Otoño del
’76, esperaban agazapados
Con el golpe de Estado de 1976 se clausura una etapa de la historia
Argentina. El país sufrió la implantación de un nuevo
modelo de acumulación, “los cambios experimentados en la centralización
del capital y la concentración de la producción y del ingreso
durante la década de los noventa en la Argentina sólo pueden
ser comprendidos a partir de las transformaciones impuestas en el patrón
de acumulación por la dictadura militar” (Arceo-Basualdo2002: 41).
Con la dictadura militar prevaleció la valorización de la
actividad financiera por sobre la productiva, en especial la industrial.
En este proyecto económico un hecho clave es la Reforma
Financiera de 1977, en esta confluyen la apertura financiera, con el fenómeno
del endeudamiento externo, del sector público y también del
sector privado, y la apertura en el mercado de bienes y capitales, desde
ese momento la producción interna es deteriorada a través
de los precios por los productos importados. Los grupos económicos
locales no realizaron inversiones productivas, se endeudaron para obtener
renta gracias a colocaciones financieras. Por tanto, en nuestro país
el reverso de la deuda externa es la fuga de capitales locales al exterior.
En la implantación del modelo participaron los grupos
económicos y las Fuerzas Armadas, ambos debieron replegarse en el
otoño de 1973 y esperaron la oportunidad para el retorno.
La urgencia de los grupos internos del peronismo por establecer
su predominio y postergar a sus adversarios provocó una celeridad
desconocida del tiempo político, este desafío fue desgastando
a los grupos. En la primavera de 1975 la llamada tendencia peronista ya
había sido relegada de la lucha por el poder político y López
Rega, buscó superar a su otro oponente, el sector sindical. Para
lograr su propósito llevó adelante la maniobra política
conocida como el “rodrigazo”, pero la misma resulto un fracaso que culminó
con su destitución, no obstante el conflicto agudizó el malestar.
La crisis alcanzó al FREJULI y erosionó aún
más la figura de María Estela Martínez.
En este escenario las Fuerzas Armadas recuperaron la iniciativa
política y entre julio de 1975 y marzo de 1976 fueron preparando
el terreno para su regreso.
El aspecto que prevaleció en la ofensiva de los
sectores dominantes fue la premeditada voluntad de arrasar con la alianza
social policlasista que se había conformado durante la sustitución
de importaciones y de destruir la identidad nacional de los sectores
populares que se expresaba en el peronismo. Aquí se puso en movimiento
una revancha clasista de acentuado alcance que comprendió la eliminación
de un significativo número de militantes y organizaciones que conformaban
las conducciones de los sectores populares, como la interrupción
del proceso de industrialización sustitutiva que sustentaba la lucha
social vigente desde los años treinta en el país.
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Eduardo Hurtado
Docente Dpto. de Historia. Fac. de Cs. Humanas
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