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Lo afirmó en la Universidad el economista 
Alan Freeman
El FMI teme a Kirchner 
y la posición de acreedores externos es irracional

El economista inglés Alan Freeman, asesor del alcalde de Londres, Ken Livingstone, disertó en la casa de altos estudios. Sostuvo que el FMI “le tiene miedo” al presidente Kirchner porque pretende pagar cuando la gente tenga trabajo, y remarcó que la posición de los acreedores “es irracional”. “Han hecho préstamos imposibles y deben pagar las consecuencias”, subrayó.

   El disertante, que habló el lunes en el Aula Mayor invitado por la Facultad de Ciencias Económicas, dijo que el Mercosur “es una política acertada” para sus países para defender el valor de sus productos. Añadió que “el comercio Sur-Sur es una alternativa para los países subdesarrollados”, pero lamentablemente “no actúan en común”.

-¿Por qué visita la Argentina?
   Porque en Inglaterra hay un gran interés sobre la deuda y una oposición fuerte a la postura del FMI. Entonces se formó en Gran Bretaña un comité para apoyar a los derechos argentinos, que se llama “Justicia Económica para Argentina”.
 Yo estoy aquí para explicar la posición de este comité y para escuchar lo que quieren los argentinos con respecto a la deuda.

-¿Cómo ve la posición del presidente Kirchner al negociar la deuda?
   Me parece que lo que hace falta en la deuda soberana de Argentina es un mecanismo como existe ya en la deuda privada; es decir, una Ley de Quiebra, para solucionar de manera justa la relación entre el deudor y acreedores. No existe hoy este marco, y ésta es una culpa de las instituciones internacionales y de la comunidad financiera internacional en general. Por eso, lo necesario es considerar que lo que propone Argentina puede ser aceptado por las instituciones por falta de otro proceso. Tienen el derecho de cortar lo que quieren cortar y pagar lo que están en condición de pagar. Esta es la posición de fondo que tenemos.

-Lo que uno observa es que es muy difícil torcerles el brazo al FMI y a los países desarrollados, que son los que más dinero aportan. ¿Cómo hacemos?
   El poder más fuerte es el pueblo. La moneda representa no más que el pueblo. El problema es que en Argentina hay millones de personas que no pueden vivir: los indigentes, que no tienen más de dos o tres comidas por semana. Hay una ley moral, pero también una ley material; los que no pueden pagar, no pagan. Esta es la posición de Kirchner frente al FMI y el Fondo reconoce que no se le puede quitar a la gente lo que no puede pagar. Este es el poder de Kirchner y por eso creo que el FMI tiene miedo de esa posición.

-O sea que para usted hay que perseverar con esta posición de pagar con el crecimiento. Es decir, cuando mejore la situación del país, se pagará hasta donde se pueda...
   Esa es una solución bastante justa y bastante racional. La posición de los acreedores es irracional. En Europa, hace 500 años dejamos de lado la posición de que a alguien que no paga se lo pone en la cárcel o a sus hijos o nietos. Lo necesario es crear la economía para que se pueda pagar.

-¿Está bien la posición Argentina de hacerle una quita del 75% a quienes tienen títulos de la deuda externa privada?
   Yo creo que los acreedores están en una posición privilegiada y hay que reconocer que eso es un factor de destrucción en los mercados financieros mundiales, porque si un acreedor invierte en una empresa privada asume el riesgo de esto. Si la empresa entra en quiebra, el acreedor no recibe la ganancia. Debería ser lo mismo para los estados y para los pueblos. Entonces, el hecho de que no se reconozca esta ley del mercado con respecto a la deuda pública genera un desbalance. Los acreedores deben reconocer su responsabilidad en este caso. Han hecho préstamos imposibles y, lamentablemente, tienen que sufrir las consecuencias.

-Le insisto, ¿Argentina debe modificar su propuesta a los bonistas?
   Kirchner y Lavagna no tienen que modificar la quita ofrecida del 75% del valor de los títulos de la deuda externa argentina en manos privadas. Los acreedores tienen dos opciones: o aceptan la propuesta o no reciben nada. Eso sí, sería necesario un marco para discutir los principios de esta deuda. Habría que tener en cuenta acá la Declaración de Copacabana que firmaron los presidentes de Argentina y Brasil, por la que reclaman prioridad para la inversión en obras de infraestructura que ayude a solucionar el problema social del trabajo.

-¿Cómo ve usted la vuelta del Estado empresario ahora que hay intentos de reestatizar empresas públicas?
   Es algo interno de la Argentina. Hasta ahora no entiendo bien la situación, por eso estoy aquí para aprender. No quiero hacer comentarios de la política interna del país.

-¿El Estado puede ser un buen empresario?
   El Estado puede ser un buen empresario. El alcalde de Londres es un muy buen empresario porque procura reestatizaciones de empresas concesionadas por el “tatcherismo”, pero tienen el compromiso de hacer un manejo eficaz de los fondos, además de que tienen el deber público de velar por los intereses de los que eligen el gobierno. No se pueden dejar de lado estas responsabilidades.

-¿Hay que impulsar el Mercosur como forma de aumentar las posibilidades de intercambio con otras regiones del mundo?
   Efectivamente, hay que hacer una política regional en bloque en los países de América Latina para hacer más competitivos sus productos y facilitar los términos del intercambio comercial. Sí, creo que una política de este tipo es esencial para esta región del mundo.

-¿La protesta social de los piqueteros puede desalentar la inversión extranjera en la Argentina?
   El que invierte quiere un resultado económico. Para que una inversión prospere tiene que haber trabajo que produzca, pero en la Argentina la tasa de desocupación está por encima del 20 por ciento. Si los piqueteros tienen trabajo, la realización de la inversión alcanzará sus objetivos. La demanda social de trabajo es absolutamente racional.

-¿El comercio Sur-Sur es una alternativa frente a las presiones del FMI, a los subsidios agrícolas de los países desarrollados y a la defensa del valor de sus productos?
   Claro que lo es, porque tienen una gran mayoría de la población del mundo, pero es necesario que tomen conciencia de que pueden actuar en común para modificar cosas importantes en el planeta. Pero no lo hacen y es una frustración.

-Para usted la globalización fracasó. ¿Por qué?
Le doy un ejemplo: la propia Argentina. La globalización no le dio a este país los recursos necesarios para vivir. Entonces, la desigualdad trae caos y desestabilización política por la exclusión social. La sociedad gobernable es aquella que es justa y por eso debe ser una comunidad igual. La globalización en el mundo aumentó la desigualdad: los países ricos lo fueron más y los pobres más pobres, aun cuando los países poderosos hayan sufrido algunas consecuencias de las naciones más empobrecidas, como no poder venderles o cobrarles.


«Hay que hacer una política regional en bloque en los países de América Latina para hacer más competitivos sus productos y facilitar los términos del intercambio comercial».
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