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Cuidando la alimentación

Entre las diferentes acciones que pueden ser incorporadas al quehacer cotidiano para mejorar nuestra salud psicofísica, no pueden faltar las relacionadas a la  alimentación. 
Comer no es lo mismo que nutrirse. Se llama comer al acto de ingerir. Nutrirse, en cambio, es aprovechar los nutrientes de la comida. 

La calidad y cantidad de alimentos que ingerimos, y la forma de hacerlo, inciden directamente en el desarrollo de nuestro organismo y en nuestra calidad de vida. Por esta razón, tener en cuenta algunos hábitos simples de alimentación nos ayudan a llevar una vida más equilibrada.

A continuación se plantean algunas pautas saludables:

  • Comer frutas y verduras: Actúan sobre el tránsito intestinal, ayudando a la absorción de azúcares y grasas, gracias a su alto contenido vitamínico y mineral. Por lo general son bien toleradas y permiten combinaciones variadas.
  • Consumir diariamente lácteos: Leche y sus derivados -crema, quesos, yogurt, etc.- Si bien su requerimiento aumenta en la adolescencia, la lactancia, el embarazo y la menopausia, son necesarios en todas las edades. En los bebés se recomienda la leche materna hasta los seis meses de vida como mínimo. En los adultos son preferibles los lácteos descremados para disminuir el exceso de grasas saturadas y colesterol.
  • No abusar de la comida chatarra: Es un producto exagerado en grasas, sal, azúcares y calorías. Debe consumirse sólo en forma eventual y nunca formar parte de la alimentación cotidiana. Sus efectos se asocian al aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
  • Darle importancia al desayuno: Al ser el corte de varias horas de ayuno, no desayunar o hacerlo inadecuadamente es perjudicial para el organismo y negativo para el control de peso. Por otro lado, desayunar en exceso (consumir gran cantidad de dulces e hidratos de carbono como harinas, azúcar, miel o mermeladas) conlleva a una excesiva secreción de insulina desde la mañana, lo que provoca una sensación de hambre intensa, similar a cuando no se desayuna.
  • Moderar el consumo de sal: Su uso excesivo es una de las principales causas de la presión alta. Debe evitarse llevar el salero a la mesa y consumir embutidos, fiambres, enlatados y quesos duros. Al preparar los alimentos, puede ser reemplazada por hierbas secas, especias y hortalizas como cebolla o ajo.
  • Realizar cuatro comidas diarias: Desayuno, almuerzo, merienda y cena son las instancias necesarias para mantener un equilibrio de energía adecuado, conservando un peso saludable.
  • Consumir diariamente carnes rojas y blancas: Alternándolas, en porciones medianas y libres de grasas, son fuente de hierro, proteínas y vitamina B.
  • Utilizar métodos de cocción saludables: Es preferible preparar las comidas a través del hervido, la plancha, parrilla, horno o vapor, para evitar el consumo de grasas perjudiciales, como las usadas en frituras.
  • Ingerir mucho líquido a diario: Dos litros de agua por día es lo recomendado. Ayuda a la regulación de la temperatura, al transporte de sustancias como las vitaminas, a la formación de jugos digestivos, al cuidado de la piel, la eliminación de sustancias tóxicas para el organismo, entre otros beneficios.
  • Evitar grasas perjudiciales: Consumir en exceso este tipo de productos elevan el colesterol sanguíneo: lácteos enteros, cremas, pollos con piel, embutidos, fiambres, vísceras, cortes grasos de carne, cacao, productos de repostería, golosinas y comida chatarra.
  • Preferir las grasas benéficas: Mejoran el metabolismo del colesterol. Están en el aceite crudo, aceitunas, frutas secas, palta, cereales integrales, legumbres, germen de trigo, semillas de lino, pescados de agua fría (sardina, trucha, atún, salmón) y mariscos.
  • Evitar cafeínas al atardecer: Pueden alterar el sueño. Se encuentran en el café, té, gaseosas y chocolates.
  • No comer o beber en exceso durante la cena: Comer liviano y evitar las bebidas estimulantes ayudan a una mejor conciliación del sueño y relajamiento del cuerpo. Después de comer es preferible dejar pasar unas horas antes de acostarse.

Fuentes: “Recomendaciones saludables” Ministerio de Salud de la Nación. Año 2003 - Revista VIVA. 04/04/04.

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