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ANEMIA: prevención y tratamiento

La anemia, una de las deficiencias más comunes en nuestro país, afecta seriamente nuestro desenvolvimiento al provocarnos desde estados deprimidos y cansancio hasta alteraciones en el organismo difícilmente reversibles.

La presencia de anemia en niños menores de dos años y embarazadas es un signo altamente preocupante, pues sus consecuencias pueden llegar a ser graves. Alteración del desarrollo psicomotor e intelectual, retardo en el crecimiento y alteraciones en el sistema inmunológico son algunas de las consecuencias en niños menores de dos años. Aumento del riesgo de mortalidad posparto, de partos prematuros y retardo del crecimiento fetal son algunos de los hechos que pueden afectar a una embarazada con anemia severa.
Frente a esta situación, se torna indispensable que atendamos a los síntomas de nuestro cuerpo y tengamos en cuenta estas etapas críticas para consultar sobre alternativas de tratamiento de la deficiencia de hierro.
Las causas fundamentales de esta deficiencia, en la mayoría de los casos se relacionan con la inadecuada ingesta de hierro, amamantamientos cortos, productos no fortificados en la dieta del niño y alimentaciones escasas en facilitadores y ricas en inhibidores de la absorción de hierro. Los tratamientos existentes se relacionan directamente con la desaparición de estas causas.

El hierro en la dieta
El hierro está presente en los alimentos en dos formas: hierro heme y hierro no-heme. El hierro heme existe en las carnes de todo tipo (rojas y blancas, incluyendo las vísceras) y en la sangre (morcilla). Más del 20% del hierro heme presente en el alimento se absorbe y no es influenciado por la presencia de factores facilitadores o inhibidores de la absorción.
El hierro no-heme o inorgánico comprende el hierro presente en los vegetales y en otros alimentos de origen animal como la leche y el huevo. La absorción promedio de este tipo de hierro es mucho menor (de 1% a 8%) y altamente variable, dependiendo de la presencia en la misma comida de factores facilitadores o inhibidores de la absorción.
En la leche materna, la concentración de hierro es similar a la de la leche de vaca pero su absorción es considerablemente mayor, ronda en el 50 %, aproximadamente seis veces más que la leche común.
Los factores facilitadores de la absorción de hierro más importantes son la vitamina C, otros ácidos orgánicos, cítrico, málico, tartárico (naranja, mandarina, pomelo, limón, etc.) y la presencia de tejidos animales de cualquier especie en la misma comida.
Los factores inhibidores más importantes son: los taninos presentes en el té y el mate, los fitatos (salvado de cereales), los fosfatos (yema de huevo, gaseosas), y el exceso de calcio.
En los niños, la lactancia materna, cuando es exclusiva, ofrece una adecuada protección durante los primeros meses de vida. Luego la adquisición de hierro depende de las características de la dieta alimentara.

Tratamiento y prevención
La deficiencia de hierro puede suceder en cualquier etapa de la vida y estar ligada a una gran  cantidad de factores, ambientales, económicos, culturales, psicofísicos. Sin embargo, existen etapas críticas que requieren acciones preventivas. La cantidad de hierro que necesita una embarazada en la segunda mitad del embarazo y el niño en los dos primeros años de vida no puede cubrirse totalmente con alimentos habituales. 
Las alternativas de prevención de la deficiencia de hierro son básicamente tres:
- Modificación de la dieta para aumentar el consumo de hierro y sus facilitadores de absorción y disminuir el consumo de inhibidores, vía educación alimentaria, 
- Consumo de alimentos fortificados que existan en el mercado, como  leches, cereales y harinas fortificadas. Este tipo de productos poseen un agregado de  hierro a nivel industrial. Las cantidades de hierro incorporadas son pequeñas pero al ser estos alimentos consumidos con frecuencia permiten mejorar la cantidad de hierro ingerido. 
- Suplementación, que significa dar hierro farmacológico, indicado por el médico, por un periodo de tiempo determinado.
Estas medidas no son excluyentes, pueden complementarse pero tienen diferentes tiempos de implementación y de impacto. La modificación de la dieta opera en el largo plazo, la fortificación es efectiva en el mediano plazo y la suplementación es una estrategia de corto plazo.

Fuente consultada: Boletín PROAPS-REMEDIAR (Ministerio de Salud de la Nación)

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