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Inversión en bioseguridad
La Universidad compró un moderno horno incinerador para eliminar residuos patógenos

En la Universidad acaba de instalarse un horno incinerador de tipo pirolítico de última generación, con el cual se podrá realizar la quema de residuos patógenos, tales como desechos o elementos materiales en estado sólido, semisólido, líquido o gaseoso, con características de toxicidad o actividad biológica, que puedan afectar directa o indirectamente a los seres vivos o causar contaminación ambiental.

Para la puesta en funcionamiento de este horno, de cuyas dimensiones sólo hay diez en el país, resta la compra de un generador de energía, que evitará desfasajes a causa de eventuales cortes de luz. Se prevé incinerar unos 1500 kilos de residuos por semana.
El secretario de Coordinación Técnica y Servicios, José Luis Pincini, señaló que la adquisición de este equipamiento, que en 20 días se pondrá en marcha, “tiene lugar en el marco de un programa de acciones tendientes a minimizar los riesgos de trabajo que se puedan presentar tanto a docentes  como a alumnos y no docentes”. Y destacó que “cumple con las normas de tratamiento de residuos peligrosos y patógenos, y de efluentes gaseosos”.
El horno está en el Departamento de Patología Animal de la Facultad de Agronomía y Veterinaria y tiene una capacidad de incineración aproximada de 250 kilos por hora. 
Puede quemar animales enteros o trozados, además de otros elementos considerados riesgosos, tales como materiales descartables y de laboratorio. Por ejemplo, una vaca de unos 350 kilos se puede convertir en cenizas al cabo de tres horas. 
Posee dos regímenes de temperatura, uno de 800 grados que es para el quemado y otro de 1200 para la cámara secundaria destinada a la quema de los gases. Cada cámara tiene su correspondiente quemador alimentado a gas.
El cargador de materiales es automático, al igual que el retiro de cenizas, las cuales una vez extraídas serán retiradas por Gamsur, como cualquier otro residuo, ya que son totalmente estériles, en el sentido de que ya no conllevan riesgos de contaminación.
“La UNRC ahora con este horno va a estar en condiciones de poder quemar todos los desechos que impliquen algún tipo de riesgo”, indicó el secretario general, Juan José Busso, y  adelantó que se está elaborando un protocolo con los requisitos que las distintas áreas de la UNRC deberán cumplir para poder quemar sus residuos patológicos.
Dijo: “Para la institución ésta ha sido una decisión sustantiva, por las características de la Facultades que nosotros tenemos, donde se trabaja con materiales de riesgo biológico”. Agregó que “es una política de bioseguridad que apunta a proteger la vida, basada en la higiene, seguridad en el trabajo y protección del medio ambiente” y que “es un horno que no elimina ni humo, ni gases con riesgo de toxicidad”.

Destrucción de toxinas, patógenos, olores y humo
  El horno es totalmente automático. Tiene dos cámaras, una de quemado y la otra de pos combustión, con la que se realiza la requema de esos gases para evitar contaminación. Es decir que comprende dos operaciones de combustión secuenciales. La cámara primaria acepta el desperdicio en bruto y comienza el proceso de combustión en una atmósfera de aire restringido. Tiene un lavador de gases que evita cualquier riesgo de polución.
La cantidad de aire de combustión es regulada estrictamente para liberar los volátiles y oxidar el carbono fijo en el combustible. Los gases de combustión son conducidos a la cámara superior donde se introduce aire en exceso y la mezcla gas / aire se quema a muy altas temperaturas.
La limitación de aire en la cámara primaria crea un efecto que ayuda a eliminar la penetración de partículas en los gases, lo que produce un escape con chimenea limpia.
En tanto en la cámara secundaria, los gases y el exceso de aire combustionan a alta temperatura durante un tiempo de residencia sustancial. Esto asegura la completa destrucción de toxinas, patógenos, olores y humo.
Tiene una tapa hacia abajo por la que ingresan a la cámara primaria los animales grandes. Y hay otra que está por debajo de la primera, destinada a las tareas de inspección y a la carga de residuos patológicos. Por otro lado, posee otra tapa frontal de inspección que permite el acceso para reparaciones y limpieza de la cámara secundaria.
Si bien el manejo del horno no es complejo, ya que es totalmente automático, fue necesario capacitar a los trabajadores universitarios que estarán a cargo de su funcionamiento.
Por otro lado, se instrumentará un adecuado transporte de este tipo de residuos desde las distintas áreas de la Universidad, para lo cual se proveerá de los elementos necesarios exigidos por las normas vigentes y se entrenará al personal involucrado en esta actividad.
Para evitar la contaminación de enfermedades, los animales muertos que llegan al Departamento de Patología  Animal son aislados y luego incinerados. “El problema más serio a enfrentar es de tipo biológico, en particular virus y bacterias que pueden contagiar a otros animales o afectar al hombre», explicó  Busso.
Todo el personal que trabaja dentro de la sala de necropsia, ya sean docentes, alumnos o no docentes, utiliza una indumentaria especial, que permite protegerlos de posibles contagios y que incluye botas de goma, mameluco, delantal impermeable, guantes de látex y barbijo. Quienes realicen la carga del horno también estarán protegidos, igual que quienes hacen la necropsia, aunque en este caso se suma una máscara de acrílico.
En la sala contigua al horno se hacen las autopsias de animales a los fines de aribar a algún diagnóstico. Es un recinto cerrado que tiene una serie de protecciones y tratamiento de los efluentes. Ahí se toman las muestras que luego se analizan en los laboratorios. De eso queda el cadáver que es lo que se tiene que eliminar. Puede que se lo pase directamente al horno o a una cámara frigorífica, en caso de ser necesarios nuevos análisis. El cadáver con posterioridad es llevado por unos aparejos hasta la puerta del horno.

Minimiza riesgos 
“La compra del horno incinerador es un esfuero importante que hizo la UNRC. Es una inversión en bioseguridad, ya que se trata de un equipamiento que minimiza riesgos de trabajo y del proceso de enseñanza-aprendizaje”, dijo  el secretario de Ciencia y Técnica,  Jorge Anunziata, quien destacó la necesidad de realizar inversiones en equipamiento.
Sostuvo también que, en esta época, para el desarrollo de la investigación son necesarias varias acciones que se complementen. 



Hay solamente diez hornos de estas dimensiones en el país.

 
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