Visita al continente blanco
La Universidad pisó por primera vez el suelo
de la Antártida
En el año de la Antártida Argentina y luego de que
día 22 de febrero último se conmemora el centenario de la
ocupación permanente de la Argentina en ese territorio, la Universidad
Nacional de Río Cuarto pisó por primera vez el continente
blanco.
Invitada por la Fuerza Aérea Argentina, nuestra casa de altos
estudios dijo presente en la Base Marambio y el coordinador de Comunicación
Institucional, Miguel Ángel Tréspidi fue el encargado de
llevar una placa recordatoria, que entregó en manos del vicecomodoro
Héctor Ricardo Ludueña, jefe de la Base, y que dice:
“La Universidad Nacional de Río Cuarto a la Base Marambio de la
Antártida Argentina en los cien años de presencia argentina
permanente en la Antártida”.
Científicos, periodistas, representantes de instituciones, personal
militar y un puñado de mujeres e hijos de algunos de los integrantes
de la dotación que están en la Base conformaron el pasaje
integrado por medio centenar de personas que esperaban con ansias llegar
a Marambio.
El sol radiante que acompañó al Hércules C-130
en su despegue desde la Primera Brigada Aérea El Palomar fue desapareciendo,
hasta que a las 19,25 llegó a la Base Aérea Militar Río
Gallegos, donde lo esperaba un espeso cielo gris con lluvia.
Emociona sentirse en el extremo del continente. El pensamiento se mezcla
con la impaciencia que produce la espera, mientras una brisa fresca, hace
recordar que se está en el sur. A lo lejos se divisan las luces
de la ciudad que vio nacer al hombre que hoy es el encargado de gobernar
los destinos del país. Y en lo inmediato, los preparativos del viaje
que tendrá a la Base Marambio como destino.
En el interior plateado de ese avión de transporte pesado, uno
al lado de otro se ubicaron en dos filas dobles los ocasionales pasajeros,
que permanecerían sobre unas lonas sujetas de unas sogas, que hacen
las veces de asiento. Todo es rudimentario y evoca los tiempos de guerra,
en las que estas máquinas tienen una tarea difícil, aunque
no tanto como la de quienes las ocupan, al igual que lo hicieron los héroes
que se subieron al mismo avión para pelear por Malvinas.
Al día siguiente, a las 6 de la mañana, el Hércules
C 130 hacía sentir sus motores como prometiendo llevarnos
al lugar soñado... Con más intensidad que nunca se escucha
un ruido tan ensordecedor como emocionante. De inmediato vendría
el inquietante zapateo que produce la fuerza que imprime la máquina
y por fin el despegue ... que permitiría, a poco de andar, internarse
en el cautivante cruce del Pasaje Drake que une al continente con la isla
y que desde las alturas se aprecia como una gran maqueta, en la que los
inmensos témpanos apenas parecen pequeños trozos del
telgopor.
Luego de tres horas y media de vuelo llegaría el ansiado aterrizaje
en ese lugar increíble, que es la Isla Marambio, asentada
en una meseta que está a 200 metros sobre el nivel del Mar Weddell.
Un pequeño pedazo de tierra de 14 kilómetros por 8, que se
encuentra a más de 3.500 kilómetros de Río Cuarto.
Es ese mismo territorio donde tuvo lugar la epopeya de trascendencia
nacional, histórica y geopolítica protagonizada en 1969 por
los integrantes de la Patrulla «Soberanía», que rompieron
el aislamiento de la Antártida con la construcción de la
pista que ahora recibía una vez más un vuelo proveniente
del continente. Ellos vivieron en pequeñas carpas, en una zona extremadamente
inhóspita, y sólo con picos, palas, esfuerzo, garra y coraje
abrieron un surco de tierra en el Desierto Blanco, que pronto permitiría
operar aviones de gran porte con tren de aterrizaje convencional.
Aislamiento, vida en comunidad, solidaridad, sentimiento de soberanía.
Con igual espíritu de esfuerzo y sacrificio de aquellos primeros
antárticos, hoy allí continúa esa obra. Soledades,
sueños de grandeza, vocación de servicio y profesionalismo
son las características salientes del grupo de 28 hombres que integran
la dotación 35, encargada de custodiar la Base Marambio en esta
temporada 2003/2004, cuya misión terminará en octubre próximo.
Lejos de sus familias y de los distintos lugares del país desde
donde se embarcaron rumbo al sur, estos pioneros están haciendo
patria, en silencio, con mucho trabajo y un esfuerzo admirable.
Para quienes sus ojos clavaron la mirada en ese recóndito lugar
ya nunca nada será igual. Porque se les habrá hecho
realidad el slogan de la base, que reza: “Cuando llegaste apenas me conocías…
Cuando te vayas, me llevarás contigo”.
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Material periodístico
Deolinda Abate Daga - Eduardo Aguirre
En esas gélidas latitudes está en
carne viva toda una historia de soberanía nacional sobre el sector
antártico. Desde 1904, durante cuarenta años el país
fue el único ocupante permanente del lugar.
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