Hasta pronto Mauro
Oliva (Fito)
Es lunes 7 de Junio, 18 hs. El silencio en el departamento 92 de la
Residencia Estudiantil Universitaria me parte el alma en mil pedazos
más, la radio no está a todo volumen, tampoco hoy escucharemos
al “Pampa” ni veremos “Susana”, “Los Roldán” ni “El deseo”.
Tampoco jugaremos la revancha de la paliza al truco que con tu hermano
Lucas les dimos a vos y al Joaquín la semana pasada.
Tampoco vas a limpiar la cocina que como está escrito en el
cronograma de limpieza pegado en la heladera te tocaba la semana
pasada y no lo hiciste.
Tampoco vas a ir a trabajar al kiosco de Ingeniería y apenas
hace una semana que empezaste.
Al apunte de mediciones eléctricas lo leíste hasta
la página 16 -son 29. Además todavía te faltan
dos años y medio para recibirte de ingeniero electricista.
La Renga viene el 19 a Río Cuarto y hace tres semanas
que sacaste tu entrada, tampoco vas a ir.
Tampoco mañana vas a ir a comprar el pan en lugar mío
para que no camine, ni vas a hacer tu sopa “a la gran Fito”.
Mientras escribo estas líneas gotas saladas salen de mis ojos
y no las puedo contener, ya me duelen de tanto dolor y apenas hace dos
años y medio que te conozco, sin embargo estoy seguro de que no
te olvidaré jamás.
Con tu adolescencia a pleno llenaste de alegría la casa, “nuestro
hogar”, esa misma adolescencia que te da ese sentimiento omnipotente de
creer que la muerte está muy lejos en nuestros planes.
Todos sentimos eso alguna vez, yo también lo sentí y
el no tomar conciencia de lo efímero que es nuestro paso por esta
vida hizo que un accidente de tránsito le costara la vida a mi amigo
Martín y a mi una pierna, además de todo el sufrimiento
de nuestras familias y seres queridos.
Ahora otro accidente de tránsito te arrebata tu vida que
estaba en plena primavera, ahora veo por qué la principal causa
de muerte en los jóvenes es este tipo de accidentes.
Ahora sólo queda el dolor de tu madre, de tus hermanos, de tus
amigos, de todos a los que tu risa les iluminaba la vida.
La primera pregunta que me invadió fue ¿por qué?,
tan joven, tan bueno, tanto por vivir. Ya una vez me hice esa pregunta
en mi vida y sólo Dios me ayudó a responderla cambiándola
por un ¿para qué?
Hoy, ante la congoja y la impotencia que siento no encuentro consuelo,
como tampoco creo que lo encuentre tu familia. Sólo me queda pedirle
a Dios que en el cielo te cuide mucho y nos ayude a superar este
dolor inmenso.
Una última cosa: si en verdad resucitamos y algún día
se te da por venir a la Residencia, no toques timbre, usá tu llave,
tu hermano la puso entre tus manos la noche en que te velábamos.
Siempre te vamos a esperar |
Hasta pronto Fito,
Mauro Olmos (foto) y más amigos |