con el fin de establecer los principales aspectos hidrodinámicos e hidroquímicos del agua subterránea y sus interrelaciones con la fase atmosférica y superficial del ciclo hidrológico.
Dicho de un modo vulgar, determinar fehacientemente la composición del agua que corre por la zona acuifera, y constatar los cambios que se producen cuando entra en contacto con múltiples elementos del terreno.
Así es como se llegó a determinar la influencia que los factores geológicos, climáticos y las actividades del hombre poseen sobre la distribución, dinámica y calidad del recurso hídrico, con el fin de generar bases científicas para su planificación y gestión ambiental.
Responsable de las cátedras de Geohidrología, Legislación Ambiental e Introducción a la Geología Ambiental, Mónica Blarasín es la autora de este trabajo inédito para esta parte de la provincia y que constituye un valioso aporte científico para los sectores directamente involucrados con el manejo y tratamiento del recurso, pero más aún para el conjunto de la comunidad, que por desinformación termina por alterar las condiciones del vital recurso.

Hurgar a 150 metros de profundidad
La flamante doctora en Geología relata casi sin pausa los aspectos salientes de una investigación que asoma compleja, pero que rápidamente atrapa por los datos reveladores sobre las formas que asume el agua que llega todos los días a nuestras mesas. «En el plano regional -comienza-, se definieron las relaciones del agua subterránea con los restantes arcos del ciclo hidrológico, pero además, a nivel del subsuelo se definieron las características de dinámica y calidad del agua que permitieron realizar modelos de funcionamiento del agua subterránea tanto del acuífero freáticocomo de acuíferos confinados en el sur de la provincia».
En relación con Río Cuarto y su área rural circundante, se pudieron definir las principales características geológicas, es decir del medio físico que contiene el agua, en superficie y en el subsuelo hasta los 150 metros de profundidad aproximadamente, con perforaciones y estudios indirectos geofísicos.
Fueron establecidas las principales características hidráulicas de los materiales que contienen el agua subterránea a través de ensayos hidráulicos de campo y cálculos hidráulicos. Se observaron dos grandes ambientes: un ambiente fluvial (ligado al curso del río Cuarto), que representó un muy buen acuífero con parámetros hidráulicos de alta calidad y un ambiente eólico (más alejado), con sedimentos muy finos de tipo loésicos y pobres características hidráulicas para contener y transportar el agua
Se efectuaron balances hídricos para la zona, a nivel modular y seriados de paso diario y semanal. Un aporte interesante del trabajo resultó que por primera vez se determinó para la zona qué el 12% del total de agua de lluvias es el que finalmente recarga el acuífero freático anualmente y se constituye en la reserva reguladora , que debería ser la utilizada para dar un uso sustentable al agua. Sin dudas, un dato para considerar.
Para esto se usaron tres métodos distintos: por balance global de agua, por balance de cloruros (método químico o de trazadores ambientales) y a través del método de fluctuación de niveles freáticos (a través de registros de niveles cada 4 horas desde hace dos años con sensores piezoresistivos que se colocan en una perforación).

Peligro de contaminación
La tesis doctoral de Blarasín abunda en resultados preocupantes para la calidad de vida y que automáticamente deben constituir un serio llamado de atención para funcionarios y usuarios. La calidad físico-química y microbiológica del agua subterránea también pudo ser especificada. Es la fuente principal de suministro de la ciudad y el ámbito rural circundante, por ello se muestrearon y analizaron más de 100 perforaciones. La calidad del agua quedó claramente condicionada por el tipo de sedimentos que la contienen y las características hidráulicas de los mismos. Los resultados fueron sometidos a análisis estadísticos uni y multivariados (cluster y componentes principales), determinándose por ejemplo que el agua subterránea que circula en el ambiente eólico presenta los mayores contenidos salinos, y altos tenores de arsénico y flúor, estando ambos elementos (tóxicos para los seres humanos por encima de ciertos niveles) disueltos en el agua debido a condiciones geoquímicas que favorecen tal presencia: ambientes oxidantes, bajas velocidades de circulación del agua subterránea, altos pH y aguas del tipo bicarbonatadas sódicas.
Casi en contraste, el agua subterránea del ambiente fluvial (materiales más gruesos, arenos-gravosos) es la más dulce, bicarbonatada cálcica y con gran aptitud para diferentes usos, fundamentalmente humano y para riego.
En un tramo de la públicación de 500 páginas, surge la sentencia: «desde el punto de vista ambiental se crearon nuevas metodologías para medir el peligro de contaminación del agua subterránea y en el ámbito rural se monitorearon las sales disueltas  en el agua y los nitratos, constituyendo estos últimos serios indicadores de contaminación por fertilizantes (fuentes difusas) o residuos biogénicos (fuentes puntuales, como tambos, corrales, etc.). Ambos parámetros mostraron aumentos en los últimos años, fundamentalmente altos en los casos de contaminaciones de tipo puntual».


El estudio se centra en  la composición del agua 
que corre por la zona acuifera, y  los cambios que
se producen cuando entra en contacto con 
múltiples elementos del terreno


Dra. Mónica Blarasín

Calidad y pozos negros
Dentro del trazado urbano de Río Cuarto se concretaron estudios para obtener dos indicadores ambientales típicos de aguas subterráneas: calidad y fluctuación de niveles freáticos.
Respecto a la calidad y los problemas de contaminación por sistemas de saneamiento in situ (pozos negros), explicó la especialista que «los barrios estudiados presentaron un deterioro variable de la calidad el agua subterránea, fundamentalmente por el contenido bacteriológico, determinándose diferentes escenarios de contaminación a través de indicadores ambientales típicos. En los barrios donde se hallaron condiciones predominantemente aeróbicas (ambiente con oxígeno disponible) se encontraron nitratos en todas las muestras (máximos de 400 miligramos por litro), y aquellas con más altos tenores mostraron un incremento en SDT y cloruros». En tanto, «en los sectores donde prevalecen condiciones anaeróbicas, no se detectaron nitratos (aunque pueden aparecer especies reducidas del N), hay hierro disuelto y también un incremento en SDT y cloruros  en aquellas muestras con más alta contaminación microbiológica», completó.
Sobre los niveles de agua subterránea como indicadores ambientales, se verificó que su monitoreo es de suma utilidad para prevenir problemas. Las investigaciones realizadas indican que las variaciones de nivel están fuertemente relacionadas con los montos de precipitaciones caídas y concordantemente, los ascensos son mayores en los meses de primavera-verano y de menor magnitud en los de otoño-invierno. Localmente los niveles se han modificado por acciones antrópicas (extracción de las baterías de pozos del Ente Municipal de Obras Sanitarias) o por recarga a partir de efluentes de sistema de saneamiento in situ.
Se concluye en que los problemas de ascenso de nivel ocurridos desde 1999 en adelante en los barrios del sur de la ciudad estuvieron vinculados con el lento pero constante aumento en los excedentes hídricos de la región durante el ciclo húmedo que se transita, potenciado por los efectos de la recarga artificial procedente de agua importada a través de «pozos negros» (permanentes en algunos sectores) y un pulso notorio de ascenso en un año y medio especialmente húmedo. En la actualidad los problemas persisten en varias zonas por lo que resulta necesario el monitoreo y control de la situación.

Comité de Usuarios
Entre la caracterización geohidrológica y los aspectos hidroquímicos determinados, toman fuerza también, las sugerencias para transitar sobre una política consensuada de servidores y consumidores, capaz de establecer mejores garantías en el uso del vital elemento.
Por eso, se estipula que «las acciones de monitoreo deberían realizarse para el control de niveles freáticos en toda la ciudad y respecto a la calidad de agua debería también existir una red de monitoreo extra, más allá de los pozos de explotación de EMOS». 
Alerta la propuesta «sobre una falta de planificación y gestión del recurso hídrico subterráneo, fuente de abastecimiento de la ciudad y sí en cambio acciones de respuesta a circunstanciales demandas y exigencias de la población cuando aparecen los problemas». «Con un control permanente, que no implica mayores gastos, muchos de los inconvenientes aparecidos (ascenso de niveles, contaminación) podrían haberse evitado o disminuido».
En ese conjunto de carencias, subrraya como fundamental que «las evidencias hacen perceptible la necesidad de crear en la ciudad un Comité de Usuarios como herramienta importante en la gestión del recurso hídrico.
La palabra queda ahora en manos de quienes gestionan y demanda su uso. El aporte científico está, como el agua, servido sobre la mesa.